❝En una pista en donde San no podía correr, WooYoung dibujó las nubes.❞
San es un atleta universitario que ama correr, pero tras un terrible accidente, su más grande sueño se ve afectado, quitándole la capacidad para caminar.
Cuando comienza a verl...
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SAN
3 semanas después
—Despacio, San. —Pide SeongHwa, jadeante—. Ve más despacio.
—¿Puedes ir un poco más lento, San? —agrega WooYoung—. Siento que me quedo sin oxígeno.
—¡Vamos! Esto no es nada.
No estoy seguro de cuánto tiempo había pasado desde la primera vez que pude tocar la pista de nuevo, pero en cuanto el doctor me dio pase verde para comenzar a entrenar, lo primero que hice fue sacar mis tenis deportivos de su empolvada caja y colocármelos para salir a correr.
Correr de verdad.
En ese tiempo SeongHwa y yo nos reconciliamos. Dicen que una relación con alguna grieta es difícil de reparar, pero para él y yo no resultó nada complicado hacerlo, puesto que ambos estábamos dispuestos a darlo todo por mantener esa amistad, porque antes de Lia, siempre habíamos sido él y yo nada más.
Mi relación con WooYoung se volvió más íntima conforme pasaba el tiempo. Él terminó encontrando un departamento bastante acogedor que quedaba muy cerca de mi domicilio, eso nos permitió reunirnos con más facilidad, también retomó su empleo de medio tiempo en el bar a pesar de que le dije que yo ya no me sentía muy cómodo con esa idea por lo peligroso que podía llegar a ser, sin embargo, no hubo mucho por discutir cuando él me respondió que ese era el único trabajo que se le daba bien.
Poco después, hice que SeongHwa y WooYoung se presentaran. En un principio parecía que no se llevarían bien, pero me llevé una sorpresa al darme cuenta de que tenían mucha compatibilidad entre sí, lo cual fue realmente ventajoso para mí, ya que ambos me brindaban compañía en los entrenamientos y no solo eso, también corrían junto a mí.
—Por favor, San. No creo aguantar más tiempo —dijo SeongHwa, disminuyendo la velocidad y deteniéndose.
Me reí y miré hacia mi otro acompañante.
—¿Cansado, Melquíades? —pregunté con diversión—. ¿Solo eres bueno en carreras de sillas de ruedas?
—Tonto.
—Si me alcanzas, te daré un beso. —Le digo, retándolo.
No pude evitar reírme cuando sacó la lengua, exhausto y reclamando más aire.
—Se supone que tú eres el atleta, no nosotros —respondió—. ¿Por qué nos haces correr contigo?
—Necesito una motivación. Soy muy lento, aún pueden seguirme el paso.
WooYoung apenas podía sonreír, su respiración era agitada. Aún así, comenzó a apresurar el paso, corriendo más rápido y dejándome atrás con unos pocos metros de distancia.
—Vamos San —dijo—. Dijiste que me darías un beso si te alcanzaba.
Aquello bastó para acelerar el paso y correr más rápido, junto a él.
