LA NUEVA INQUILINA ( Marvel )

La chica insoportable

Llegó el primer día de instituto para Davinea.
Era temprano y estaba en la habitación, se situaba frente al espejo, mentalizándose de lo que le venía encima. Normalmente cuando eres nuevo te sientes muy nervioso. El estómago se te remueve, te duele la cabeza incluso te entran náuseas. Y así se sentía nuestra protagonista.
Cuando se miraba al espejo, veía un rostro pálido y con bolsas bajo los ojos. No durmió nada, su primo se había apoderado de sus pensamientos. ¿Cómo se iba a concentrar en las clases si no se podía quitar de la cabeza el plan de Wanda?

Derrepente una voz le hizo volver a la realidad.

—¿Davinea estás lista?

Davinea se despidió de su reflejo ante el espejo y volvió a dirigirse hacia la cama, donde estaba Peter sentado esperándola.

—¿Nos vamos? —dijo Davinea poniéndose su mochila.

Iba con el pelo liso, una sudadera gris bajo una chaqueta vaquera y su mochila azúl. Ella no sabia que ponerse para el instituto, nunca había estado en uno. Por eso le robó ropa a su prima Wanda a escondidas. Seguramente a la vuelta de las clases a Davinea le caería un pequeño sermón de Wanda por agarrar sus cosas sin su permiso, pero no pasa nada: siempre diva nunca indiva.

—Recuerda, tenemos que decir que somos primos. Actúa como tal —le recordaba Peter comenzando a caminar hacia la puerta.

Davinea asintió mientras que tragaba como signo de miedo.

En un abrir y cerrar de ojos Peter y Davinea se encontraban en el instituto.
Davinea sentía unos cosquilleos muy malos en el estómago al ver a tantos adolescentes entrando y saliendo.
Ella era tan antisocial que no se veía haciendo migas con nadie.

—¿Asustada? —le preguntaba Peter con una mueca burlona.

—Yo nunca me asusto de nada —dijo intentando fingir.

Entraron los dos y Davinea se presentó ante los profesores. Lo típico que se suele hacer en tu primer día de instituto.
No se separaba de Peter, si pudiera se hubiera enganchado en brazos en él. Estaba tan asustada, tan intimidada que estaba deseando que tocara la campana, para salir por patas de allí.

Peter se aseguró de enseñarle su taquilla y de que guardara las cosas en ella.

Los dos concentrados pegaron un pequeño sobresalto cuando una voz proveniente de atrás les asustaron.

—Hola colega —dijo Ned simpáticamente.

—Que pasa Ned —dijo Peter con la mano en el pecho recuperándose del susto.

Los ojos de Ned rehuyeron a los de Peter para poder clavárselos en el rostro de Davinea.

—Vaya, vaya, vaya. ¿Y esta preciosidad que tenemos aquí? ¿quién es?