30. To Be So Lonely

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-Y bueno, Jungkook, cuéntanos, ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? -Le preguntó la señora Park mientras se llevaba un trozo de carne a la boca.

-¡Oh! Le encanta jugar a videojuegos. Se pasa horas y horas frente al ordenador si tiene tiempo y, cuando se aburre, nos arrastra a todos para jugar con él. -Respondió Jimin en su lugar con una sonrisa tonta en los labios mientras le observaba.

Jungkook, quien estaba sentado junto a él en la mesa, le miró con cariño y le devolvió una sonrisa avergonzada.

-Así es. Me encantan. -Respondió cuando volvió la vista hacia la mujer.

-¿Y a que juegos sueles jugar? -Cuestionó Jihyun emocionado.

Cuando Jungkook desvió su atención hasta él, la mujer miró a su hijo mayor, dándose cuenta de que no despegaba sus ojos de su compañero de grupo y que la sonrisa no se borraba de sus labios mientras hablaban de él.
Cuando el rubio le miró, esta le sonrió de vuelta con tanto cariño y comprensión en su mirada que él no supo cómo interpretarlo pero su madre no era tonta, conocía a su hijo como la palma de su mano y sabía que, tras esa amabilidad dibujada de fraternidad, había mucho más escondido. Aun así, guardaría sus conclusiones para ella hasta que estuvieran preparados para decirlo en voz alta.

La cena transcurrió con tranquilidad mientras mantenían una conversación agradable tras pasar todo el día en la casa de los Park.
La tormenta seguía cerniéndose sobre Busan como si la tierra necesitase de ese agua para depurarlo todo.

Tras recoger la mesa, el hermano de Jimin insistió en conectar uno de los juegos para retar a Jungkook, quien accedió sin demasiadas objeciones.

-No os preocupéis, nosotros nos encargamos de fregar los platos. -Comunicó el señor Park, conduciendo a su mujer a la cocina junto a él y dejando a los jóvenes solos en el salón.

Mientras, Jimin observaba a los dos chicos de la misma edad empezar una disputa sobre quién ganaría, apoyado en la ventana entreabierta mientras el viento azotaba suavemente su rostro y despeinaba su cabello rubio. Se distraía escuchando las gotas de agua golpear contra la superficie del suelo.
La sonrisa seguía adornando su cara y el brillo de sus ojos denotaban la ilusión de ver a su pareja llevarse tan bien con su hermano.

Sin darse cuenta, el tiempo pasaba y él seguía en la misma posición, sin apartar sus ojos de ellos.

-¿Qué, cariño? ¿Te diviertes? -La voz de su madre a su lado logró sobresaltarle.

-Me has asustado. -Admitió con una risa floja, como cuando te pillan haciendo algo que no deberías. -Eh, sí... Son adorables jugando. -Dijo sin pensar demasiado y, cuando se dio cuenta de sus palabras, sus mejillas se tornaron rosáceas, agachando la mirada avergonzado.

Su madre acarició su pelo con una sonrisa en sus labios mientras pasaba su brazo sobre sus hombros y lo atraía hacia ella en un abrazo cariñoso en el que Jimin solo sostuvo su cabeza sobre su pecho, dejándose envolver por el amor y la comprensión del silencio de su madre.

-Te quiero, hijo.

Sus palabras eran suficientes para llenar su corazón de felicidad y su alma de tranquilidad.

-Cuánto amor. -Comentó su padre al llegar y verlos abrazados. -¿Para mi no hay? -Dijo mientras se unía a ellos y despertaba sus risas.

-¡Es injusto! -Escucharon decir al menor de los Park mientras se dejaba caer sobre el suelo dramáticamente.

Había vuelto a perder por tercera vez consecutiva contra el moreno, quien sonreía mientras se despeinaba el cabello.

-Ya dije que era bueno. -Respondió Jimin a sus lamentos. -El mejor. - Continuó mirándole a los ojos mientras se sentaba en el suelo a su lado.

Beyond ~Jikookmin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora