❥Parte I.

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Después de un delicioso desayuno preparado por Mónica y una larga despedida con Ámbar y Simón, los cuales también se irían de viaje a Paris, Mónica, Miguel, Luna y Matteo ya estaban en el aeropuerto abordando su avión.

Aunque los Valente iban en el mismo viaje para hacer trámites en Cancún y volver enseguida, Luna había logrado hacer un pequeño trato con sus padres, el cuál le costó trabajo conseguir. Ellos le darían permiso de quedarse unas semanas en México junto a Matteo y además les darían su espacio los días que estuvieran los cuatro juntos si Luna lograba cerrar el semestre escolar con buenas y altas calificaciones. Aunque requirió de mucho esfuerzo, dedicación, estrés y un poco de ayuda de su chico fresa, lo logró.

En cuanto Matteo se enteró del plan vacacional con su novia en el cual sus padres no estaban incluidos no dudó ni un segundo en hablar seriamente con ellos: les agradeció por darle a su hija ese permiso y tener la confianza de dejarlos estar solos unos días, además les prometió cuidar muy bien de Luna, volvería a Buenos Aires sin un sólo rasguño.

Desde luego los Valente cumplieron con su palabra, les dieron a los chicos su espacio en el viaje comenzando por el avión pues sus asientos estaban bastante alejados. Cada uno tenía su propio boleto, Mónica y Miguel subieron primero, luego de ellos subió Matteo y después de unos minutos cuando el avión ya estaba casi por cerrar sus puertas, subió Luna.

Estaba un poco confundida tratando de buscar su asiento, sólo había estado en un avión una vez en su vida y había sido el avión privado de la señora Sharon cuando se mudó a Argentina, así que esto era prácticamente nuevo para ella.

- No puede ser, si no me pierdo no soy Luna Valente... - murmuró buscando el asiento 34c. Se supone que Matteo debe estar ya instalado a su lado, en el 35c, así que no sería tan difícil ubicarlo.

- Disculpe señorita, ¿está usted perdida? ¿Necesita de los servicios de un restacatador profesional? Si quiere usar este asiento libre junto a mi puede hacerlo, mi novia parece que se perdió eh. Para mí, se arrepintió de viajar conmigo.

Luna respiró más aliviada que nunca cuando escuchó a Matteo hablar a sus espaldas y rió al ver como estaba acostado en los asientos de ambos.

- Ay Matteo que bueno que al fin te encontré. Me perdí - la mexicana hizo un puchero con sus labios mientras intentaba sentarse en su lugar, sin embargo su novio no tenia intención de moverse. - Ándale chico fresa, ya dame mi lugar.

- Mmm, ¿sabes algo? Ahora que lo pienso hay una condición para eso.

- ¿Condición? ¿Cual? - preguntó Luna curiosa sacando su teléfono de su mochila. Quería sacar muchas fotos y vídeos y le encantaría comenzar con tomar la primera foto de su chico en el avión.

- Que me des un beso - Matteo la miró con esa típica mirada traviesa suya. Luna lo pensó un momento, sin embargo se negó. Le encantaba ver a su novio enojado, o hacerse la enojada y que él la hiciera reír.

Así que después de que le dio su asiento, se colocó sus audífonos fingiendo ignorarlo por un rato. Y tal como lo planeó, minutos después ya tenía al chico fresa haciéndole cosquillas y buscando cualquier forma de molestarla.

Luego de un rato entre risas lograron ganarse una mirada asesina de algunos pasajeros, así que decidieron que ese era el mejor momento para besarse y después dormir un poco. Luna se recostó en el hombro de su Matteo y tomó su entrelazandola con la suya quedando así ambos profundamente dormidos.

Playa; LutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora