I don't wanna close my eyes, I'm feeling so alive
I try to find the words, but no words can say what my heart is feeling
I just wanna stop the world from spinning
Slow it all down for a minute so that I can take it in
Moments Like This - The Afters
TRES MESES MÁS TARDE
USHUAIA, ARGENTINA
Es irónico que hoy mi nuevo documento diga que me llamo Julieta, quizás hasta un poco hipócrita sabiendo que hace unos años ni siquiera podría haber aceptado ni comprendido a una persona que se hiciera pasar por alguien más. No entraba en mi lógica, no veía cómo ni por qué alguien podía querer realizar una acción tan deshumanizante como esa, pues logra quitar una de las pocas cosas que nos hace tan singulares: nuestra identidad.
Había que vivir un poco más de vida para entender que algunos, como el difunto Martín Velasco, lo hacían porque significaba la única salida posible de la bola de nieve mental que se puede formar cuando tienes traumas sin atender. Y si se trata de supervivencia, por mero instinto todos querremos seguir luchando.
La carta de despedida del hombre de los mil vuelos no me venció. Tampoco lo hizo el embarazo, ni mi nueva vida en la fría provincia de Tierra del Fuego. Después de haber pasado por las peores crisis emocionales en medio de toda la bataola y de haber tenido que soportar el pesar de saber que el hombre de los mil vuelos no volvería a mis brazos, mi cabeza hizo click. Esa espiral positiva previa al desastre fue quizás el estímulo determinante que me hizo darme cuenta de lo que me perdía al estar tan inestable, y que lo que me pasaba tenía solución. Luego entendí que la gente a mi alrededor también sufría, y que no teníamos por qué atravesar esto solos. Finalmente, el bebé que Martín y yo procreamos en ese atardecer en Orlando aportó la última razón que necesitaba para convencerme de que saldría de mi revuelo de negatividad, traumas, estrés y depresión con toda la fuerza de un huracán, para así volver a empezar y convertirme en una persona nueva.
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El hombre de los mil vuelos ©
RomansaHace un mes que Pamela no puede quitarle el ojo a ese hombre apuesto de traje que viaja una y otra vez en el mismo vuelo donde trabaja como azafata. Como empleada de American Airlines, no debería inmiscuirse en la vida privada de sus pasajeros, pero...