Odiosos reencuentros.

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La cena acabó a la una de la mañana o así. Estaba cansada, pero aún así llevé a Alex a su casa.

-¿Quieres pasar?

-Es muy tarde...

-¿Estás segura?

Dijo Alex mordiéndose el labio inferior y mirándome sensualmente. En ese momento dudé y miré al final de la amplia calle. Ví a unos policías que no había visto antes y supuse que estaban haciendo un control de alcoholemia.

-Puede que si me quede.

Dije saliendo del coche.

-Bieen!

Exclamó Alex. Nos dirigimos juntas a su porche y subimos las escaleras de entrada. Alex sacó las llaves y abrió, tras varios intentos, la puerta. Parecía estar un poco borracha.

Pasamos a dentro y era una casa normal y corriente, de esas que tienen dos pisos y son como las que salen en las películas americanas.

Alex abrió un armario pequeño que estaba en el salón y sacó una botella de whisky y dos vasos.

Rellenó, más o menos, un dedo de whisky en cada vaso y me dio uno. Yo lo cogí poco interesada, aunque de todas maneras le agradecí sonriendo. Alex, en cambio, se lo bebió de golpe, se sentó a mi lado y me pasó un brazo por encima. Yo apoyé mi cabeza en su hombro y le cogí la mano.

Ella me besó la cabeza suave y cariñosamente. Olía mucho a alcohol, pero no importaba, yo solo quería estar con Alex y no importaba nada más.

-Tengo que decirte algo.

Dijo ella.

-Dime todo lo que quieras.

-Hay una cosa que aún no te he dicho.

-Pues dímela.

Alex me estaba empezando a preocupar. Sería raro que me dijese que es hetero.

De repente tocaron a la puerta. ¿Por qué todos los momentos bonitos o importantes los estropea alguien?

Alex se levantó, y se dirigió a la puerta.

-Hola, Alex.

-Hola, Larry.

¿Era el nombre que acababa de escuchar o eran imaginaciones mías? No podía ser, ¿Larry conocía a Alex? Imposible.

-¿Qué haces aquí tan tarde?

-Necesito 500€

-¿Y no podías venir mañana?

-Lo necesito ya.

Larry empujó a Alex hacia un lado y pasó al interior. Entonces le pude ver la cara. Era él.

Estaba todo sudado y parecía nervioso. Miró hacia donde estaba yo y abrió los ojos como platos y pude ver sus dilatadas pupilas.

-¿Piper? ¿Qué haces tú aquí?

Estaba a punto de contestar, pero Alex fue más rápida.

-¿Y qué más te da? Ella puede hacer lo que quiera.

-¿Estáis saliendo?

-Sí.

Dijimos las dos a la vez.

Un viaje, muchos cambios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora