Confesión. 2da parte

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James pestañeó confundido.

- ¿Los Black? ¿Para qué quieres saber...?

- Sólo contesta a la pregunta -lo corté- ¿Sabes algo de ellos?

Me estaba poniendo más nerviosa por momentos. A estas alturas creo que piensa que estoy loca.

- El padrino de mi padre era Sirius Black, por él llevo mi segundo nombre.

Asentí.

- ¿Qué puedes contarme sobre él?

- Bueno... Según mi padre era una buena persona, valiente y leal a los suyos. Era el mejor amigo de mi abuelo y fue la única persona en su familia que quedó en Gryffindor. Era Canuto en los Merodeadores originales, uno de los mejores bromistas de la historia. No se llevaba bien con su familia, para ellos era una deshonra. Se escapó de casa y mi abuelo lo acogió. Fue acusado de traicionar a James y Lily y de matar a un grupo de muggles y lo encarcelaron en Azkaban durante doce años, de manera totalmente injusta. Luego escapó y salvó a mi padre y a mis padrinos de Pettigrew. Murió en su quinto año, en la batalla del departamento de misterios, a manos de Bellatrix Lestrange.

Analicé la información que me había dado James. Ese hombre parecía una persona realmente extraordinaria. Sentí mucha pena al saber que dura fue su vida, no se lo merecía.

- ¿Y su familia? ¿Tenía algún hermano, primo... incluso hijos? -pregunté.

- Si, tenía una familia muy grande. Bellatrix era su prima, la abuela de Teddy y la de Scorpius también lo eran. Tonks, la madre de Teddy era su sobrina y... Tenía un hermano.

Vi como Potter se tensaba. Me estaba escondiendo algo.

- ¿Cómo se llamaba? -inquirí.

James suspiró y miró hacia los lados, asegurándose de que no hubiese nadie.

- En teoría, yo no debería saber esto... pero un día me colé en el despacho de mi padre y leí algunas cosas...

- Sea lo que sea que leyeras, necesito saberlo -le rogué.

- Su hermano. Su hermano traicionó a Voldemort.

Parpadeé un par de veces. Esa es la persona a la que estaba buscando.

- ¿Por casualidad su nombre empezaba por la letra "R"? -pregunté aferrándome al anillo que había en mi collar.

- Sí, se llamaba Regulus, creo -asintió- ¿Cómo lo sabes?

- Te lo explicaré luego -dije apresuradamente- ¿Él o Sirius tuvieron hijos?

- No que se sepa. Regulus murió muy joven mientras intentaba destruir a Voldemort, y Sirius... no lo sé, era muy mujeriego, pero mi padre nunca mencionó que llegase a tener descendencia.

- Vale... -estaba algo decepcionada. No era lo que me esperaba.

- ¿Ahora vas a decirme que está pasando?

Me mordí el labio, nerviosa. Tal vez Potter pueda ayudarme con esto, después de todo. Suspiré.

- Antes de nada tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie.

- Lo prometo -dijo muy seguro.

No hay vuelta atrás...

- A ver, no se muy bien por dónde empezar -comencé rascándome la nuca-. Digamos que todo empezó cuando llegué a Hogwarts. El sombrero Seleccionador dijo unas cosas un tanto... extrañas, y sentí que había algo que no encajaba. Además tengo una especie de sueño recurrente, que parece tan real...

- ¿El que contaste en adivinación? -preguntó a lo que yo asentí.

- Sí, ese. Luego, una noche... la noche que me encontraste en la torre de astronomía -especifiqué- estaba volviendo de la biblioteca y algo... o alguien, no lo sé se "cruzó" en mi camino y me guió hasta una sala en el séptimo piso, la cual estaba llenas de trastos. Seguí a esa especie de sombra y llegué a una mesa llena de recortes de periódicos, informes, diarios... Hablaban sobre como hace unos años el departamento de aurores había desmantelado una reunión de mortífagos clandestina -hice una pausa para tomar aire-, pero había uno que no sólo decía eso, sino que se centraba en otro aspecto de la operación. Decía que la hija de los organizadores, una niña en muy malas condiciones, había escapado de allí. Tanto los mortífagos como los aurores la persiguieron, hasta acorralarla en un acantilado. Los primeros llevaban ventaja, y lo único que pudo hacer la niña fue saltar al vacio. Nunca encontraron su cuerpo - finalicé mirando al suelo.

- Por Merlín... -murmuró James- ¿Cómo se llamaba?

- ¿Su nombre? No lo sé. ¿Su apellido...? Black.

Nos quedamos en silencio por unos segundos. Decidí que ya que no decía nada, continuaría con mi historia.

- Luego, cuando volví a mi habitación y me puse a dormir, volvió a repetirse el sueño. Unos días después intenté volver a la sala, ¡pero ya no estaba! No le dí más importancia al asunto hasta que el otro día, en la biblioteca, encontré una caja con doble fondo, llena de cosas relacionadas con lo que había leído aquel día, unos objetos -señalé mi collar- y lo que creo que es una profecía.

- ¿Una profecía? -preguntó consternado.

Asentí.

- ¿Y qué decía?

Me preparé para contestar, pero la puerta de la enfermería se abrió y cerré la boca. La señora Pomfrey se acercó a nosotros y me dió un vaso con un líquido verde.

- De un trago. En unos minutos estarás como nueva.

Le dí las gracias y me tomé la poción. Miré a James y le susurré "En la torre de astronomía a las doce", luego salí de la habitación bajo la atenta mirada de la enfermera y volví a mi cuarto.

Al menos ya no estoy sola en esto.

•Riptide• j.s.pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora