El comienzo de una guerra

21 3 1
                                    

La mañana siguiente muy temprano, con el alba, aquel equipo marchó rumbo al palacio para notificar la salida. Tolhet, quien a sus pies tenía una bolsa mediana de viaje, los esperaba con los brazos cruzados en su espalda al pie de las escaleras que ascendían a la puerta del palacio.

—Te está esperando — habló el elfo dirigiéndose a Aaron.

El príncipe de los humanos caminó hasta la puerta, recordaba que la reina Elin quería hablar con él antes de que se marcharan. Aaron nunca había estado en el palacio a esas horas, por ello, la sorpresa que se llevó al ver la luz de la luna iluminar cada gema del gran salón fue sublime. Las paredes recibían un brillo único, incomparable a nada que haya visto antes, pero lo que más llamó su atención, fue la apariencia de la reina Elin.

A la luz de la luna su piel tersa tomaba un color pálido, similar al mármol de la habitación. Allí frente a su trono se veía impecable, hermosa, y sobre todo intimidante; comprendía muy bien porqué su hermano la amaba, Elin le recordaba a Aaron todo lo que James había llegado a ser, eran tal para cual, con aquella rudeza y frialdad que solamente sus ojos podían transmitir. Pareciese que en cualquier momento podrían traspasarte el corazón con una daga por la espalda.

—No quiero que hablemos aquí — anunció la reina, sacándole de aquel pensamiento abrumante en el que había entrado.

—Mi señora — habló él, confundido por lo que ella acababa de decir — creí que quería que le notificase cuando vayamos a partir – comentó.

—Así es — respondió ella, levantándose de su trono y caminando rumbo a una puerta que se encontraba detrás de este — pero antes hay cosas que debes saber, si algún día llegaremos a hacer alianzas de los reinos — mencionó.

Aaron seguía sin entender, pero avanzó, pues ya había probado lo que era capaz de hacer Elin cuando se sentía enojada, no quería incitarla a ello nuevamente. La magia de los elfos, aunque curativa y natural sea, causó en Aaron un agudo dolor cuando dominó su cuerpo aquella vez.

La reina lo guio hasta una habitación amplia, con estantes que llenaban las paredes de libros, y candelabros de oro que colgaban del techo iluminando aquella hermosa vista.

—La biblioteca de los elfos — corroboró Aaron.

—No — dijo Elin — esto es... como mi salón de la memoria — añadió, atrayendo con magia hasta ella un libro grande, muy antiguo, de color ocre, — ¿sabes qué es? – preguntó mostrándole el libro.

Aaron negó con la cabeza.

—Es la historia completa de cómo se fundó Dryadalis, de cómo nacieron los elfos y de donde nace nuestro poder — abrió el libro aproximadamente por la mitad — y serás el primer humano en conocer sus secretos.

El príncipe la miró extrañado.

—Majestad, yo no merezco conocer los secretos de su reino, porque, si yo estuviera en el mío, jamás le daría a conocer los secretos de este — exclamó con sinceridad.

—Lo sé, pero dada la situación a la que nos enfrentamos, es necesario que los conozcas, y confío — puso más énfasis en aquella palabra — de que serás fiel y prudente con la información que te estoy dando — y con aquello le entregó el libro.

Aaron comenzó a leer con intriga, y las primeras páginas lo dejaron perplejo.

"La historia de la diosa Elinae, que bajó del Vselenata con bendición de su padre, gracias al voto de eterna castidad jurado ante la sangre de aquellos que fueron y ya no serán, para formar un reino de súbditos fieles, a los cuales creó a su imagen y semejanza en un cuerpo más débil..."

La Dimensión Perdida (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora