El Bayou en luna llena

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Quizás era por el cambio de mundo, o por la mala influencia de sus nuevos amigos que no aprendía la lección, porque no dudó mucho para tomar una decisión.

—Si tus hermanos te vieran ahora... —dijo pasando por la ventana y saltando afuera.

La noche estaba fría, unas cuantas nubes se visualizaban en el cielo que estaba iluminado por la hermosa luna llena que lo adornaba, y, eso, hacía que el pantano se viera misterioso, pero a la vez, con una belleza inigualable.

A Eleanor, todo aquello le recordó las noches en Lógverting, cosa que la puso aún más nostálgica.

Miró por los lados para ver si Mateus o Ilena la seguían, o si se percataban de su huida, pero para su ventaja no lo hacían. Caminó hasta la orilla del pantano, pero no vio a nadie, y, lo primero que se le vino a la cabeza era que le habían jugado una broma, una muy pesada y molestosa broma.

—Te juro que esto no tiene ninguna gracia, Itzel —dijo frotándose los brazos y exhalando vaho mientras miraba hacia atrás temerosa de que la siguieran.

Caminó un poco más siguiendo la orilla del pantano esperando encontrarse con alguien, y se alegró de que fuera luna llena, porque no llevaba una linterna y no quería caerse al agua en ese momento, además, de que nadie sabía dónde estaba y si era comida por cocodrilos nunca podrían saberlo.

—Patética extraña forma de morir después de todo lo que has vivido —dijo con sarcasmo mientras arrancaba una rama mohosa que se le había atorado en los pantalones.

Cansada de no encontrar a nadie siguió caminando un poco más, y fue allí cuando sintió que algo o alguien la observaba, en ese momento fue que el miedo apareció nuevamente en ella. Por días había intentado aparentar valentía y fortaleza, pero después de todo, cuando caía la noche, seguía siendo una simple joven de 15 años que había perdido a sus padres a causa de una diosa psicópata.

Claro que ella era muchísimo más valiente que los niños de su edad, ya que, ella no era de allí, y, unos simples ladrones o la oscuridad no le infundían temor; sabía que existían cosas peores que esas, monstruos que podrían desangrarte con sus colmillos, humanos que se convertían en lobos y despedazaban a las personas, o brujas que usaban hechizos para obligarte a hacer lo que ellas quisieran.

A eso sí le temía, a esos monstruos, y a lo desconocido, y, en ese momento, la mirada fija que sentía sobre ella le provocaba una sensación totalmente desconocida.

Luego escuchó una voz, allí, en esa soledad del pantano una voz habló quejumbrosa e irritante, Provocando en ella otro tipo de sensaciones.

—Espera, escucho algo —susurró otra voz, masculina, escondida detrás de los árboles.

—¿Y qué escuchas? —preguntó la voz que ella había escuchado primero.

—¿Quieres callarte más? —dijo la segunda voz— pueden escucharnos así —se quejó susurrando.

—Sí —dijo Eleanor algo fuerte— pude oírlos, y creo que todo el Bayou también —bromeó.

—¡Querida! —dijo alegremente Itzel saliendo de detrás de los árboles— Estábamos muy preocupados por ti, y, cuando te enviamos el mensaje y no respondías nos asustamos, creíamos que ese "señor" —he hizo las comillas con los dedos de forma sarcástica— te había quitado el teléfono, o peor, que te había secuestrado y asesinado —dijo todo aquello con una preocupación bastante exagerada— pero bueno, resulta que no fue así y eso me alegra —continuó— y por cierto, ¿POR QUÉ NO RESPONDISTE EL MENSAJE? —preguntó poniendo las manos en su cintura de forma inquisidora como lo hacía su madre cuando ella hacía una travesura.

La Dimensión Perdida (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora