El fin de un reinado y el comienzo de una venganza

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Todo pasó muy rápido, Aaron corrió junto a su hermano y lo separó de Logan y Dalia, estiró a James del brazo y salió corriendo nuevamente hasta donde estaba Elin, quien miraba todo con decepción y un toque de tristeza.

—James... ¿qué hiciste? —dijo ella acariciando la mejilla de su amado, mientras una lágrima del color de la plata, caía por el rostro de ella.

—Elin —, habló James— perdóname, perdóname, yo se que me fui sin decirte nada, sé que te he causado daño, pero tú no habrías entendido, yo solo quería...

Pero ella le puso el dedo índice sobre los labios para hacer que se callara.

—¿Por qué has traído a esa mujer hasta mi reino? —preguntó ignorando todo lo que él le había dicho.

—¿Qué? —Él no entendía porqué ella solo se interesaba en Dalia— ¿Ella? No te preocupes por ella, solo es una muchacha del servicio en el palacio, que por cierto salvó mi vida —, contó James.

Aaron tampoco entendía nada, pero si a Elin le preocupaba una simple mortal, significaba que realmente era peligrosa, o ¿estaba celosa tal vez? Dadas las circunstancias eso era algo totalmente absurdo.

—Ella no es una simple mortal —dijo la reina de los elfos como si le hubiera leído el pensamiento a Aaron—, James... —se dio vuelta para ver su rostro nuevamente— ¿qué has hecho? ¿Por qué has condenado de esta forma a mi reino? ¿No te has dado cuenta que ella es el enemigo en realidad?

Todos entendieron lo que estaba pasando, el rostro de James cambió de alivio a pánico, y solo pudo decir una palabra porque lo que sucedió después, se convirtió en una de sus peores pesadillas.

—Perdóname —susurró e intentó tomar la mano de Elin, pero en ese momento Dalia comenzó a reír y se llevó la atención de todos.

Su risa sonaba fría, maníaca, pero a la vez de profunda satisfacción, y mientras reía su cuerpo comenzó a deshacerse en un humo negro que la consumió como las llamas de una enorme quemazón.

En dónde había estado Dalia solo quedaba hierba muerta, pero la risa no se había ido, sonaba grave y misteriosa como si estuviera rondando en el aire; entonces, una voz femenina lo bastante gruesa para causar temor habló en la mente de todos.

Así que Syndar, hijo de Brisingr ¿eh? —volvió a reír burlonamente— ¿Cuánto tiempo creías que ibas a esconder tu reino de mí, Elinae?

—Lo suficiente para enviarte de vuelta al Averno —respondió Elin desafiante.

La risa de Bella impregnaba el lugar dándole a Dryadalis un aire sombrío. Entonces apareció nuevamente en el sitio en el que había estado Dalia hace minutos, con aquella figura imponente, majestuosa pero demoníaca con la que había aparecido en Lógverting hace mucho tiempo atrás.

—Nunca tuviste la capacidad de eliminarme, admite que te escondías por miedo, por cobardía —, dijo la diosa de la muerte acercándose a Elin.

Aaron estiró a James del brazo y corrió con su hermano para juntarse con Tolhet, Az, Camil y Sophía que los estaban esperando al costado del castillo. James se soltó rudamente del agarre de su hermano y se quedó inmóvil observando a Elin.

—Gusto verte de nuevo James —saludó Sophía, quien, aunque nunca lo dijo libremente, extrañaba demasiado a su amigo.

—No voy a dejar a Elin —dijo él, mirando a Sophía implorando que ella lo entendiese.

—James... no hay tiempo —comentó Aaron.

—Tu hermano tiene razón —dijo Tolhet—, tenemos un plan y...

La Dimensión Perdida (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora