Capítulo 6

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Martina

Caminamos en silencio por las calles, lo miro de reojo algunas veces y parece pensativo.
Cuando llegamos al centro buscamos algún lugar para tomar un café o algo, hasta que lo encontramos y entramos, nos sentamos en un lugar alejado de las personas, como la camarera no llega decido hablar ya no aguanto más el silencio.

-¿Sigues enojado?- voltea hacia mi.

-¿Por qué lo estaría?

-Por insistir en algo que no me corresponde saber, es tu vida. Solo quería que todo volviera a ser como antes de que te fueras.

No dice nada por unos minutos.

-El tiempo pasó Tina, no somos los mismos niños de once años- su voz suena triste como si le doliera.

-Estoy de acuerdo contigo pero al menos en ese momento eras feliz, sonreías y no eras tan serio como ahora y sé que llegaste ayer y no tengo porque sacar conclusiones pero siento que ahora no sigues siendo feliz- ya cállate dice mi voz interna- lo siento suelo ser demasiado habladora, bueno eso lo sabes.

-Y sí qué lo se, podrías pasar horas hablando- dice sonriendo un poco.

-¿Van a querer algo?- nos interrumpe la mesera.

-Si quiero una malteada de chocolate- digo.

-Yo una de frutilla y unas galletas.

-Enseguida le traemos su orden.

-Gracias- decimos al unísono.

-Perdón, por tratarte así esta mañana, no tuve que decirte eso.

Me quedo sin habla, no esperaba que se disculpara yo era la que le debe una disculpa por ser entrometida.

-No pasa nada, discúlpame tú a mí, no debí hostigarte con preguntas.

-¿Todo olvidado entonces?- asiento con una sonrisa.

-Aquí esta su orden.

-Veo que no cambiaste de gusto.

-Tu tampoco.

-Sigo diciendo que el de frutilla es mejor.

-Oh... ¿tú quieres guerra verdad? No te metas, es mejor el chocolate- digo

-Aja- se le escapa una pequeña risa- ¿dónde iremos después? Querida guía.

-Mi plan era que te distraigas y me vaya, pero no funcionara así que no se- digo en broma.

-¿Podemos ir al parque?- sonrío como niña pequeña.

-¿En serio?

-Si, es un lugar tranquilo- dice alzando sus hombros.

Lo recuerdo perfectamente, un dia aburridos en casa salimos hacia el parque.

-¡Apúrate perezosa!

-Ya voy estoy atrás tuyo- me mira riéndose

-Querrás decir muy pero muy atrás.

Cuando llegamos, bueno el primero y después yo, nos tiramos al césped viendo el cielo.

-Eso parece una vaca- digo apuntando a una nube.

-Definitivamente no es una vaca, parece más un perro.

Lo miro y niego.

-Es una vaca y punto- y saco la lengua.

-Eres una infantil.

-Tu igual

-No yo soy grande.

-Solo por meses, Gatito.

-¿Gatito?- yo asiento divertida- pues este gato tiene garras.

Empieza a hacerme cosquillas y yo me retuerzo sabe que soy demasiado cosquilluda y se aprovecha de eso.

-De-déjame- digo riendo.

-No

Intento salir de sus brazos pero no lo logro.

-No respiro Gabriel- y al fin él se detiene, mis mejillas están coloradas lo sé por que siento mi cara caliente.

-No vuelvas a decirme gatito nunca más.

-Gatito- digo y salgo corriendo.

Que bonitos recuerdos.

Recuerdos que no pasaran más.

Y de nuevo mi querida consciencia diciendo cosas.

-Bueno, ¿qué esperamos? démonos prisa- digo.

Terminanos nuestras bebidas, cuando intento sacar mi dinero para pagar él se adelanta.

-Hey, yo iba a pagar- me quejo.

-Pues te gané- dice burlón.

-Yo te invité a venir.

-En teoría ¿fue tu madre quien te obligó o me equivoco?

-No, no te equivocas.

Agarro un billete y se lo entrego, mira mi mano para luego mirarme.

-Toma por lo que pagaste.

-No, eso es tuyo no aceptare, mejor se más rápida para la otra ocasión.

-La próxima vez pagare yo, ya estas avisado.

-Ok ok ahora andando.

Salimos del lugar y tardamos unos veinte minutos en poder llegar.

-Me duelen mis pies

-¿Quieres que te cargue?-

Mierda lo dije en voz alta.

-Eh...

-Era broma- dice y suelto el aire que tenía retenido

-Vamos estamos cerca- decido ignorar lo que dijo, pasan alrededor de otros veinte minutos y al fin llegamos.

-Al fin paz, siempre diré que esta parte del parque es mi favorito.

Y obviamente ya que hay un enorme árbol que da una sombra hermosa.

-¿No venías?- pregunta curioso

-Solo a veces, pero sola ya que no tenía con quien venir- digo con nostálgica.

-Ven siéntate.

Me acuesto en el pasto y el solo niega con la cabeza divertido.

-Haciendo todo lo contrario, no sé porque me sorprendo.

-Me gusta romper las reglas ya sabes- digo guiñando un ojo o eso intento, pero por la carcajada que suelta me doy cuenta que no funciono.

-¿Qué fue eso?

-Un intento de guiño.

-No te salió, por si tenías dudas.

-Ya no te burles.

-Está bien señorita guiño.

-Mejor acuéstate y deja de burlarte- le pego el brazo.

Estamos acostados mirando el cielo, anhelaba mucho estar así, tranquila sin estar preocupada o pensando en cosas dolorosas

-¿Hey, qué pasa?

-Nada, cosas sin sentido mejor cuentame, ¿qué tal Canadá?

-No es una cosa de otro mundo- dice restándole importancia- ¿y tú que me cuentas?

Recuerdos pasan por mi mente en ese instante, intento no pensarlos, pero no es fácil.

-No hubo nada interesante- me limitó a responder.

Dejamos el tema ahí, solo nos quedamos mirando el cielo hasta que el sol cae, me ayuda a levantarme y volvemos a casa.














Holaa ¿como están? Espero que les haya gustado el capítulo

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Los quiero E

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