Fin

286 40 2
                                    

Jeonghan jamás pensó en lo que había sido su vida, supuso que la gente pocas veces se detienen a mirar hacia atrás, hasta cuándo están cerca del final. Mirando hacia atrás, se dijo que fue muy afortunado. Pudo casarse con quién amaba, tener una familia y realizar grandes cosas con su trabajo. Por supuesto, no olvidaba los momentos grises, las perdidas y desgracias. Finalmente, todo era parte de lo que llamamos vida.

Aún recordaba cuando Cheol le cedió el trono a Yongqi. Nadie lo esperaba realmente, él aún era joven, pero no era el mismo. Jeonghan lo había notado, desde la muerte de Jihoon, Cheol había cambiado un poco. Pasaba distraído y pensante, sus ánimos habían decaído e incluso algunas pesadillas de antaño se hicieron presentes. Intentó superarlo, pero terminó agotado.
Él mismo tomó la decisión y nadie pudo hacerlo cambiar de parecer. Así, Yongqi se convirtió en Emperador a la edad de treinta y cinco años. Cheol pensó que Jeonghan se opondría e incluso se enfadaría con él, pero no fue así. Su esposo entendía como se sentía y entendía el porqué de su retiro.

Jeonghan le cedió su puesto a su nuera, Suxin, con la que su hijo ya tenía dos hijas. Al ser ella la Emperatriz, Jeonghan perdía su posición como jefe del harén y debía acompañar al Emperador retirado a donde quiera que decidiera mudarse. Ambos decidieron que el palacio de verano entre las montañas era la mejor opción y en poco tiempo estuvieron instalados ahí. Lo que más les costó dejar fue su lugar secreto y el templo en honor a Yonglu.

En cuanto a los chicos, bueno, todos pasaban a tener mucha más libertad ahora que no debían recidir en el palacio obligatoriamente. Wonwoo se quedó ayudado al joven Emperador por unos años, hasta que decidió pasarle su puesto a su discípulo. Luego se mudó junto con ellos para encargarse de la seguridad del nuevo palacio de verano. Hoshi en cambio, si bien dejó su cargo, no dejo de entrenar soldados, según él no podía dejar que el ejército decayera en calidad.
Seokmin también se quedó ayudando a Yongqi y entrenando a Chan un poco más, aunque todos coincidían en que no lo necesitaba.

Por otro lado, los Consortes tomaron cada uno el camino que más le apetecía. Mingyu abrió su propia caballería y trabajó tanto con su reino como con el imperio gracias a Yongyi.
Una vez que Zhaomin se casó, Minghao se convirtió en maestro en la academia de Yongyan, volviendo a bailar después de muchos años.
Shua se quedó en el palacio interior, para ayudar a Suxin con los nuevos príncipes y princesas que llegaban a estudiar las reglas de comportamiento. Nietos tenían muchos, así que su nuera no se negó a la ayuda extra.
Seungkwan tomó de un brazo a Vernon y lo obligó a acompañarlo por un viaje entre todos los reinos, llegando incluso al norte para ver a Zhaohua ya convertida en Emperatriz y con dos hijos en su regazo.
Finalmente, en cuanto a Jun. Desde la muerte de Jihoon había estado viajando mucho a su antiguo hogar. Él y su padre tuvieron una conversación larga y llena de emociones que culminó en una tregua después de tantos años de heridas sin sanar. Jun jamás podría perdonarlo por enviar a su amado a la guerra, pero podía intentar entender el porqué de su decisión y como se sentía en aquel entonces. En su mente, deseaba reconciliarse con sus padres, por él y por Yonglian, quien como su hijo oficialmente, necesitaría la ayuda de su reino para cubrir su espalda.

Jeonghan y Cheol pasaron sus años de retiro en armonía. Ya habían olvidado como se disfrutaba la vida, después de tanto tiempo sumergidos en el trabajo y la familia. Seungcheol se sentía más joven que nunca al lado de su esposo. Era como volver al tiempo en donde eran unos niños, jugando por los campos, caminando por el bosque, pescando en el río y cabalgando al atardecer. No recordaba sinceramente, la última vez que ambos se tomaron unas vacaciones para ambos. Amanecer cada día a su lado, pasar el día juntos, pelear por pequeñeces y resolverlo en unos minutos. Se sentía como volverse a enamorar del hombre que era su primer amor.

Seungcheol sabía que Jeonghan jamás le diría todas las veces que le dolió verlo irse a la habitación de alguno de los chicos. O como deseaba pedirle que se quedara en sus aposentos más tiempo. Podrían decirle que Jeonghan no era un santo, pero cuando se trataba de amor, Seungcheol sabía que su corazón jamás había cambiado. Le debía a su esposo una vida entera, o quizás dos. Es por eso, que después de la muerte de Jihoon se dio cuenta. ¿Cuanto tiempo les quedaba juntos realmente? ¿Podrían ambos pasar el resto de sus vidas juntos? ¿Qué tan rápido llegaría el fin? Cheol supo que Jihoon estaba preparado cuando se fue. Él sabía lo que pasaría y lo aceptó. Se fue en paz. En cambio, Cheol podía pensar en un centenar de cosas que aún deseaba hacer y Jeonghan estaba junto a él en todas ellas.

A través de los años, Jeonghan vio como su esposo dejó las preocupaciones que lo ataban atrás y comenzó a disfrutar sus días. Ya no eran jóvenes, pero Cheol le insistió hacer muchas cosas que a su edad se veían algo inapropiadas. Al final de cuentas terminaba aceptando cada vez. Sentir como era mimado por Cheol era abrumador y muy satisfactorio, pero le preocupaba que gastará toda su energía solo en intentar hacerlo feliz. Por supuesto, los baños a la luz de la luna, los regalos del extranjero, los viajes para ver a sus hijos y nietos; nada de eso se comparaba a tener a Cheol solo para él. Aunque claro, los chicos los visitaban de vez en cuando. Después de todo, Cheol seguís siendo su esposo de igual manera.

En pleno otoño, cuando Cheol tenía poco más de sesenta años, enfermó. Catarina dijo que era algo crónico, debía cuidarse y dejar de lado las grandes salidas y los viajes extensos. Cheol estaba algo decepcionado, no pensaba decaer tan jóven, su padre había fallecido a los ochenta y siete, pensaba que aún le quedaban años por vivir. Su esposo y sus chicos le hicieron ver que no estaba todo perdido, solo debía cambiar su perspectiva.
Las cabalgatas las cambiaron por caminatas, las salidas por leer junto a la chimenea y las visitas en casa de sus hijos se cambiaron por fiestas familiares en el palacio de verano.

Ese día era verano, corría una brisa agradable y la temperatura no era muy alta. Habían recorrido el sendero de siempre hasta llegar a la banca que allí habían colocado, para admirar el atardecer entre lo verde de las montañas. El silencio y la tranquilidad los rodeaba, lo único audible eran sus respiraciones muy juntas en un abrazo y el tintineo de sus campanas siendo movidas por el viento.

- Pensé que la cinta de tu campana se había roto, ¿Cuando la arreglaste?

- Esa misma noche, le pedí a la criada que lo arreglara. Lo cosió en par de minutos y quedó como nueva.

- Debiste dejarme que lo hiciera...- dijo refunfuñando

- Lo sé, pero no estoy tranquilo sino puedo ponerme la por las mañanas. Tú estabas muy entretenido en tu libro Hani, no quería interrumpirte.

- Bueno es que la protagonista mató a su hermano, tenía que saber si la atrapaban o no.

- Y ¿Lo hicieron?

- No, ella tiene mucha suerte. Es tan suertuda como Seungkwan, pero tiene la torpeza de Mingyu y es atolondrada como Hoshi.

- Jajajajaja, eso no terminara nada bien.

- Lo sé, estoy considerando si leerlo hasta el final, quizás termine tirándose de un puente...- escuchó reír a Cheol y se acomodó más en su hombro, con los brazos rodenado su cintura, mientras sentía las caricias en su espalda.- Hablando de puentes, extraño nuestro escondite secreto...

- ¿Nuestro? Ese escondite era mío, ¿Recuerdas? Tú llegaste de intruso.

- Lo recuerdo, me hiciste caer mientras subía. Eras un niño mal educado y atrevido.

- Me disculpo por eso, jajaja.

- Pero en serio, lo extraño. Aunque tenemos total paz aquí, aún recuerdo lo tranquilo y reconfortante que era.

- También yo... Pero creo que no lo necesito realmente...- Jeonghan lo miró curioso- para mí, cualquier lugar a tu lado es igual de tranquilo y reconfortante.

- Me corrijo. Sigues siendo un atrevido.- Cheol río, no podía creer que aún tenía la capacidad para sonrojar a Jeonghan, eso lo hacía sentir orgulloso.

- Y tú sigues siendo un niño bonito.

- ¿Con todo y arrugas?

- Claro, eres el hombre más hermoso de esta tierra, con todo y arrugas...- dijo mirando esos ojos marrones que lo volvían loco.- una vida juntos parece muy poco, pero no me arrepiento de haberla vivido. Cuando pienso en el momento en que dejaré este mundo, solo puedo pedir que vuelva a conocerte en mi próxima vida.

- Es lo mismo para mí. No me arrepiento de nada, solo deseo estar contigo hasta la eternidad... Te amo, Cheol. Gracias por ser el mejor esposo del mundo y darme tanto de tí en esta vida.

- Tonto, el que debe agradecer soy yo... Gracias por salvarme, cuidarme, alegrarme, consolarme y amarme todo este tiempo. Te amo tanto... sin ti, no sería yo. No importa lo que pase en el futuro-

- Iré contigo a dónde quiera que vayas- dijo sonriendo.

- Y yo estaré contigo dónde quiera que estés.

El imperio Diamante (jeongcheol x Seventeen) (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora