CAPÍTULO 18

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Narrador Omnisciente

Daniel, en su estado, sabía que a esa hora ya Alisha estaría dando vueltas por todo Madrid sin él. Por lo que, sin decirle nada al escuálido vigilante de la puerta que esperaba que cambiara su órden, pues la chica que le describió con tanto ahínco nunca salió, cruzó las grandes puertas del hotel apoyado en su chofer que lo ayudaba a no caer. Una vez frente al ascensor y darle al botón para llamarlo, Daniel le pidió a enrique que lo dejara solo. Quería demostrar que no estaba tan mal como se veía, aunque, en cuanto éste lo soltó, fue directico a abrazar la pared frente a él. En vez de enojarse o sentir algún dolor, rompe en risas llamando la atención de la gran mayoría de las personas que lo rodeaban.

Sin dar su brazo a torcer, con un gesto le indicó a su trabajador Español que se fuera y así lo hizo. Menos de un minuto después las puertas del aparato metálico se abren y, luego de que salieran de este tres personas quienes lo miraban con malos ojos por las pintas que traía, logró entrar sujetándose de las paredes. Marcó su piso dispuesto a dormir un rato en lo que aparece su sexy secretaria, sin darse cuenta que, frente a él, justo en el momento en que las puertas del elevador se cerraban, por las principales del edificio salía una muy dispuesta Alisha, decidida a conocer, explorar y divertirse.

Sólo y encerrado en el pequeño espacio metálico se puso a tararear la primera canción que le vino a la mente. No sabía a que venía su felicidad pero se sentía bien y quería seguir así. Las puertas se abrieron y fue dando traspiés hasta su puerta. En el 4to intento logró pasar la tarjeta que le abría la puerta y pudo ingresar.

Lo primero que hizo fue buscar otra botella, esta vez, al buscar y no antojarsele ninguna, se decidió por una cerveza. Gran error, esa mezcla iba a traerle una resaca monumental pero era lo que menos le interesaba ahora. Acto seguido de darse un laaargo trago se quitó los zapatos aún estando de pie. Rió escupiendo la cerveza cuando casi termina en el suelo. Menuda tranca tenía el tío. Intentó quitarse la corbata, trataba de mirar pero todo era un borrón. Su cerebro no le avisó que simplemente tenía que halar de un extremo, él quería safar el nudo, uno que no podía ver y, al desesperarse, buscó una navaja automática que siempre llevaba consigo y, con mucho cuidado porque a pesar de su estado, del peligro si era muy consciente, cortó la pobre corbata. Al terminar esta en dos pedazos en el suelo rió con fuerzas.

-¿...o vets? ¡Com...io no pedezz!

Para celebrar su gran victoria agarró otra cerveza, y para no estar en el para allá y para acá con lo que se le dificultaba, decidió llevarse todas las que le cabían en sus manos y las dejó sobre la cama. No había comido nada pero era lo último en lo que pensaba, en su mente sólo estaba una guapa rubia de exhuberantes y deliciosos pechos y ni hablar de su jugoso coño.

<<joder>>

Un escalofrío lo recorrió por todo el largo de su espalda erizandole los vellos. Su pene rápidamente comenzó a tomar grosor y su cuerpo iba aumentando la temperatura. Se recostó en el espaldar de la cama pensando en las cosas que habían hecho hasta ahora, así estuvo por un rato mientras las botellas de la amarga bebida iban siendo vaciadas rápidamente, intentando satisfacer un apetito que lo único que realmente deseaba era el dulzor del néctar de su chica. Aquella que se divertía y emocionaba mientras recorría, asombrada, la gigantezca Plaza Mayor. Sin un guía que le informara sobre sus interrogantes, el siempre dispuesto Josué le respondía con esmero y amabilidad todo lo que sabía.

Daniel, cerrando los ojos, comenzó a frotarse por encima de la ropa el miembro ya casi completamente endurecido, respiraba con dificultad mientras su mente jugaba con su cordura llevando al límite de lo pervertido su imaginación con cierta personita que lo volvía loco.

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