Un gato que predice la muerte y una adolescente curiosa que ama vivir.
Quizás no sea una buena combinación, pero este encuentro termina cambiando la vida de ambos.
Ya sea para bien o para mal.
La vida y la muerte se juntarán en esta historia rebas...
Los doctores habían ingresado a la habitación de la adolescente, su cuerpo ahora sobre la cama más calmada y con sedantes puestos, su reacción fue imprevista y su cuerpo reaccionó mal ante la situación dando como resultado el desmayo.
Yoongi permanecía en la ventana con su cola a un lado de sus patas, le echó un ojo a la adolescente que ahora se veía mucho más pacífica, seguramente inconsciente, lo bueno de aquel estado era la desconexión con el mundo algo que podía considerarlo como un privilegio, olvidar tu existencia y los problemas que existían daban paz a la mente, aunque sea simplemente un estado momentáneo.
La noche llegó y con ella la Luna, la cual se encontraba de un color rosado ¿La luna era rosada? Yoongi se preguntaba creía que la luna solo tenía un color, pero ahora al parecer puede cambiar.
Hara despertó un tanto aturdida por los medicamentos, el gato se alertó enseguida dejando de lado a la hermosa luna.
—¿Qué paso? —pregunto a la nada sintiendo sus ojos extraños.
El gato dio un brinco y termino en el suelo caminando un poco para luego brincar de nuevo hasta llegar a la cama de Hará.
—¿Tú no me dejarás verdad?—pregunto a lo que Yoongi contestó en su mente.
"Ya lo hice una vez, no creo poder hacerlo de nuevo"
Y es que a Yoongi no le gustaba que lloraran y menos si él era la razón, era un simple gato que nadie quería, pero ahora eso había cambiado con la aparición de Hara.
Su cuerpo fue levantado con cuidadoso cayendo en las piernas de la triste adolescente.
—Tú no hablas, pero me encantaría que lo hicieras.. —comento la chica acariciando la espalda del gato—Estoy sola ni siquiera esta mamá a quien esperaba ver —apretó sus labios intentando evitar que el llanto pase—Qué ridícula me he de ver ¿verdad?
Yoongi no pensaba que si, pero tampoco lo negaba, no era como si quisiera comprenderla del todo, él no quería involucrarse mucho, para el era suficiente estar allí, haciéndole compañía.
Sin darse cuenta la chica quedó dormida a un lado de él, por suerte no lo había enrollado en sus brazos si no estaría encerrado, algo que no le agradaba.
El gato volvió a la ventana y la Luna estaba más brillante que nunca.
Se quedó mirándola como si fuera lo más hermosa que podía existir en el mundo.
Maúllo.
Él quería hablar, decir algo, pero lo único que salía de su boca eran maullidos, se rindió, la única forma de poder hablar era siendo humano, pero esa idea le aterraba, prefería seguir estando como era.
Sí, era lo mejor.
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