31. Hasta las campanadas

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Confirmación buscó a su estúpido e inútil novio por la Casa Blanca, se había separado de él con la excusa de ir al baño, y había ganado tiempo por la alarma de incendios que ella misma activó, también tuvo el tiempo suficiente para desactivar las alarmas que alertaran a los bomberos reales.

Encontró al chico a medio camino del pasillo, Matt la tomó del brazo sin previo aviso y se metió con ella al cuarto de limpieza frente al cuál habían coincidido.

— ¿Matt? ¿Qué haces?. - preguntó al ver que se volteaba a buscar algo.

En un instante, el chico giró con fuerza y le estampó una botella de vidrio en la cabeza. El vidrio se rompió y Confirmación no sintió nada por contados segundos… Luego, sus oídos se taparon, asemejando a la sensación de haberse tirado al agua.

En cuanto esa sensación pasó, le llegó el mareo, y su vista dejó de enfocar con claridad.

— ¿A ti te gusta jugar al golf Amber? ¿Jugaste golf alguna vez? A mí personalmente nunca me apasionó pero mi padre es un aficionado asi que de pequeño me obligaba a acompañarlo en los juegos a los que iba con sus tíos y por eso descubrí que... Tengo buena mano para golpear cosas. - contó caminando de un lado al otro como si intentara resolver un problema matemático.

— … ¿Qué? - la chica estaba aturdida, el golpe parecía pasar factura y el dolor le llegó en olas.

Acaba de romperme una botella en la cabeza…

— Y lo sé, lo sé, sé que parezco un maniaco rompiéndole una botella en la cabeza a mi novia, pero seamos sinceros, lo nuestro nunca iba a funcionar ¿Estudiante de universidad? Por favor ¡No puedo creer que seamos tan estúpidos! - gritó frustrado, ella intentó enfocarlo mientras se deslizaba por la pared hacia el suelo.

— ¿A qué te refieres?. - preguntó, logrando por fin articular algunas palabras.

Está loco.

— Pues claro, si, lo correcto hubiera sido dirigirme al... ¿Cómo lo llamó? ¿El punto cien? Lo que sea, pero ella me había amenazado con un arma, Amber, y sabes cómo soy. - siguió divagando, Confirmación se sentía desdibujada.

— ¿Cómo...? Ugh. - se quejó intentando enfocar entre el dolor. Sintió entre sus dedos el líquido viscoso y caliente de su propia sangre.

— El punto es... Que ella mencionó tu nombre… Espera ¿Siquiera es tu nombre real?. - la pálida dejo de oirlo, se llevó la mano al oído en busca del intercomunicador, roto —. Oh ¿Esa baratija? Te dije que soy bueno golpeando cosas.

— Imbécil. - escupió, tenía sangre en la boca.

Metió la mano en su bolsillo y tomó el pulsador, comenzó a enviar un mensaje en morse mientras Matt seguía divagando sobre porqué los había descubierto.

La O. N. descubrió, cuarto conserje. Esperaba que con eso fuera suficiente.

Se incorporó, decidida a hacer callar a ese estúpido de una puta vez. Sacó su arma y le quitó el seguro tambaleando, el castaño se la quitó con la misma facilidad que le quitas la tapa a un bolígrafo.

— Sabes que odio las armas.

— ¿A ti te parece que me importa?. - se quejó, cada vez se sentía más mareada.

— No, no, claro que no. Simplemente estoy ofendido. Bueno, adiós.

— ¿Qué?

Y sin mas, sin previo aviso, su estúpido ex-novio, el cuál habia resultado no ser tan estúpido, le hizo añicos una segunda botella de vidrio sobre la cara, la chica cayó al suelo perdiendo completamente el sentido.

Al Diablo Con El Plan || TOH AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora