𝐂𝐢𝐠𝐚𝐫𝐞𝐭𝐭𝐞𝐬 ||reddie

🚬sʜɪʀᴛs ᴏғғ ᴀɴᴅ ᴋɪss

—Olvídalo Bev, no saldremos hoy. Eddie está castigado—. Habló Richie al teléfono de su propia casa, recargado en la pared, con una pierna cruzada y una mano en la cadera. Las ondas de su cabello desordenadas y con un pantalón de pijama azul cielo a cuadros, acompañado de una camiseta básica blanca y sus pies descalzos, tocando la fría baldosa del piso.

Eddie por su parte, lo miraba con aquellos ojos avellana mientas charlaba con Beverly al teléfono. Él ya iba vestido con una camisa rosa, su short rojo favorito y un buen par de calcetas blancas que le llegaban un poco más abajo de la rodilla.

Caminó hasta la cocina, y se sirvió un vaso con yogurt de fresa. Llevaba hambre, no había desayunado nada antes de escabullirse fuera de su casa. Se había levantado temprano, justo a la hora en la que sabe que Sonia salía a hacer las compras para ir a visitar a Richie. Y con suerte, su madre no regresaría hasta tarde, ya que viajaba desde Derry hasta Maine para conseguir las cosas que más eran de su agrado.

Estaba feliz; le encantaba pasar los días con Richie... o las noches. Las noches eran mil veces mejor cuando estaba con Richie, con sus brazos rodeando su cintura, mientras repartía besos por toda su cara. Provocando que su estómago diera vuelcos de alegría.

Cuando regresó de la cocina, dió un beso coqueto en la mejilla al azabache, haciendo que dejase de prestar atención a Marsh. Y es que qué mejor manera de robar la atención de su novio.

Richie contempló a Eddie caminar por el pasillo; iba y venia con una sonrisilla pintada en su rostro, esperando a que él terminara la llamada mientras comía su yogurt de fresa. Tan lindo como siempre; no pudo evitar distraerse.

—¡Richie! ¿sigues ahí?, deja de ignorarme, bocazas.

—¿Qué?... ah si, uh... hoy no Bev, tal vez mañana los vea en la casa club, como sea, hablamos luego. Molesta a Stan de mi parte—. Y colgó.

—¿Y? ¿qué quería?— preguntó el castaño, metiendo una cucharada de yogurt a su boca.

—Que fuéramos a los Barrens con lo demás. Pero dijimos que no saldríamos...

—Oh, si. Bueno será otro día—. Volvió a comer de su vaso de yogurt.

Richie se acercó, y abrió la boca, esperando a que Eddie le diera de su refrigerio, pero este se negó.

—Uh-uh, sírvete el tuyo.

—¡Sólo quiero una probadita, Eds!

—No—. Dijo apartando el vaso para que no estuviera al alcance de Richie.

El azabache intentó arrebatarle el vaso, Eddie lo esquivó, y subió corriendo de vuelta a la habitación de Richie entre risas.

Dejó su refrigerio en un buró. Al darse la vuelta ya tenía los pálidos brazos del Richie enroscados en su cintura. Richie lo alzó, a modo de que sus pies no tocasen el piso.