𝐂𝐢𝐠𝐚𝐫𝐞𝐭𝐭𝐞𝐬 ||reddie

🚬ᴇᴍᴏᴛɪᴏɴs

La pareja dormía plácidamente, cuando la puerta de madera perteneciente al dormitorio de Richie se abrió bruscamente, dejando pasar la gran figura de Sonia Kaspbrak.

No eran más de las 8am cuando el azabache se despertó abruptamente, haciendo a su cuerpo sacudir por el susto. Contrario a él, Eddie dormía profundamente aferrado a su cintura, con su cabellera desordenada, ropa prestada, y una resaca que le daría molestia apenas abriera los ojos.

Maggie Tozier había corrido detrás de Sonia cuando esta última irrumpió en su casa a tempranas horas del día. La gran y enfurecida mujer subió las escaleras a paso rápido, Maggie pisándole los talones, y apenas vio la puerta con posters musicales adheridos a esta, intuyó que era la del adolescente.

—¡Edward Kaspbrak!—se adentró ruidosamente en la habitación, Eddie ni siquiera se había inmutado (todo lo contrario a Richie). Maggie maldijo internamente, al tiempo que ponía una mano en su frente y apretaba sus ojos con preocupación, pues la posición de ambos chicos era un tanto comprometedora.

Sonia había llamado a cada una de las casas de los perdedores, insistiendo numerosas veces en la de los Tozier, y cuando Maggie atendió, diciendo que Eddie había pasado las últimas dos noches en su casa, no dudó dos veces en ir a buscarlo.

—S-señora K.— entonó Richie con asombro y miedo, haciendo presión en uno de los brazos de Eddie, que hacía solo unos segundos no hacía más que acariciarlos.

—¡Aléjate de mi hijo, degenerado!— tomó a Eddie por una de sus piernas, el castaño enseguida abrió los ojos. Desorientado, miró a Richie, quien mantenía una mirada de horror, y luego dirigió su vista a su madre, quien trataba de arrastrarlo fuera de la cama—. Levántate, Eddie. Nos vamos.

—Sonia, estoy segura de que podemos hablar sobre esto...— trató de intervenir la señora Tozier, procurando no perder la cordura por como había llamado a su hijo.

—¡No!, no hay nada que discutir. Eddie viene conmigo y punto.

—Pero mamá...

—Pero nada, muévete— tomó bruscamente a Eddie por el antebrazo, sacándolo de la habitación.

Richie se levantó de golpe, quitando desesperadamente las sábanas de sus piernas, y alcanzó a tomar la mano de Eddie, frenándolo. Lo miró a los ojos, se veía cansado, desconcertado. Todo se movió en cámara lenta por un instante.

Sonia se dió la vuelta, al ver el agarre, y las miradas que ambos chicos compartían, tiró del brazo de Eddie con más fuerza, hasta que lo sacó de aquella casa.
Richie se disponía a seguirlo, pero Maggie puso una mano en su hombro, indicándole que lo dejara.