35. Culpa y orgullo

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Adelfa siguió a Boscha de vuelta al McDonald's, la pelirosa se sentó mirando la televisión que había en una esquina.

Ambas sospechosas se encuentran ahora internadas en el hospital estatal... - en cuanto Boscha oyó esas palabras, se levantó.

— ¿Qué haces?

— Nos vamos a visitar a nuestras amigas al hospital estatal. - dijo la ojiazul mientras detenía un taxi.

— ¿Qué?

— Adelfa, esa arpía me arruinó, también a Edric, se merece una venganza.- gruñó abriendo la puerta del taxi.

— Dijiste que ojalá muriera, pero no creí que planearas matarla. - se limitó a decir Willow, sin subir al vehículo. Boscha se preparó para una discusión.

Pero estaba harta, tomó a la jardinera del brazo y la metió al taxi con ella

— Al hospital estatal, por favor. Y sin tardanza. - el conductor asintió.

— Boscha, ¿Vas a matarla?

— No sería la primera vez que lo intentara. - se quejó.

El viaje fue silencioso, vió a la pelinegra intentar decir algo varias veces, más de sus labios no salió palabra. Boscha se acomodó el cuello de su polera y bajó pagando al taxista.

— Boscha, Boscha espera... -  Willow la detuvo tirando de su manga.

Parecía una niña pequeña, con su labio inferior levemente elevado en un dejo de puchero, y las cejas fruncidas, Boscha se volteó hacia ella y la tomó de las mejillas.

— Solo será un momento, florecita, espera aquí afuera si quieres.

— Escúchame, nadie es bueno Boscha, ni siquiera un ángel.- soltó —. Eso no nos hace a todos malos ¿Si?

— Pero ella...

— Si fuera justo ¿Qué te mereces tú por haber matado a esa niña? ¿Qué me merezco yo por haber matado a mi padre?

— Pero no fue tu culpa, Adelfa, tu padre era un abusador.- objetó

— Pero no debí matarlo, y me arrepiento cada día de eso. -soltó ella —. No cargues con la culpa de haber matado a Confirmación.

— No cargaré con la culpa, cargaré con el orgullo. - respondió secamente. Willow negó.

— Solo vayámonos, vámonos al hotel.- rogó.

— ¿Y luego qué?

— No lo sé... Consigamos un lugar alejado ¡Por favor! .- la azabache miró a todos lados, parecía estar al borde de un ataque de pánico.

— Willow, cálmate. - Boscha la abrazó —. Sólo serán diez minutos, lo prometo, diez minutos y nos iremos lo más lejos posible, y jamás volveremos.

El corazón del la magenta se partió al sentir un temblor sobre las manos de Willow, más la pelinegra asintió.

— Diez minutos, o me largo.

Boscha se metió al hospital mirando su reloj, no quería perder a Willow. Corrió por los pasillos hasta la parte de Terapia Intensiva, atravesó las puertas con paso firme.

Fue fácil, primero encontró a Lucia, la chica estaba mal. Simplemente no tenía estómago para ver así a su amiga, unos tubos de oxígeno se conectaban a su nariz, y llevaba vendajes en la cabeza, su pecho estaba vendado y con manchas carmesí encima. A sus brazos se conectaban varias intravenosas, parecía que tuviera raíces de plástico saliendole de las venas.

— Lo siento, Luz. -murmuró acercándose a ella. Vió a su lado la planilla de informe.

Se acercó a esta, ahí estaban sus datos personales. Decidió entonces hacer algo por la mocosa, y se guardó la planilla en el abrigo. Puso en su lugar la que estaba en el siguiente cuarto, y siguió su camino.

Confirmación parecía una muñeca de porcelana, su cabello había sido cortado al ras y llevaba gran parte del cráneo vendado. Boscha leyó el informe médico.

Fractura perifrontal. La pelirosa asumió que se refería a su cabeza.

— Así que aquí estamos. -murmuró, miró de nuevo el expediente, en busca de sus datos personales. Nada…

Se encogió de hombros, no era relevante, dentro de unos minutos estaría muerta. Volvió a mirar a la chica.

Sus brazos estaban uno sobre el otro como si la fueran a enterrar, y sus párpados estaban surcados de venas verdosas, como si dentro de ese cascarón de parsimonia estuviera luchando por despertar.

Boscha sacó su pistola y le quitó el seguro, sólo un disparo, eso era necesario.

— Cargaré con el orgullo. -se dijo así misma.

Luego recordó a la niña. ¿Cuantas veces habría llorado, llamando a su hermana? Boscha observó sus manos, un ligero temblor bastó para asustarla.

No, ella no era Adelfa, ella no temblaba.

Mas ahí estaba, ese pequeño y frenético espamo de la verdad, el indicador de que estaba erranda. Boscha bajó el arma con rabia.

— Te salvaste de esta, Confirmación.-  se quejó acercándose.

Luego tuvo una idea, miró a la mesa de luz a su lado, donde una lapicera reposaba. Del otro lado del pasillo, divisó la habitación de Lucia.

Eran las 1:50 cuando salió corriendo del hospital, exactamente nueve minutos habían pasado, Willow estaba sentada contra la pared hecha un bollo, temblando.

— Oye, volví. - la chica alzó la vista, Boscha la ayudó a levantarse en silencio.

— Vayámonos.

— Como tú quieras, pero primero necesitas algo.

Willow la siguió en silencio hasta un mercado, Boscha compró una gargantilla con un pequeños frasco de cristal y se la ofreció. La pelinegra se miró las manos, que tenían su característico temblor, suspiró, como si hubiera esperado que desapareciera.

— Perdiste a Marylin cuando incendiaste el hotel. - se limitó a decir Boscha ofreciéndole la nueva gargantilla —. Por eso temblabas.

Tenía la sensación de que un nuevo collar no iba a detener su temblor, pero para la pelirosa, valía la pena intentarlo.

Willow tomó la baratija, más el temblor en sus manos no la abandonó. Ambas soltaron aire decepcionadas.

— Creo que no necesito esto.- murmuró, aunque se lo guardó de todas formas. Boscha frunció el seño —. Dijiste que ibas a curarme, me lo prometiste.

— Yo...

— Está bien, de todas maneras nadie cumple esas promesas.- se encogió de hombros —. Solo quédate conmigo, al menos tú no me tienes lástima.

Boscha iba a responderle, pero no tenía palabras para objetar, no sabía que responder así que tomó su mano y entrelazó sus dedos.

— No te preocupes, eso si voy a hacerlo.

Siguieron caminando calle abajo hasta llegar a un hotel, pagaron una habitación por un día, y al amanecer, estaban tan lejos de la ciudad que era casi imposible creer que llegaran tan lejos en una camioneta robada.

Al Diablo Con El Plan || TOH AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora