𝐂𝐢𝐠𝐚𝐫𝐞𝐭𝐭𝐞𝐬 ||reddie

🚬ғᴀʟʟɪɴɢ ғᴏʀ ʏᴏᴜ

Richie disminuía la velocidad del automóvil rojo, llegando a su penúltima parada del día: la casa de los Kaspbrak. La última era su propio hogar, pero antes de eso tuvo que llevar al resto de los perdedores en sus propios domicilios, después de un relajante fin se semana fuera del pueblo.
Era tarde en domingo, el cielo ya se apreciaba entre tonos amarillos y anaranjados, apuntando que la noche caería pronto.

Eddie bajó del auto y Richie imitó su acción, ayudando al castaño a sacar sus mochilas con equipaje del maletero y llevándolas dentro de la casa, donde Sonia esperaba echada en el sofá de la estancia.

—Muchas gracias, Rich— dió un fugaz beso en la mejilla del mencionado— te veo mañana en clases.

—Uh-Uh— negó el pelinegro recargado en el capote del auto de sus padres y apuntó con su dedo índice sus propios labios

El menor rodó los ojos y se acercó para besarle. Richie se apresuró a sujetar la espalda baja de Eddie con una mano, al tiempo que la otra tocaba sus muslo.
El castaño colocaba sus manos en el pecho del de gafas y se posicionó entre las pálidas piernas de este.
Era un beso dulce y sin prisa, pero Eddie lo cortó al recordar que estaban literalmente fuera de su casa y su madre podría verlos.

—Te quiero— pronunció al separarse del mayor y enseguida entró a su casa, pero no sin antes escuchar un "yo más" de Richie como respuesta.

Cerró la puerta de su casa tras de él y caminó unos pasos hasta la sala para saludar a Sonia con un beso en la mejilla.

—Menos mal que Tozier te trajo a tiempo— pintaba sus uñas con un esmalte rosa intenso, al tiempo que veía la televisión. Sin siquiera darse el tiempo de voltear a ver a Eddie.

No le agradaba Richie, para nada. Había rumores de su homosexualidad esparcidos por todo el pueblo, y Sonia no quería que su preciado hijito se contagiara de aquella enfermedad, o así es como ella le llamaba.
Por otro lado, Bill Denbrough era un joven de bien, con una reputación intacta. Su tartamudeo era uno de sus pocos defectos. Eso, su amistad con Richie Tozier y su antigua relación con la zorra de Marsh.
El tartaja era la única razón por la que Sonia le permitía salir a Eddie; si era con Bill, estaba bien. Eso decía ella.

—Sí, mami— respondió incómodo, no le gustaba hablar de Richie con su madre en lo absoluto, lo ponía nervioso.

Sonia notó la nuez de Eddie moverse, en señal de que había pasado saliva. —¿Estás nervioso por algo en específico?— ahora ya lo veía, con una mirada indagadora.

—No, para nada— trató de formar una sonrisa pero no fue de mucha ayuda—Fue un viaje largo, iré a descansar.

—Como quieras, cariño. Y no te olvides de tomar tu medicamento de las ocho.