𝐂𝐢𝐠𝐚𝐫𝐞𝐭𝐭𝐞𝐬 ||reddie

🚬sʟᴇᴇᴘᴏᴠᴇʀ

El aula de clases se hallaba casi vacía. Apenas sonó el timbre y ya los alumnos estaban por los pasillos, a excepción de un par.

—¡Vamos Eds! ¡Siento que ya estoy envejeciendo!— exageró Richie, dando saltitos de desesperación

—¡Ya voy!— rodó los ojos al mismo tiempo que guardaba todas sus cosas organizada y tranquilamente en su mochila.

— Eddie, si no salimos ahora mismo llegaremos tarde a tu casa, tu gorda madre se enojará y no te dejará salir en la tarde a la cantera conmigo y los demás—se paseaba por enfrente del más bajo

—¡Cuántas veces te he dicho que no hables así de mi mamá!— dirigió una mirada molesta al pelinegro para después cerrar su mochila y caminar hacia la puerta

Richie rió —Lo siento spaghetti, quise decir, tu voluminosa madre— caminó rápido para alcanzar a Eddie y se posicionó a su lado para caminar junto a el y salir del lugar

—Vete al demonio—apenas respondió y sintió que Richie jaló de la manga de su camiseta para arrastrarlo hacía un espacio que había entre los casilleros. Era bastante estrecho. Podía sentir su pecho chocando con el del más alto y eso lo ponía algo nervioso— ¿Qué mierda te pa— fue interrumpido por la mano de richie posicionándose sobre su boca

—Santa mierda—Musitó Richie mientras asomaba su cabeza hacia el pasillo, entrecerraba los ojos y su boca estaba medio abierta por el asombro

—¿Qué? ¿Qué es?— Eddie trataba de asomarse también pero el mayor le impedía ver. Richie se movió un poco para permitirle que viera y logró visualizar algo, para él, increíble— Tienes que estar jodiendo— su mandíbula estaba tan caída como la del azabache

No muy lejos observaban a Henry Bowers besándose con su supuesto amigo Patrick Hockstetter, recargados en la entrada del baño de hombres.

—El idiota resultó más marica que yo— bufó Richie, dirigiendo su vista hacia Eddie y mirándolo por un par de segundos, esperando a que reaccionara — ¿Sorprendido spaghetti?— alzó una ceja, burlándose del castaño, quien aún observaba con asombro. Admitía que ver la expresión de sorpresa en Eddie le causaba ternura

—Yo...no lo puedo creer— respondió incrédulo, notó que los dos chicos habían entrado al baño y regresó su mirada hacia Richie .

—¡No me digas, Eds! casi no noto la saliva escurriendo de tu boca —dijo sarcásticamente y rió

Eddie volteó a verlo y sonrió ante el comentario de Richie, pero rápidamente su sonrisa se borró
—Es solo que, cuando tú saliste del closet, el imbécil de Bowers y su pandilla fueron los primeros que te atacaron, Rich— le recordó negando con la cabeza, aún incrédulo— ¡te hacían la vida imposible!, te insultaban, golpeaban y...y ¿¡recuerdas esa vez que casi acabas en el hospital por su culpa?!— su respiración comenzaba a agitarse por el asma