Epílogo

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Algunas veces, las decisiones que tomamos traen más consecuencias dolorosas para aquellos quienes nos rodean, que para nosotros mismos. Pero a la vez, hay decisiones que no podemos evitar, y que tomarlas implican un gran acto de valentía.

Elin, Elliot y Aaron, comprendieron ese día que sobre todas las cosas debían ser valientes.

Cuando Elin dejó ir a Logan para reencontrarse con Bella, sabía que la probabilidad de que aquel hombre lobo los traicionara era grande, pero ella estaba dispuesta a correr ese riesgo. El único riesgo que no estaba dispuesta a correr, era el dejar a todo su pueblo morir a manos de aquella diosa asesina.

Por lo tanto, ni bien el hombre lobo se había marchado, llamó a Elliot, aquel elfo que alguna vez creó primero cuando comenzó a crear a sus hijos élficos en su forma divina, y decidió llamarlo hermano.

—¿Qué sucede Elin? —dijo él, entrando a los aposentos de ella.

Ella le explicó lo que quería que Elliot hiciera, pero el jamás aceptaría semejante carga.

—No, eso no, no dejaré que lo hagas —reaccionó Elliot al terminar de oírla.

—No es una petición —dijo ella—, sabías que este momento llegaría desde la vez que estuve con James, no puedo arriesgar a mi pueblo a que muera por errores que no les compete pagar —añadió, y sus palabras denotaban que estaba dolida.

—¿Te arrepientes de ser mortal? —preguntó él mientras se acercaba a ella.

—Decir que sí sería como admitir que me arrepiento de haberme enamorado y entregarme a los efectos del amor.

—¿Y bien?

—Jamás en la vida —contestó Elin.

Elliot se quedó en silencio unos minutos, pensando en todo lo que ella le había dicho. Siempre había tenido una hermosa relación con Elin, se habían tratado como verdaderos hermanos a pesar de que en realidad no lo eran. Elliot la amaba, porque representaba su única familia, su único vínculo sentimental.

—No es difícil lo que te pido —habló ella acercándose a él y abrazándolo por detrás—, solo tienes que organizar a los elfos, los humanos y los Isis, ver que todos levanten sus casas y campamentos sin que nadie se dé cuenta, y luego sacarlos por las puertas traseras del reino y llevarlos al bosque lejano y oscuro de Nïgr"alüno —se separó de él y se situó en su frente—. Lo harías perfecto, no sé que te cuesta.

—Sí y mientras yo pongo a salvo a tu pueblo, tú te quedas aquí a morir ¿cierto? —habló Elliot, aquello le dolía y no iba a obedecer órdenes sin replicar antes— ¿Cómo puedes pedirme que eso sea fácil?

—Elliot... debo hacerlo, voy a hacerlo —aclaró—, y ni tú, ni nadie va a detenerme.

—¿Ni James?

—En especial él —contestó—, algún día entenderá que he hecho todo esto, para salvarlo, para salvarnos a todos.

Elliot pensó nuevamente en lo que iba a preguntarle. Cuando ella se lo dijo, el cómo ni el cuándo no le quedaron muy claros.

—¿En verdad podrás volver?

—Mi alma está destinada a ascender al Valhalla, pero mi reencarnación, pertenece como decisión a Anak, y como Elin realmente solo fue una creación de mis poderes, puedo lograr que se apiade de mí y me devuelva a la vida —contó la reina elfa, aunque por el tono de sus palabras, ni ella estaba segura de cuán cierto podría ser todo eso.

***

Horas después en el salón del trono Aaron se acercó a Elin preocupado por la misma razón que le había preocupado a ella. A pesar de que quería confesarle a Aaron el plan sobre el pueblo de Dryadalis, la seguridad de todos estaba en peligro, y no podía dejar que sus sentimientos dominen a la razón.

Cuando Tolhet se acercó a explicarle a Aaron el plan que tenían sobre él y su hermano, el príncipe no podía creerlo.

—James jamás aceptará —dijo mirando a Elin.

—Por eso, llegado el momento tienes que ser tú quien lo reciba, quien lo cuide y quien lo aleje de mí si fuera necesario —explicó la reina.

Los demás no sabían de dónde podía sacar tanta valentía y entereza para hablar de algo así con ellos. Estaba planeando su propia muerte de la forma más solitaria posible, y ni siquiera quería dejar que James se despidiera de ella.

—Si Bella se diera cuenta de lo que intentamos hacer, podría ser el fin de todos nosotros, es mejor sacrificar una vida para salvar muchas, que matarnos a todos en un tonto intento de supervivencia—. Tal vez Elin ya no era un ser inmortal, pero si moría ese día, se llevaría a la tumba aquel inmenso templo de sabiduría.

—¿Y a dónde es que iremos realmente? —preguntó Aaron ciñéndose su espada y terminando de colocarse la armadura.

—A buscar a tu hermana —contestó Sophía—, iremos al mundo donde Imhotep la envió.

—Iremos a la Tierra. 

La Dimensión Perdida (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora