23. Nuestra tormenta

1.6K 277 228
                                    

SAN

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

SAN

Miré atento cada trazo que hacía WooYoung sobre el suelo. Él aún no notaba mi presencia, así que fue realmente satisfactorio verlo tan concentrado en aquello.

Su cabello caía ligeramente sobre su frente, cubriendo un poco sus ojos y destacando un par de ojeras por no dormir lo suficiente. Fruncía sus labios cuando algún trazo no le convencía y lo borraba con la manga de su camisa de franela. Con una mano se echó el cabello para atrás, y sonreí al percatarme que era más lindo de lo que creía.

Me acerqué sin hacer mucho ruido, quedando a una distancia muy prudente, justo antes de donde iniciaba el camino de nubes.

—¡Melquíades! —grité. Él levantó la cabeza, poniéndose de pie en ese instante.

—¡San! —sonrió, después se percató de que yo ya había visto sus dibujos y se llevó una mano a la frente—. Se supone que debía ser una sorpresa...

—Puedo fingir que no he visto nada. —Dije, para después mover la silla hacía atrás.

—¡No, espera! ¡Quédate justo ahí! —Pidió. Yo abulté los labios.

—¿Para qué?

WooYoung se sacudió las manos, avanzó hacia atrás. Quedando justo donde terminaban sus trazos de gis. Me sonrió emocionado.

—Quizás no puedes correr aún, San —aseguró—, pero puedes caminar. Yo te ayudaré a hacerlo. Quiero que camines... sobre las nubes. He dibujado nubes para ti.

Los ojos me comenzaron a picar. Me sentí tan jodidamente especial e importante que quise llorar en ese momento. Me mordí el labio inferior con sentimiento. Miré hacia la pista, nos separaban alrededor de diez metros. Un tramo bastante grande, nada comparado con lo poco que yo había avanzado por mi cuenta.

—No creo que pueda...

—Sabía qué te resultaría abrumador, por eso dibujé esto. Sé que puedes caminar hasta acá, ¿quieres intentarlo?

Suspiré, un poco inseguro. Recordé la última vez que colapsé en la madrugada y bajo una lluvia triste. Ese día me dije a mí mismo que no estaba listo para avanzar. Pero entonces recordé las palabras de mi madre, diciéndome que fuera lento y avanzara con un paso a la vez, que buscara mi felicidad y que estaba bien ser poquito egoísta.

—¿De verdad no vendrás? —Insistió. Sus brazos se extendieron—. Si no vienes, jamás podrás llegar a la meta, San.

—Iré.

Él sonrió.

—No te caerás. Eres fuerte —Aseguró cuando me vio temblar al sujetar los brazos de mi silla—. Hazlo despacio.

Y seguí su instrucción. Me levanté muy lento. Y para mantenerme de pie, imaginé que nunca tuve un accidente, que mis piernas eran fuertes y que mi compromiso era más grande que mi pasado.

Línea de Meta - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora