Un gato que predice la muerte y una adolescente curiosa que ama vivir.
Quizás no sea una buena combinación, pero este encuentro termina cambiando la vida de ambos.
Ya sea para bien o para mal.
La vida y la muerte se juntarán en esta historia rebas...
El día siguiente recibió a Hara triste, había empezado a llover y el frío retumbaba en todo el interior, Yoongi se hizo bolita en la cama, el frío no era muy bonito para él.
Sin embargo Hará se colocó a su lado otorgándole un poco de calor, el gato no se quejó al contrario, se sintió más cálido y por esta vez lo permitió.
—Hara, tu desayuno
Esa era la voz de mamá.
La chica se levantó de golpe viendo a su mama junto a la enfermera quien dejaba una bandeja con comida.
—Mamá..
—Buenos días —se acerco a su hija a quien le dio una pequeña caricia en el cabello— Tienes pelo de gato, necesitas un buen baño Hara
Yoongi no prestó atención solo se acurrucó aún más en su sitio, el frío le calaba poco a poco los huesos, era frustrante.
—Si, después de comer mamá —y no estaba contenta con comer la comida del hospital tendía a ser nada agradable, casi siempre era lo mismo pero esta vez prefirió retrasar el baño no se imaginaba desnuda sintiendo el frío llegarle de lleno.
Hubo un breve silencio mientras Hara comía, silencio que su madre terminó por romper.
—Jungkook vino a verte ¿no es así?
Si la comida ya esa desagradable con la mención del chico era peor.
Dio un leve asentimiento para seguir comiendo.
—¿Siguen siendo novios?
La pregunta no solo alertó a Hara, sino que provoco que los oídos de Yoongi se activaran aún más.
"He escuchado esa palabra antes"
—No, ya no —escupió sin agregar algo más.
El sonido de la comida siendo masticada resonaba una y otra vez, causando hambre en el gato quien luego de estirarse se acercó a Hara pidiendo un poco.
—Eres fuerte, sé que lo quisiste mucho, y sé que lo superarás hija.
Esas palabras bastaron para que Hara se sintiera un poco mejor, no sabía que era lo que necesitaba escuchar, y ahora su mañana se había convertido en un momento memorable.
Luego de darle de comer al gato y de bañarse su mamá se despidió dejándole un beso en su frente, era la misma rutina todos los días, una hora por la mañana era dedicada a ella y luego se iba a trabajar, algunas veces pasaba un par de horas con ella en la noche otras no eso dependía de la cantidad de trabajo que tuviera.
Era imposible que aquello no llegara a molestar a Hara era una adolescente y sin decirlo ella necesitaba a su mama más que nunca pero también comprendía el esfuerzo que ella hacía, así que siempre se lo repetía para no caer en ese sentimiento de rabia y coraje al estar sola.
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