6. El topo fantasma

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Estacionaron la camioneta frente a un restaurante de comida mexicana, a pedido de Jerbo. Confirmación estacionó la moto a unos metros y les habló con su barbijo puesto.

- Nos vemos aquí a las cinco, traigan todo lo que necesitan. - dijo sin apagar el motor.

- ¿Y tú a donde vas?

- A confirmar unas cosas. - le guiñó un ojo a Boscha saliendo disparada por la calle.

- Ya oyeron a la parca, andando. - Edric aplaudió como apurandolos, y cada uno se caló el barbijo y se fue por su lado.

King y Skara salieron hacia el centro, después de todo, debían encontrar buen material. Edric y Jerbo entraron al restaurante y se colgaron de la red, de ahí comenzaron a tejer la telaraña que se extendía sobre el sistema de la Casa Blanca.

Lucia decidió por otro lado comenzar a hacer llamadas y mover sus hilos, Boscha se alejó por un callejón, Willow la siguió.

- ¿Que hacés Rosadita?. - dijo al ver como sacaba un encendedor.

- Necesitamos un camión de bomberos ¿No?. - habló rebuscando entre algunas hojas de papel que se encontraban tiradas en el suelo, al lado de un basurero -. Lo mejor será crear un incendio.

- ¿Estás loca? ¿Y que harás cuando lleguen?

- Primero, voy a inspeccionar el camión, luego veré la estación de bomberos. - se limitó a decir, mientras tomaba un periódico sucio -. Esto será suficiente.

Salió del callejón, aún seguida por Willow. Se metió en el restaurante y le quitó de las manos a Edric una botella de cerveza.

- ¡Oye!. - exclamó el mirándola con enojo -. Primero mi tocino y ahora esto.

- Luego te la pago. - bebió un sorbo de la botella y salió del lugar.

- Esto es una mala idea. - comentó Willow.

- Oye... Yo... Lo siento. - se disculpó caminando al paso de la azabache.

- ¿Por qué?

- Por lo que hice anoche... Yo no tenía idea... - dejó de hablar al ver como la más baja negaba con una sonrisa divertida.

- ¿Qué? ¿Crees que abusaste de mí o algo? Por favor, soy más fuerte que tú, pude haberte detenido si quisiera. - dijo con rudeza.

- Pues temblabas tanto que creí que te daría una epilepsia.

- Eso es lo más ridículo que hayas dicho.

- De todas maneras, lo siento, y por lo de tu gargantilla también.

- Bah, es sólo una baratija. - lo descartó, entraron a una plaza -. Además, me gustó.

- ¿Qué? Pero... Tu padre...

- Soy masoquista, Boscha, es lo que hay. - le dijo al tiempo que le arrebataba de las manos el encendedor y la botella de cerveza.

- Qué... ¡Adelfa!. - gritó mientras que la más baja encendía su mano en fuego, luego de un segundo tenía a Boscha encima apagando las llamas -. ¡¿Pero tú estás demente?!

- Si. - dijo con una sonrisa de niña.

Boscha volvió a tomar la botella entre sus manos y la hizo estrellar contra un árbol -. Entonces ¡Hagamos arder un par de plantas!

- ¡Boscha espera! ¡Con las plantas no!

A lo lejos, Codicy y King vieron pasar un camión de bomberos, lo observaron como si de un pájaro que volara se tratase y luego se miraron.

- ¿Tú crees?

- Probablemente.

Cruzaron la calle, ya habían hablado con uno de los traficantes de armas, solo faltaban seis más.

- Me sorprendió ver a Adelfa así, la última vez que crucé con ella parecía haber perdido la cordura. - comentó.

- Si, pasó unos meses en mi apartamento. Bueno, más bien la retuve hasta que logró controlarse. - King hizo una mueca.

- Lo logra muy bien ¿Cómo hiciste?

- Tuve un buen maestro. - sonrío rascándose el cabello, Skara sonrío.

- ¿Y Jerbo?

- El está bien, por lo que oí estaba trabajando para Alemania, pero ese chico nunca se queda quieto. - se encogió de hombros.

- ¿Y tú?

King sintió como sus pulmones apretaban el aire dentro de ellos, y luego se relajaban, como si fueran un perro amansado.

- ¿Yo?. - preguntó más para si mismo que para Skara -. Yo estoy aquí.

- Estás más grande. - comentó la contraria palmeando su hombro.

- Pasársela golpeando tipos tiene su lado bueno. - se encogió de hombros -. Hay que apurarnos, o no habrá tiempo para nada más.

- Verte tan resuelto me hace sentir anciana, King. - el mencionado dejo escapar una risa -. ¡No te rías!

- Es que recuerdo aquella vez... - King siguió carcajeandose -. Teníamos como... ¿Cuanto? ¿16? Y tu padre dijo que parecías una criada por andar limpiando todos mis desastre... - Skara le dió un golpe en la espalda.

- Y tú siempre rompías todo... - murmuró nostálgica.

- ¿Aún llevas las cuenta de cuánto te debo?. - dijo gracioso el moreno.

- Mil trescientos veinticinco dólares con siete centavos.

- Tacaña.

- ¡Tus desastres pudieron haberme comprado un auto!

Siguieron riendo, y a varios kilómetros al oeste una moto derrapaba por la ruta. Confirmación hizo un viaje rápido y tomó un bolso con cosas importantes, sacó una libreta arrugada que probablemente había pasado por más males que su portadora, y marcó el primer número de la línea.

- ¿Si?

- Los planos de la Casa Blanca.

- Confirmados.

Marcó el segundo número.

- ¿Quien habla?

- Necesito a todos los cercanos al presidente, de la A a la Z, sus teléfonos, sus residencias, todo.

- Confirmado.

Llamó al tercer número.

- Buenos días.

- Quiero toda la fuerza policial lejos de Washington DC en diciembre.

- Confirmado.

Dudó si llamar al cuarto número, pero terminó marcando.

- ¿Hola?

- ¿Con la residencia de Discapacitados de Seúl?

- Si.

- Llamo por la señorita Odalia Parking .- oyó la línea -. Dígale feliz cumpleaños de parte de sus hijos.

Cortó rápidamente y guardó la libreta en su bolsillo. Sacó en su lugar un auricular y se lo llevó a la oreja.

- ... Me sorprendió ver a Adelfa así, la última vez que me la crucé parecía haber perdido la cordura...

Sonrío, el micrófono que le había puesto al arma de King seguía grabando. Subió a la moto, necesitará ropa de su talla si planeaba quedarse en el hotel vacío de la señorita Edalyn.

Algo que nadie sabía, y que tampoco nadie iba a saber, es que a Confirmación le gusta vestir bien.

Al Diablo Con El Plan || TOH AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora