1. La reunión

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King llevaba dos horas sentado en su motocicleta, faltaban dos horas más para que tuviera que entrar. Solo había estado observado y hasta los momentos nadie había entrado.

— Hey King, linda tarde ¿Verdad? - el mencionado se volteó alzando el arma justo al frente de la nariz de Jerbo —. Si, a mí me parece que va a llover.

Sin siquiera pestañear apartó el arma de su cara.

— Pude haberte matado.

— Si si, todos pueden matarte hoy en día, no das miedo. - interrumpió apoyándose en la moto —. Hace mucho que no nos vemos ¿No? ¿Cómo cuánto?... ¿ Tres o cuatro años?

— Creciste.

— ¿Que esperabas?

— Que hubieras muerto. - se escogió de hombros King.

—La suerte no está de tu lado. - sonrió Jerbo —. ¿Por qué tan temprano? ¿Se te rompió la moto?

— Muy gracioso. Claro que no, solo estuve tanteando el terreno.

— ¿Sabes si alguien más llegó?

— No, nadie siquiera se pasa por esta calle.

— Entonces ¡Entremos¡ - saltó Jerbo —. No pienso quedarme en este calor más tiempo ¡Andando!

Al final King no tuvo más remedio que seguirlo, a veces no entendía como con esa actitud de niño podía ser uno de los mejores hackers de la historia.

Se sentaron sobre uno de los sofás dentro de la sala abandonada, quien fuera que los hubiera convocado, se había tomado el trabajo de poner un amueblado decente ante toda la putrefacción que era la casa.

— Vaya, hasta que te dignaste a entrar.

El moreno volvio a desenfundar su arma, esta vez, apuntaba a una chica sentada sobre un ropero, que jugaba con un pequeño frasco atado a una gargantilla que parecía contener un espeso líquido verde.

— ¡Joder! Dejen de aparecer de repente ¡Tengo un arma! - se quejó, bajandola al reconocer a la chica. Willow le regaló un sonrisa amargada.

— ¿Y que vas a hacer? ¿Matarme? - saltó del ropero, lo cuál dejó en evidencia su baja estatura.

— Sigues igual de baja que antes, Adelfa.

— Y tú igual de iluso. - pateó un par de tablas en el suelo —. Mientras estabas sentado allá afuera "vigilando", yo te estuve viendo todo el tiempo desde ahí arriba.

King soltó un bufido de irritación, ya que su plan de adelantarse a todos se había ido por el caño.

— ¿Y tú quien eres? - preguntó Willow mirando a Jerbo.

— J. - respondió sacando lo que a simple vista pareció un cigarro, y que resultó ser una barra de chocolate.

— ¿J? Que amigos tienes, King... - se quejó Willow.

— Aquí la que peor de la cabeza está eres tu.

— Ja, claro. - dijo con rudeza, aunque no siguió hablando.

— Buenos días señoritas. - una chica peli-rosa apareció en la habitación, vestía de negro completamente y llevaba puesto sus auriculares.

A Willow se le resbaló el frasco de las manos y casi se vota el preciado líquido que este tenía dentro, lo cogió con suma velocidad asegurándose de sellar muy bien la tapa y se lo acomodó en el cuello.

Al Diablo Con El Plan || TOH AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora