Profesando amor

36 5 13
                                    

PRECAUCIÓN: Este capítulo contiene algunas escenas eróticas. Es mi obligación avisarte a ti lector, que si decides leerlo, sea bajo tu propia responsabilidad. 

***

Las dos semanas para la preparación de Aaron habían pasado demasiado rápido. El príncipe, ya recuperado después del terrible enfrentamiento con su hermano, había aprendido las formas de comportarse de un elfo, eran seres extremadamente serios, apáticos, alejados de la sociedad y no se acostumbraban a socializar a no ser que sea demasiado necesario hacerlo. 

—Recuerda — le había dicho Tolhet a Aaron una tarde noche en su entrenamiento, dos días antes de que partieran a Lógverting — los elfos no confiamos en nadie, ni siquiera en nuestros propios pensamientos, y cuando vemos que nuestros intereses apeligran, pues... mejor los demás antes que nosotros — explicó encogiéndose de brazos como si aquello no le importara. 

—Ok — dijo Aaron — entonces, ¿Qué pasa si a alguno de nosotros lo agarran los orcos o los demonios? — preguntó intrigado.

 —Se queda atrás — respondió él con frialdad — y será una vida que vamos a lamentar — añadió, pero a Aaron le pareció que no era así, y que solo lo decía para no parecer tan narcisista — ya han preparado los implantes de orejas, pasa a la enfermería mañana a que se te las coloque — se apresuró a decir — ahora ve a casa, tómate un buen descanso, los días que se avecinan son duros, y es mejor disfrutar de la paz con la que contamos ahora — agregó, y luego dio media vuelta y se marchó. 

Aaron entonces, también volvió a casa.

 ***

Aquellas dos semanas también influyeron de forma positiva entre James y Elin, ya que su acercamiento iba pasando poco a poco de amistad a amor. 

Cuatro días antes de que Aaron y los elfos partieran a Lógverting, James y la reina se encontraban caminando juntos por su jardín oculto, y él pudo darse cuenta de que no solamente era un jardín, sino que, más bien, parecía un bosque. 

Ese día, ella le mostró la pequeña cascada de donde nacía el agua que llenaba lo que él había creído un lago. Estaban en un pequeño risco, sentados en la orilla, observando como caía el agua, y un arcoíris se formaba en el fondo decorando el lugar, aunque realmente no hacía mucha falta. 

Las aves se acercaban a la reina y revoloteaban encima de ellos regalándoles su hermoso canto; jilgueros, mirlos y petirrojos sumaban su canto a la belleza de los faisanes dorados, quetzales y cardenales rojos, que se habían posado cerca de ambos. 

—Cada vez me impresiona más la belleza del lugar — comentó James sonriéndole a Elin. 

—¿Y qué es lo que más te gusta de estar aquí? — preguntó ella, extendiendo el brazo para que un quetzal se posara en él.

 —Que estoy contigo — respondió James con un tono de voz muy seductor. 

Aquello tomó por sorpresa a Elin, quien sonrió, se sonrojó, e inclinó la vista al suelo, mientras que la bella ave remontaba vuelo por el brusco movimiento que ella había hecho, debido a la sorpresa que él le había causado. 

—Yo... — comenzó diciendo después de unos segundos de haber guardado silencio — a mí también me gusta estar contigo James — pronunció con delicadeza. 

—Lo sé — afirmó él — sino... bueno, no creo que aguantarías mi actitud funesta si no te gustara realmente — bromeó.

 —No es funesta — dijo ella negando con la cabeza — es... misteriosa — añadió — seria, madura y dañada por la tragedia, pero eso no te hace funesto, te hace un hombre — comentó — un hombre que ha vivido en pocos años más de los que otros han vivido en toda una eternidad — comentó, y a James le pareció que se estaba refiriendo a alguien, solo que no sabía a quién. 

La Dimensión Perdida (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora