El viaje en traslador no fue nada agradable, y al aterrizar agradecí internamente no haberme puesto una falda. Me levanté y cogí algunas cosas que se habían caído de mi maleta. Cuando todos estuvimos de pie, llamamos a un taxi para que nos llevara al Caldero chorreante, que según mi madre no era ten malo como sonaba, y además allí se encontraba la entrada al Callejón Diagon. Alquilamos una habitación y después de dejar nuestras cosas bajamos a tomar algo a lo que vendría a ser la "cafetería" de la posada. La verdad es que no estaba tan mal, se notaba que en un pasado había sido bastante mal cuidada, pero la nueva dueña la había transformado por completo en un lugar agradable, acogedor y con estilo. Además, se habían adaptado a las nuevas tecnologías, porque también tenían WI-FI. Pedí un café estilo frappé (que me sorprendió mucho que tuvieran), Blake pidió un té helado y mis padres dos cafés negros con canela. A pesar de que el local estaba lleno, nos lo trajeron bastante rápido.
- A ver niñas, como sabéis, al ser 31 de agosto esto va a estar muy lleno de gente comprando cosas de último minuto.- dijo mi padre- Si queréis podéis ir solas, creo que ya sois mayorcitas. No hace falta que vayáis a Gringotts, ya os damos nosotros el dinero. Nos vemos en tres horas.- finalizó pasándonos dos carteras, una para cada una.
Les dimos un abrazo y nos largamos, pues nos estábamos asfixiando un poco en el local. Tuvimos suerte de poder llevarnos nuestras bebidas con nosotras, porque para ser Inglaterra hacía muchísimo calor.
- Tengo dos opciones- dijo Blake mientras caminábamos hacia donde se suponía que se encontraba la entrada del callejón.
- Te escucho.
- Bien, o me meto en algún lio gordo y el ministerio me deporte de vuelta a Estados
Unidos o pago a alguien para que se tome una poción multijugos y finja ser yo y largarme a Estados Unidos.- Ambas suenan tentadoras, lo reconozco- reí.
En ese momento llegamos frente a una pared de ladrillos un tanto escondida. Miré a Blake con confusión y ella me devolvió el mismo gesto. Toqué la pared pero no pasó nada. Luego llamé como si fuera una puerta, pero siguió sin moverse, o abrirse o lo que se suponga que tiene que hacer.
- Alohomora- dije en un susurro intentando hacer magia si mi varita (la cual aún no podía usar fuera de la escuela) pero no sucedió nada.- emmmm, ¿ábrete sésamo?- miré a Blake de nuevo con una ceja alzada, se me habían acabado las ideas.
- Emmmm ¿holaa?- gritó Blake- mira, mi querida pared, estamos intentando pasar, si no te importa. Así que no seas maleducada y ábrete de una vez o lo que sea.
- Disculpa, pero estás hablando con una pared, no puede oírte, y menos responderte- dijo alguien detrás de nosotras. Se notaba que estaba conteniendo la risa.
Nos dimos la vuelta muy lentamente, rojas hasta las orejas de vergüenza. Allí delante de nosotras había un hombre alto con el pelo oscuro y muy revuleto que debía tener unos 40 años o así. Tenía los ojos verdes protegidos por unas gafas redondas y vestía ropa casual muggle. No fue hasta que se acomodó el pelo con la mano que vi una cicatriz en su frente. Al instante supe quién era.
- Oh, ¡que maleducado soy! Hola, me llamo Harry, Harry Potter. ¿Necesitáis ayuda chicas?
Blake se quedó estática al oír su apellido. Abría y cerraba la boca como un pez pero no llegaba a decir nada. Me miró y luego al señor Potter, cerró la boca y se puso más roja que mi pelo. Noté que llevábamos demasiado tiempo en silencio, así que inicié una conversación.
- Es un placer conocerlo señor Potter. Me llamo Bella Evans y esta es mi hermana, Blake. Y si, obviamente necesitamos ayuda – reí nerviosa – ¿podría ayudarnos a llegar al callejón Diagon? No somos capaces de abrir la puerta... o pared... o lo que sea.
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•Riptide• j.s.p
FanfictionBella es una chica excepcional con un pasado tormentoso. Ella y su hermana Blake son transladadas desde Ilvermorny y su llegada pone Hogwarts patas arriba. Parece que hay una nueva reina de las bromas y ha llegado para quedarse, lo que trae enfrenta...