El sonido que crees escuchar en ese silencio sepulcral de media noche, las hamacas que se columpian solas en un parque vacío, los sucesos inexplicables del clima, y las desapariciones extrañas de los seres humanos.
Así es, no estamos solos.
Las per...
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A medida que el nuevo rey fue creciendo, desarrolló virtudes que reflejaría en su reinado. Todo aquel que estuviera bajo el reinado del Rey Daniel, disfrutaba de paz, alegría y prosperidad; el mejor amigo del rey, Luke, lideraba la tropa de arqueros que servían al rey, y ambos, buscaban erradicar cualquier dificultad o amenaza que enfrentara el pueblo.
El reino estaba compuesto por la realeza y los aldeanos, quienes recibían si así lo deseaban, diversas tareas en el reino. La entrada, en el portón blanco, estaba custodiada por dos soldados, los cuales rotaban de día y de noche; estos soldados cuidaban la entrada del reino y eran los encargados de avisar cualquier evento sospechoso. Los soldados, además, eran los encargados de la protección del reino, y se encargaban de mantener la paz entre el pueblo.
Aparte de los soldados, también custodiaban la ciudad los arqueros, quienes eran campesinos que vivían en la salida del pueblo, que junto a su jefe Luke, custodiaban los perímetros de la entrada y colaboraban con los elfos y los cazadores; estos cazadores, eran seres primitivos, que optaban por vivir en una región aislada llamada Is.
En ese lugar, el sol nunca calentaba y la nieve nunca desaparecía. Los pobladores de ese lugar vivían de la caza, y siempre estaban vestidos con pieles de animales y armaduras de plata pura, sus animales de compañía eran los lobos, y, según cuentan las sagradas leyendas, los Isis fueron bendecidos con el don de cuidar la llama púrpura, un poder que permitía a los cazadores ver en la oscuridad, además de dotarlos con otras propiedades que solo a los Isis se les permitía conocer.
Estos cazadores no vivían en el territorio del reino de Lógverting; sin embargo, semanas antes de morir, el rey hizo un pacto que uniría lazos de sangre con el pueblo Isi, programó una unión matrimonial entre el próximo ascendente al trono, y la hija única del jefe cazador. De esa forma, se aseguró la paz entre estos dos poderosos pueblos, y aparte de eso, ahora, los hijos del rey de Lógverting serían herederos, tanto del poder de la vida, como de la llama púrpura, por lo que estos cazadores Isis, estaban ahora al servicio de Lógverting en parcialidad con su jefe de caza.
Por otro lado, estaban los elfos, quienes eran una raza sumamente inteligente, y, aunque vivían en el bosque de Lógverting, estos elfos no estaban bajo el dominio de su reinado. Los elfos eran liderados por una reina inmortal llamada Elin, la cual, en agradecimiento al rey por mostrar una actitud pacífica, los dotaba de propiedades curativas y permitía que sus elfos sirvieran en distintas labores que requerían sabiduría e inteligencia.
Y de esa forma, Lógverting fue creciendo, haciéndose una nación mucho más fuerte.
Treinta años después de la coronación del rey Daniel, la boda entre Anna, la hija del jefe Isi, y éste, se realizó. Al fin, la unión matrimonial quedó establecida, aquella unión, que representaría para Lógverting un tesoro incalculable. Al unir dos tierras poderosas, los Isis vieron que el conocimiento de su pueblo debía ser compartido, por eso, llevaron al palacio todos los libros sagrados que contenían los secretos ancestrales, no solo de los Isis, sino de la creación del mundo; por desgracia, solo un monarca con la sangre Isi podría abrir aquellos libros, ya que su sello mágico, impedía que cualquier ser de mal corazón pudiera descubrir la magia antigua que contenían.
Un año después de la boda del rey, la reina Anna dio a luz a dos hijos varones, mellizos, y lejos de parecerse el uno del otro; uno de ellos, tenía el cabello dorado, como si los rayos de sol hayan teñido uno a uno los pelos de su cabeza; sus ojos eran verdes con toques azulados, tenía la mirada profunda y al observar sus ojos, tenían la capacidad de teletransportarte a un bello prado en medio del bosque, su nombre fue: Aaron. El otro hijo del rey, por el contrario, tenía la mirada turbia, sus ojos eran de un azul grisáceo, y parecían albergar una tormenta eléctrica en su interior; su cabello, era de un color castaño, y su piel... su piel era pálida como luz de luna, a él lo llamaron: James.
Al ver a sus dos futuros gobernantes, el reino gritó y festejó con gran júbilo; sin embargo, más allá de su felicidad, al rey le importaba conocer los dones con los cuales fueron bendecidos sus hijos, más mucho se temía que se llevaría una gran decepción; puesto que, aunque estos dos niños eran hijos de una Isi, la sangre dominante que llevaban dentro pertenecía a un monarca de Lógverting. Con esta decepción, el rey educó y entrenó a sus hijos para que fueran fieles guerreros y monarcas como él, sin perder la esperanza, de que algún día los dioses bendecirían su vida con un hijo Isi, que pudiera dar a conocer los grandes secretos del mundo.
Para su gracia, 5 años después, la reina volvió a quedar en cinta, esperando un hijo que traería luz y sabiduría a sus vidas. Sin embargo, momentos antes de dar a luz, la reina sufrió un severo golpe, por lo que, su futuro niño, estaba en alto riesgo de muerte; en ese momento de necesidad, el rey Daniel recurrió a la inteligencia y magia élfica, suplicando a la reina Elin que proveyera a su esposa con un brebaje que la curara. Ésta, al ver la enorme humildad del rey, los ayudó creando una potente pócima, la cual, contenía en su mayoría elementos de la sangre Isi; la magia Isi curó la herida interna de la reina, y para sorpresa de todos, los dioses bendijeron al reino con una hermosa niña.
Eleanor, así la llamaron. Y por todo el territorio, tanto de Lógverting como de Is, se corrió la voz de la inmensa belleza que poseía esta princesa; su cabello, era de color blanco como la nieve misma, y sus ojos, eran de un púrpura claro, como el color de la llama sagrada de los Is, era una bendición, un regalo de los dioses por la unión entre los habitantes del reino. El rey, viendo a su hija y los rasgos Isis que había sacado, tuvo el presentimiento, de que, al fin, los secretos que se albergaban en la enorme biblioteca de su palacio, serían descubiertos.
Y así sucedió, el sacerdote Isi, tomó una gota de la sangre del talón de la niña y lo vertió sobre la portada de un gran libro de color azul oscuro, el cual, al contacto de la sangre, comenzó a brillar y se abrió. Era el libro que contenía todos los datos de los dioses; las personas de la habitación, al verlo, se asustaron muchísimo, puesto que ahí, se mencionaba el nombre de un dios al cual ellos nunca habían rendido tributo, un dios maligno que se alimentaba del sufrimiento, un dios que tenía supremo poder sobre la muerte.
El nombre de este dios era Seytan, y habitaba las profundidades de la tierra, extrayendo la energía negativa de los seres vivos y alimentándose de sus peores miedos y pesadillas. Seytan, era el dios del submundo, aquel que manejaba la ira y los pensamientos del hermano del rey.
Su hermano... por primera vez en 40 años, el rey Daniel volvió a pensar en su hermano, ellos habían lanzado al submundo a la persona con más energía negativa del reino, la persona con más ira, orgullo y deseo de venganza que existía en todo el mundo mágico.
Allá abajo, Sebastián, el hermano del rey Daniel, había aprendido a dominar las artes más oscuras, y enseñó a su hija todo aquello que conocía; utilizando la magia negra que habitaba los cuerpos muertos de animales, humanos y plantas, vigiló y estudió el comportamiento de los habitantes de Lógverting. Sabía que con la unión de los Isis y elfos a Lógverting, le sería imposible ejecutar su venganza, así que, usando el poder del Dios Seytan, comenzó a crear seres demoníacos que igualaran los poderes de los elfos y de los Isis.
Y así, poco a poco fue creando un ejército grande, espiando a las sombras, a la espera de un día salir a la luz para crear caos y sembrar el pánico a cada ser viviente que habitaba la tierra.
