aura

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Estuve sentada en el sofá todo el tiempo, con Blake y James a mi lado, mientras los adultos discutían qué hacer.  Sentí que me había quitado un gran peso de encima tras contarles la verdad a mi familia y amigos, pero ahora me planteo si realmente ha sido tan buena idea.

Noto la mirada penetrante de Luke desde el otro lado de la sala. Al contrario que el resto de jóvenes, que estaban a mi alrededor mostrándome su apoyo, él había decidido mantener las distancias, lo cual en parte agradecí. Cuando Luke está cerca, James se pone tenso y un tanto agresivo. La relación entre los dos ya era mala, pero empeoró luego de que el slytherin y yo rompieramos nuestra relación.

Me di cuenta de que apenas estaba escuchando lo que Harry decía y volví mi atención a su discurso.

- … y por eso he aceptado el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que Minerva me ha ofrecido.

- ¿Tu padre va a ser profesor? -le susurré a James para que solo él y yo lo oyéramos.

- Si -respondió con cierta gracia, pues sabía que no había estado prestando atención-, así te tendrá más vigilada. ¿Por qué? ¿Te molesta tener a tu suegro merodeando por Hogwarts? -susurro guiñandome un ojo.

- ¡James Sirius! -exclamé dándole un golpe en el hombro mientras negaba levemente sonrojada.

El azabache soltó una leve carcajada y volvió a mirar a su padre, que seguía hablando sobre las medidas de seguridad que debían tomar en el Ministerio ahora que los mortífagos andan sueltos.

Admito que mi relación con James ha cambiado, y para bien. Antes no lo soportaba y ahora es uno de mis mayores apoyos. Él siempre está ahí para mí y tiene paciencia conmigo. Y Merlín sabe que no me río tanto con nadie como lo hago con James.
Vuelvo mi vista para mirarlo. Tiene algunas pecas esparcidas por la cara y una leve rojez en la nariz causada por las gafas. Su pelo azabache está desordenado y tiene los labios apretados en una fina línea y el ceño algo fruncido, como hace siempre que está muy concentrado .Sus ojos avellanas tienen un leve brillo a la vez que siguen todos los movimientos de su padre. Unos ojos tan vibrantes y profundos que podrías perderte en ellos. Unos ojos que ahora me están mirando fijamente.
Nos quedamos así un rato, simplemente mirándonos el uno al otro. No necesitaba más.

Las personas comenzaron a levantarse y yo los imité, aunque no estaba muy segura de por qué.

- Bella, debemos hablar sobre algunos asuntos -me dijo la profesora McGonagall. Era la primera vez que me llamaba por mi nombre.

- Claro, profesora.

Me ofreció una leve sonrisa y me hizo un gesto para que la siguiera. Cogí a Blake de la mano y la arrastré conmigo, no quería tener que hacer eso sola, y creo que James necesita un descanso de mí. Nos posicionamos en una esquina de la sala de estar, algo alejados de los demás, que seguían conversando.

- Necesito saber si quiere que nos sigamos refiriendo a usted por el apellido Evans o prefiere el de Black. No lleva mucho tiempo en la escuela, así que será fácil de cambiar, es un trámite sencillo. Usted dirá.

- Yo… ¿puedo responderle por lechuza? Es algo que realmente debo pensar.

- Tómese el tiempo que necesite, es una decisión difícil -respondió asintiendo.

Iba a agradecerle cuando ella suspiró sonoramente, llamando la atención del resto de integrantes de la sala.

- Debería haberlo sabido -dijo, a lo que la miré algo confusa-; me das tantos dolores de cabeza como lo hacía Sirius -finalizó negando con la cabeza, dejando escapar una sonrisa.

Sonreí ligeramente a la vez que escuchaba las risas de algunas personas.

- Aún no ha visto nada, Minnie -respondí guiñandole un ojo.

- ¡Que Merlín me ayude!

Reí y volví a donde estaba sentada. Luego de un rato comencé a aburrirme. Blake y Megan se habían quedado dormidas en el sillón y Will en el suelo, pues ellas no le dejaban espacio. Tan solo eran las cinco de la tarde, pero parecía que fueran las nueve. Rose leía un libro mientras Ryan y Alice charlaban bajo la atenta mirada de cierto francés. Albus y Scorp jugaban al ajedrez y el resto se había ido dispersando con el tiempo, probablemente buscando algo con lo que entretenerse mientras procesaban todo lo que había pasado hoy.

- ¿Te apetece hacer algo? -le pregunté a James, que era el único a mi alrededor que no parecía ocupado.

- ¿Cómo qué? -respondió mientras se desperezaba.

- No lo sé, esperaba que tú tuvieses alguna idea -dije encogiéndome de hombros.

Él pareció meditarlo por unos segundos, hasta que por fin pareció decidirse.

- ¿Quieres algo relajante o algo más activo? -preguntó.

- Necesito tener la mente ocupada en otra cosa, así que activo -asentí.

- Tengo justo lo que necesitas. Coge un abrigo y sígueme -me indicó mientras se levantaba.

Hice lo que me había dicho y fui hacia el perchero. Cogí mi abrigo más grueso y lo seguí a la cocina. La noche pasada había nevado y hacía un frío de mil demonios.
Salimos por la puerta trasera al patio y sentí como el aire frío me golpeaba la cara y como con cada una de mis respiraciones se formaba una nubecilla de gélido vapor frente a mis narices. James avanzó hacia el cobertizo donde su abuelo guardaba los trastos muggles y luego de unos minutos salió con dos pares de patines.

- ¿Vamos a patinar sobre hielo? -pregunté lo obvio.

- ¿Te parece bien? -inquirió.

- Me parece perfecto.

James sonrió. Llevaba puesta una bufanda de Gryffindor y un gorro de los mismos colores.

- ¡Entonces no hay tiempo que perder! Venga, no está muy lejos.

Agarró mi mano y echamos a andar, alejándonos más y más de la casa.
Lo de darnos la mano se estaba volviendo costumbre, pero no me molestaba, es más, me parece un gesto bonito.
Luego de un rato llegamos a una pequeña pradera cubierta por la nieve, con un par de árboles desnudos y un lago helado. A lo lejos se veían unas montañas de cumbres nevadas y se respiraba un aire tan puro como frío. En Nueva York nunca había visto nada así.

- Wow, ¡es precioso! -exclamé mientras me giraba para sonreírle.

- No mereces nada menos -respondió dándome una cálida sonrisa y pasándome mis patines.

Una vez puestos, avancé hacia el lago. Blake y yo siempre íbamos a patinar al Rockefeller Center. No era una experta en este deporte, pero se me daba bastante bien.
Comencé a patinar, impulsándome lentamente, un pie delante del otro. Me movía con un ligero vaivén a la vez que avanzaba por la pista helada y sentía mis músculos relajarse. Hay algo reconfortante en el frío.
Potter llegó hasta mí y nos pusimos a patinar a la par.

- McGonagall me ha preguntado si quiero cambiarme formalmente el apellido -informé.

- ¿Enserio? -preguntó sorprendido- ¿Y qué le has dicho?

- Que tenía que pensármelo. La verdad es que no me había planteado tener que hacerlo. Es decir… no lo sé -negué con la cabeza mientras desviaba la mirada.

James se limitó a mantenerse en silencio. Él sabía que eventualmente se lo contaría. Eso es algo que me gusta de Potter: nunca me presiona.

- Desde hace meses he puesto todo mi empeño en entender esta situación y llegar hasta el fondo del... ¿misterio? Si es que se le puede llamar así. Pero realmente no me paré a pensar en lo que eso implicaría, en lo que podría llegar a afectarme a mí y a la gente que me rodea. Yo era una persona normal, con una vida y una familia normales, ¿y ahora? Resulta que todo lo que tengo no es mío realmente, que vengo de una familia de puros psicópatas y asesinos. Mi sola presencia ya os pone en peligro, pero ¿y si yo soy peligrosa? Es decir, por alguna razón me están buscando, ¿no? Creo que lo mejor sería marcharme, es la única manera de protegeros...

- Bella -dijo el azabache frenando frente a mí con sus patines, cortándome el paso y haciendo que me chocase levemente con él-. No hay nada, nada, que tú ni nadie pueda hacer para separarme de ti. Te lo dije anteriormente y te lo vuelvo a repetir: estamos juntos en esto y no voy a dejarte. Me importas demasiado -íbamos acercándonos poco a poco-. Me motivas a ser mejor persona y cuando estoy contigo… me siento yo mismo, como si no tuviese que cumplir ninguna expectativa -la conversación estaba tomando un rumbo inesperado-. Si te hiciesen daño y yo no estuviese ahí para protegerte… no creo que pudiese perdonármelo.

El mayor de los Potter acarició tiernamente con su mano helada la mejilla de la pelirroja, cuyos ojos grises se mantenían fijos en los del azabache.

- No voy a separarme de tí, deberías ir aceptándolo. Te quiero, Bella.

Esta última frase se escapó en un susurro de entre los labios del chico, como un secreto, tan bajito que si no hubieses estado prestando atención probablemente no la hubieses llegado a escuchar.

•Riptide• j.s.pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora