❥Parte VI.

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- Hueles delicioso hoy, eh Balsano. - Después de que Matteo dejó el ramo de flores en su habitación, ambos bajaron al comedor tomados de la mano listos para desayunar.

- Obvio, obvio, me puse suficiente perfume porque sé que a mi novia le encanta abrazarme y olerlo.

- Ah claro, tu novia. Pues, ¿Qué crees? Dice tu novia que tienes razón, me encanta ese perfume. - la mexicana le guiñó un ojo a su chico fresa abrazándolo por la cintura mientras este esbozaba una sonrisa.

- Hey, ¿dónde están tus padres? - ambos se extrañaron al ver el comedor vacío. Era demasiado temprano para que ya hubieran dejado la casa.

- Qué raro. - Luna pensó un momento y luego miró los ojos de su novio con una idea divertida en la cabeza. - ¡Ya me acordé! Están en la terraza, mamá dijo que desayunariamos ahí. Así que... ¡el último que llegue tiene cara de guanábana chismosa!

La mexicana salió corriendo a toda velocidad hacia la terraza de la mansión. Conocía esa casa como la palma de su mano, prácticamente creció ahí. Sin embargo sabía perfectamente que Matteo estaría perdido, pues apenas la había visitado una vez y de forma rápida.

- ¡No, chica delivery espera! ¡Te voy a ganar! - las risas de ambos se escuchaban por toda la casa mientras corrían uno detrás del otro. Cualquier persona que los viera pensaría que son como niños pequeños corriendo por ahí, pero la verdad es que así se divertían ellos. Sólo Luna y Matteo podían ver la diversión y la felicidad en cosas que para otros podrían ser muy sencillas.

- ¡LE GANÉ A MATTEO BALSANO! - Luna se detuvo unos metros antes de cruzar la puerta de la terraza, sabía que si sus padres los veían correr se llevarían un buen regaño. - ¡No lo puedo creer, le gané al chico fresa!

Matteo rió al ver como su novia daba saltos y tenia una enorme sonrisa dibujada en el rostro, sin embargo hizo una mueca cuando se dio cuenta de que había perdido.

- Pero chica delivery, hiciste trampa. Saliste primero y además conoces bien el camino, yo tuve que seguirte. - el italiano tomó las manos de su chica y tiró suavemente de ellas acortando la distancia entre ambos. - Así que usted señorita Valente... - tocó la nariz de su Luna con la yema de su dedo. - me debe un beso por hacer trampa.

Y sin decir nada más se unieron en un dulce beso con risas en el medio. Estaban disfrutando mucho de ese momento, hasta que escucharon como Miguel se aclaró la voz desde el exterior.

- Chicos buenos días, creímos que ya no querían desayunar. - ambos se separaron inmediatamente muy sonrojados, aunque con los años de noviazgo se había desarrollado confianza entre Matteo y los padres de Luna, el chico se seguía poniendo algo nervioso cuando los interrumpían.

- Ay papá perdón, lo que pasa es que estábamos en el pasillo con algo que le di a Matteo, luego bajamos al comedor pero no estaban así que subimos corriendo y... - como ya era costumbre en ella, la mexicana habló lo más rápido posible haciendo que entenderle fuese complicado, y provocando una pequeña risa por parte de su novio.

- Luna tranquila, no pasa nada, ¿si? - Mónica llegó al lugar con un refractario lleno de comida en las manos interrumpiendo a la menor. - ¿Porqué no ayudas a tu papá a poner la mesa?

Los jóvenes se dieron una mirada divertida soltando sus manos, Luna caminó a la mesa con su padre y Matteo se acercó a su suegra tomando el objeto que traía en las manos.

- Déjeme ayudarle con eso, Mónica. Se ve delicioso por cierto. - la mayor sonrió ante ese comentario, pues había hecho una comida 100% mexicana para que el chico lo probara.

Pasados unos minutos los cuatro ya se encontraban sentados a la mesa, listos para comer su primer desayuno en México.

- ¿Te sirvo café, amore? - el italiano tomó entre las manos la jarra llena de delicioso café caliente, dispuesto a darle un poco a su novia. La chica arrugó la nariz mirándolo.

Playa; LutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora