23. Cuando te hablé de peligro

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Do you feel cold and lost in desperation?

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Do you feel cold and lost in desperation?

You build up hope, but failure's all you've known

Remember all the sadness and frustration

And let it go, let it go

Iridescent - Linkin Park

Debo decir que estoy tan desconectada que el mensaje de Martín ni siquiera alcanza para traerme a la realidad

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Debo decir que estoy tan desconectada que el mensaje de Martín ni siquiera alcanza para traerme a la realidad. Estoy abatida, descolocada, con ganas de un café, una serie de Netflix y una caja de pañuelos por una semana. No por tener una crisis repentina de adulta depresiva, sino porque verdaderamente ya no le encuentro el sentido. No sé para qué me sigo levantando, para qué sigo tratando de remediar las cosas cuando ya he destruido todo a mi paso y no tengo nada ni nadie por lo que valga la pena luchar.

Mi carrera como azafata iba a ser el puntapié para ese «algo más» que todavía no había descubierto. Porque, claro, con dieciocho años y la vida hecha un desastre, la simple decisión de empezar a estudiar fue considerada como una victoria grandiosa. Pero ahí me quedé. Sin sueños y sin objetivos más allá de sobrevivir un día más a Matías y su maltrato.

—Bienvenido a bordo —digo sonriendo a uno de los últimos pasajeros con la mirada perdida.

Cuando observo de verdad y me doy cuenta que es Martín quien se acerca casi al galope, no puedo ocultar una mínima mueca que denota la sinceridad de mi reacción de volverlo a ver.

—¿Qué haces, Pame? ¿Qué haces aquí? Las cosas no tenían que darse de esta manera —pronuncia cuando queda a un alcance suficiente como para apretar mis hombros con fuerza.

Tomás, muy atento a cada uno de mis movimientos, salta para interponerse:

—Señor, por favor, diríjase a su asiento.

El hombre de los mil vuelos me mira de reojo con el rostro desbordado de emociones imposibles de descifrar. Mi jefe nos aleja a cada paso y yo no soy capaz ni siquiera de otorgarle una respuesta justa. No tengo la más mínima idea de qué está hablando, y por más que lo intente, mi cuerpo y alma son incapaces de salirse del estupor emocional que estoy atravesando desde la despedida de Luján.

El hombre de los mil vuelos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora