Un gato que predice la muerte y una adolescente curiosa que ama vivir.
Quizás no sea una buena combinación, pero este encuentro termina cambiando la vida de ambos.
Ya sea para bien o para mal.
La vida y la muerte se juntarán en esta historia rebas...
Esa tarde de viernes Yoongi dejo que la adolescente jugara con él, agradecía que esta no fuera brusca, la chica era delicada con él lo acariciaba de vez en cuando y en lugares específicos, nunca se atrevía a tomar su cola, si la miraba pero, nunca la tocaba, por eso solo por esos detalles la adolescente se merecía un poquito de atención de parte de Yoongi, ella entendía cuando tenía hambre o si quería jugar o rascarse en alguna parte, termino siendo agradable compartir tiempo con ella.
Le empezaba a gustar su compañía.
Hara se acostaba en su cama y dejaba al gato a su lado, miraba cada detalle de él principalmente el collar que tenía en su cuello, se preguntaba quien se lo pudo haber puesto quien había sido el que lo tuvo anteriormente, ojalá el gato pudiera responderle.
—Siempre quise tener una mascota, pero no había podido hasta ahora —confesó la chica platicando con el gato— Tú eres el afortunado —Sonrió y dio una leve caricia en la cabeza del gato. —Te contaré de mí.
Las orejas del felino se movieron, y es que la voz de la adolescente se escuchaba suave y agradable a sus oídos lo que era extraño, ya que nunca se había sentido atraído por una voz.
—Tengo 17 años, estoy cerca a cumplir los 18, ¿Cuántos años tendrás tú? —la fémina ladeo la cabeza escudriñando al gato, calculando en su cabeza la posible edad, pero por más que lo intento no logró decir algún número.
El gato escuchó la pregunta e hizo memoria, no tenía idea de su edad lo único que sabía es que la vida que estaba viviendo actualmente era la última, su séptima vida.
—No te ves tan joven.. —susurró la chica mirando al felino—Supongo que ya eres adulto.
El felino también lo creía.
—Me interne en este hospital hace uhm.. poco más de tres meses —la chica dejó su cabeza sobre la cama—He estado casi encerrada en estas cuatro paredes, me he acostumbrado, pero gracias a ti algo es diferente.
¿Tres meses?
Yoongi no quería admitir que moría de curiosidad por saber el porqué de su estancia allí, ¿Qué era eso grave que ella podía tener para permanecer tanto tiempo en el mismo lugar?
Le hubiera gustado preguntar, pero no podía, y eso lo jodía.
Hara levanto su vista hacia la puerta, y el gato creyó que sus ojos no se veían normales, o al menos no estaban así hasta hace poco.
—Hola, Hara.
Era una voz masculina la que irrumpía el silencio de la habitación, la adolescente se levantó de la cama dejando al gato allí.
"¿Por qué tiene esa cara?" Yoongi estaba ciertamente confundido, la expresión de su "dueña" era una especie de combinación extraña entre la felicidad y la tristeza.
Él nunca había visto esa expresión y se preguntaba cuál sería el nombre que le atribuían.
—Hola, Jungkook.. —si su rostro se le hacía confuso su voz había sido peor que eso.
Hubo un breve silencio y el gato permaneció en la cama siendo un espectador en la primera fila de todo ese show.
"¿Por qué no habla?" él tenía muchas preguntas en ese momento.
Finalmente ese silencio se rompió.
—Y-Yo venía a despedirme —el chico desconocido soltó sin más siendo incapaz de retenerle la mirada a la chica enfrente— Regresaré a Busan con mi tía. —explicó, lo que causo que el gato pensará.
"¿Será algún amigo?"
—Lamento no haber venido antes.. —suspiro y esta vez la vio a los ojos— Espero te recuperes, adiós.
—¿Te iras así? —la voz de Hara se hizo presente y Yoongi volvió a ver lágrimas en los ojos de la chica— ¿Nunca te importe verdad?
Ahora empezaba a dudar, tal vez no eran simples amigos.
¿Entonces que podrían ser?
—Si me importas.
—¡No es verdad! ¡Si te importara hubieras venido hace tres meses! —gritó alterando un tanto al gato quien se levantó con sus patas delanteras ante el grito.
Jungkook apretó sus labios y con pesar hablo.
—Lo lamento, de verdad lo lamento —se quedo inmóvil en su lugar— Pero tengo que irme, lo siento Hara.
Y luego de eso salió del cuarto retirándose.
El chico no era malo, simplemente no había tomado buenas decisiones, era un adolescente, era un ser humano y sabemos que siempre se van a equivocar, él tenía miedo y aunque le hubiera gustado quedarse con ella, no lo hizo y todo por culpa del miedo.
Todo ello había tomado por sorpresa a la chica, y no pudo evitar llorar, sentía que todo su sistema estaba colapsando, coloco la mano en su pecho sintiendo un fuerte dolor cubriéndole la zona, no lo soporto más y cayo al suelo.
Las lágrimas habían formado una débil cascada en sus mejillas, la piel de su rostro se había tornado roja y su pecho se movía con brusquedad, el gato ya la había visto llorar pero no de esa manera tan lamentable.
No supo que hacer, no era como si pudiera consolarla, no sabía como hacerlo, pero tampoco quería quedarse sentado viéndola llorar, por eso bajo de la cama de un solo salto y se quedó sentado a su lado, no la miro ni intento acercarse de más, simplemente se quedó a su lado, haciéndole compañía como lo hacía con aquellas personas que estaban cerca de morir.
Supuso que probablemente ella se sentía así en es momento.
Con ganas de morir.
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