CAPÍTULO 7

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🌟Capítulo editado🌟

Al salir de la empresa todo se puso muy extraño, el ambiente se volvió algo tenso por lo que hicimos un recorrido en auto bastante silencioso. Claro que tuve que romperlo yo con un grito de sorpresa cuando el vehículo se adentró al aeropuerto hacia una parte bastante solitaria donde había un único avión, no uno comercial, uno de esos pequeños que son privados. Tenía el mismo logo de la empresa así que supuse que le pertenecía a Daniel, aún así no pude controlar la euforia al saber que, por primera vez en mi no muy tranquila vida, viajaría como una reina. Mi jefe sólo se digno en mirarme con malos ojos pidiendo en silencio que deje de comportarme como una niña pequeña, lo que para mi era imposible cumplir.

Nos apeamos del auto y subimos las pequeñas escaleras para adentrarnos a la majestuosa nave porque, a pesar de no ser tan grande como uno normal, es tan lujoso que impresiona. Mi cara reflejaba por completo mi emoción ya que la sonrisa de estúpida drogada no me la quitaba nadie, ni siquiera el amargado de Daniel quien rodaba los ojos a cada expresión de asombro que ponía. Y ¿cómo no hacerlo cuando estoy montada en el sueño de cualquier mujer? Una gran cabina nos recibió con unos pocos y muy cómodos asientos. Los de la izquierda eran solitarios, de esos que se recuestan y tienen para acomodar los pies como si fuera una cama. Los de la derecha eran de dos en dos y estaban colocados uno frente al otro con una especie de mesa retráctil en el centro, algo así como la mesa de un restaurante, sólo que esas no parecían sillas, más bien sillones suaves y mullidos de un elegante color crema. Creí que Daniel se sentaría en uno de los solitarios, pero para mi sorpresa escogió los dobles, así que con mucha desvergüenza me senté frente a él.   Estuvimos un corto momento en silencio hasta que valientemente decidí romperlo.

-¿Cuánto se tarda en llegar a Madrid?

-unas 7 horas. -es su escueta respuesta. Abro los ojos asombrada.

-¿tanto? -no puedo evitar casi chillar.

-¿Qué esperaba? Madrid no está a la vuelta de la esquina.

Sin poder evitarlo hago un mohín y murmuro con pesar.

-ni siquiera desayuné.

Lo observo bajar la revista que estaba ojeando, la cual se encontraba sobre la mesa cuando llegamos, y me observa soltando una pequeña sonrisa.

-no se preocupe -me dice mientras cierra la revista y vuelve a dejarla sobre la mesa. -no voy a dejar que muera de hambre, en cuanto despeguemos haré que nos traigan algo para desayunar.

-uff -suspiro con alivio, la verdad es que yo sin comer no razono.

Se escucha un pequeño sonido tipo bim bim, y un cartel se alumbra anunciando que abrochemos los cinturones puesto que ya casi vamos a partir. Cumplimos lo solicitado y pacientemente espero.

(...)

La verdad es que el silencio me incomoda. Nos trajeron un exquisito desayuno, tostadas, jugo, jamón, mantequilla, tocino y frutas. Llevamos apenas media hora de vuelo y la, muy descarada diría yo, azafata ya retiró lo que utilizamos y limpió la mesa antes de desaparecer nuevamente. Y le digo así porque no paraba de lanzarle miradas y pestañazos a Daniel, y sus constantes "¿algo más señor?" me tenían enferma. No es que esté celosa ni nada, no se confundan, es que ni YO soy tan ofrecida, y vamos, que eso ya es mucho decir.

Me remuevo incómoda en el asiento sin saber en qué ocupar el tiempo. Mi jefe se ha enfrascado en su computadora y creo que ni pestañea, teclea sin parar. Vuelvo a removerme pero me quedo quieta al escucharlo suspirar.

-¿Se puede saber qué le pasa ahora? -pregunta algo enojado, lo que automáticamente hace que frunza el ceño porque no sé qué bicho le picó para que me hable así, a este paso me arrugaré como una pasa.

TENTACIÓN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora