La manada Wong.

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Hendery abrió los ojos de manera perezosa, el sol apenas empezaba a asomarse sobre las nubes, el reloj en su mesa le indicaba que eran las 5:30 de la mañana; la suave respiración de Yangyang le hizo cosquillas en el cuello cuando se acurrucó más contra él, casi besando su piel, del otro lado, Xiaojun tenía la mejilla recostada en su pecho, dejando ligeramente expuesta la mordida en su cuello, sus ojos cerrados y un brazo flojo en su cintura.

Respiró la plenitud del momento. La paz que tener a sus dos omegas a su lado le proporcionaba; cuidadosamente sus dedos recorrieron la suave y cremosa piel de ambos, llenándolos de su aroma antes de levantarse lentamente de la cama; ya de pie los contemplo con adoración, Xiaojun se había movido, alcanzando a Yangyang para esconderse en el mordisqueado cuello del omega menor. Eran tan hermosos. Hendery estaba completamente enamorado de ambos, sus maravillosos omegas independientes que eran capaces de defenderse a si mismos y a la vez, ambos decidían confiar en él, en su alfa. Su corazón vibro, lleno de amor.

Se cambio la pijama en silencio y salió de la habitación dispuesto a realizar su caminata diaria por los campos, observó la puerta cerrada del cuarto de sus cachorros con una sonrisa, se había acostumbrado hace unos años a salir solo, no porque nadie se ofreciera a acompañarlo —Xiaojun incluso le había hecho una escena de celos jurando que si él salía de madrugada a ver a otra omega le cortaría la garganta— sino porque él se tomaba ese tiempo para él, un momento para meditar.

Cuando Jeongin, Ningning y Seungmin cumplieron dieciséis y quince años se habían vuelto sus compañeros de caminata autoimpuestos, un día simplemente estaban esperando con sus chaquetas en la puerta y él no pudo decirles que no, era imposible negarse a los tiernos ojos caramelo de Jeongin y Seungmin, ni se diga de los decididos ojos azules de Ningning.

Así que hoy se había levantado antes, porque específicamente este día, él quería caminar solo.

Subió el zipper de su chaqueta hasta arriba, se calzo las botas y salió a la fría brisa de la mañana. Empezó a caminar despacio, observando su alrededor y disfrutando el olor del bosque, tan conocido y misterioso, trayéndo recuerdos de dos pequeños alfas jugueteando entre los árboles. El nudo en su garganta se apretó al pensar en Chittaphon, su hermano, el que siempre sería su alfa y el que por mucho tiempo fue su refugio.

Sonrió al recordar a ese joven Hendery, un alfa que había decidido vivir como un beta y que de la noche a la mañana había recibido el liderazgo de una manada, todo el miedo, el temor y la preocupación de no llenar los zapatos de su hermano, de fallarle. Paso tanto tiempo frustrandose a si mismo, sintiendo que no era lo suficiente alfa, lo suficiente Chittaphon... que olvidó ser Hendery, olvidó que su hermano no quería que fuera como él, Chittaphon siempre quiso que Hendery encontrara su propia felicidad.

Y lo hizo.
Quizá tarde, pero la encontró, no solo en sus omegas y sus cachorros, la encontró en él y está seguro de que Chittaphon hubiera estado orgullo.

Llego a los árboles que había estado buscando y se detuvo a una distancia prudente,  el aire de sus pulmones antes de que sus dedos se acercaran a las placas grabadas, sus ojos se llenaron de lágrimas al leer el nombre de su padre, su madre y su hermano; se sentó a la sombra, recostando su espalda contra el tronco como quien busca un abrazo y suspiró, cerrando sus ojos.

—Perdón por tardar tanto en venir a hablar con ustedes...

El viento soplo, como si algún espíritu del bosque quisiera responderle

—Sabes, Chitta.... oenssras quensoy un dramático, pero... hoy hace dieciocho años te fuiste... y aún te extraño. —murmuró, imaginando la sonrisa de su hermano— no hay día que no lo haga, no te lo tomes personal, papá, sabes que siempre serás mi consejero favorito y mamá, también extraño tus abrazos, los extraño a los tres... mucho, hubiera querido que conocieran a mis chicos, Jeongin ha empezado a coordinar proyectos para tener tierra fertil en el territorio de los Liu, Ningning y Seungmin están considerando crear casas de refugio en el territorio de los azules ¿te lo imaginas? —bromeo Hendery, sintiendo una lágrima caer por su mejilla— Estoy seguro que se hubieran enamorado tanto como yo de Xiaojun y Yangyang... mamá, los hubieras adorado.

Los Omegas del Alfa | HenXiaoYangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora