20. ¿Qué es amar?

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WOOYOUNG

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WOOYOUNG

Era una tarde clara y despejada, libre de nubes y con un aire helado, las calles limpias como la pista de un salón de baile y las casas muy juntas, como si fueran una sola. Eso me hizo sonreír, Mojo Jojo vivía en un lugar muy agradable. Acogedor, esa era la palabra correcta.

Anduve por la acera, disfrutando del silencio de la calle y tarareando una melodía recién inventada para darle un toque más dramático a mi llegada. San me dijo que su casa era pequeña y humilde, que esperaba no causarme molestias o algo parecido, a lo que yo me reí porque era lo que menos me importaba en realidad.

Antes de llegar a su casa, pasé un gimnasio o parque, la verdad no sé describirlo con exactitud, pero lo que llamó mi atención, fue la pista para correr. Probablemente era donde San solía practicar en las mañanas. Un sentimiento de melancolía se instaló en mi pecho y entonces tuve una idea, la cual llevaría a cabo en caso de que se presentara la oportunidad.

Di con una casa de color blanco deslavado, no era tan pequeña como San la describió, es más, ni siquiera me atrevería a describirla así, puesto que mi departamento era tan solo una octava parte de su casa. Había un par de macetas afuera, muy bien cuidadas, por cierto.

Mi madre solía decir que una planta bien cuidada significaba que había amor en el hogar.

Yo no podía asegurar eso puesto que nunca supe describir el amor.

Toqué el timbre y peiné mi cabello con cuidado. San había dicho que era una comida informal y que podía vestirme como quisiera, a lo que yo lo tomé demasiado literal y por ello cogí mis prendas habituales. Una camisa de franela encima de una playera negra, unos jeans de mezclilla y mis Vans.

Unos ruidosos tacones se escucharon tras la puerta y poco después, esta fue abierta por la madre de San.

—¡WooYoung! —dijo. Que me llamara por mí nombre, me hizo sonreír.

—Buenas tardes —respondí con una inclinación.

—Pasa, pasa. San está en la cocina —sonrió, abriéndome paso. Me ruboricé cuando se inclinó hacia mí y susurró algo que en definitiva me quitó las ganas de seguir avanzando—. Está con su novia, es una chica muy linda, ya la conocerás.

Me hubiera quedado con los pies como anclas en el suelo, de no ser porque la madre de San me condujo del brazo por todo su hogar hasta la dichosa cocina, en donde, ella estaba ahí.

No fui el primero en saludar porque las ganas de hacerlo ya se habían esfumado.

—¡Melquíades! —gritó San al tiempo que esbozaba una sonrisa.

—Hola —respondí, encogiéndome de hombros.

—¿Así que tú eres WooYoung? Yo soy Lia. —Cuando habló, me atreví a mirarla correctamente. Alta, cabello largo y negro, piel blanca y labios pequeños. Se puso de pie para extenderme la mano y yo la sujeté. Sus manos eran suaves y sus dedos muy finos, perfectos.

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