Una nueva profecía (parte 1)

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Con determinación, las tropas del ejército comenzaron a entrenar sin descanso, al igual que ambos príncipes, quienes se esforzaban cada vez más por desarrollar las cualidades y virtudes que necesitarían para vencer a la diosa de la muerte.

Habían creado un campo de entrenamiento en el bosque, y se reunían allí todos los días para practicar. Habían dividido las tropas a según las habilidades y destrezas de cada uno; estaban los arqueros, quienes se dividían en dos grupos, los de la tropa femenina y los de la tropa masculina; los guerreros, quienes entrenaban con la espada y también estaban los acorazados, quienes se especializaban para tratar con las fuerzas demoníacas, practicando contra hechizos, y entrenando sus facultades mentales para que los hechizos de Bella no los afectaran.

Eran los elfos quienes enseñaban a estos acorazados todo lo que podían usar, y, liderándolos, estaba Tolhet, quien mostraba una destreza fascinante para contrarrestar cualquier maleficio que se presentase.

Semanas después de que Aaron despertó, Elliot los convocó en el campo de entrenamiento para que practicaran a despertar y fortalecer el poder de la vida que habitaba dentro de ellos. James había descubierto que su poder de vida, se basaba en recomponer la vida desde cero, era bueno reconstruyendo la belleza y la vida que habitaba en la naturaleza, sin embargo, a Aaron no le resultaba tan fácil.

—Concentra tu ser interior y conéctalo con el exterior —comentó Elliot mientras Aaron intentaba revivir una planta, así como lo había hecho su hermano.

—Eso hago —se quejó— he conectado mi interior con el exterior de tal modo que si cierro mis ojos puedo sentir y comprender todo lo que pasa a mi alrededor. Siento la brisa y su suavidad en mi piel, siento la tierra y cada ser viviente que habita en ella, puedo sentir y oír los sonidos de la naturaleza a km de distancia, y, sin embargo, no logro hacer que esta bendita planta reviva —explicó— dime, ¿qué estoy haciendo mal Elliot?

—Nada —respondió él— quien está fallando soy yo —recalcó.

—¿Cómo? —preguntó Aaron dejando la maceta en el suelo y levantándose.

Entonces, James la tomó, e hizo que la planta reviviera sin tantos problemas, con la luz dorada emanando de él.

—Creí que lograrías despertar tu poder si seguías los mismos pasos de tu hermano, pero me equivoqué, no puedo tratarlos en esto como un ser colectivo, cada uno tiene características y personalidades distintas, y debo tratarlos tal cual son —comentó el elfo, quien sacó un cuchillo y lo lanzó a la maceta que tenía James en sus manos.

En el instante que la punta tocó la cerámica, la maceta se rompió, y los pedazos rotos produjeron cortes superficiales en las manos de James, aunque de igual forma sangraban mucho.

—¿Por qué hiciste eso? — estalló él en furia — ¿ACASO QUERÍAS MATARME?

—Que patético —murmuró Elliot sin mirarlo, luego señaló a Aaron— cúralo —ordenó señalando también a James.

Aaron se acercó a James y le revisó las manos, tenía cortes superficiales, pero algunos trocitos de cerámica se le habían quedado incrustados en la palma. Cuando él se los sacó, comenzó a brotar sangre de esas heridas y colocó su dedo en una de las que sangraba demasiado, eso hizo que su hermano se enojará más.

—¡Ya! —reaccionó quitando su mano del agarre de Aaron— No necesito que nadie me cure —masculló con furia.

Elliot agarró los trocitos de cerámica del suelo, eran los mismos que habían estado incrustados en la mano de James, y con un movimiento suave de magia, se los volvió a incrustar en la mano, lo que hizo que el sangrado parara.

La Dimensión Perdida (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora