𝟏. 𝐊𝐎𝐌𝐄𝐍𝐂𝐔

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Advertencia: Probablemente en los capítulos se usen referencias a la actualidad, pero no estaré mencionando tema de pandemia, ya que en esta historia no existirá el virus.





CAPÍTULO 1


05 de enero.


Me quedo viendo por la ventana cómo las nubes empiezan a desaparecer y son reemplazadas por los rascacielos de Nueva York en la distancia. Respiro hondo intentando calmarme y mastico lentamente el chicle para que mis oídos vuelvan a la normalidad.

— ¿Qué te pasa? —giro mi cabeza hacia la dueña de aquella voz. Está de pie a mi lado con un aspecto mucho más sereno que el que aparento tener yo. Debería estar de la misma forma y, por alguna razón, me siento demasiado ansiosa.

— Nada, se me han taponado los oídos — no era mentira, aunque tampoco toda la verdad. Entrecierra sus ojos castaños sin quitarme la mirada de encima y me dedico únicamente a asentir y quitarle la mirada.

— Estás nerviosa, como si no hubiéramos ido nunca a Nueva York. Te sabes el viaje de memoria — tenía razón, llevamos varios años repitiendo este viaje al menos dos veces por año. Sin embargo, no es lo mismo ir un par de días de viaje que mudarse a la ciudad. Y eso era justo lo que estábamos haciendo. Toda una vida en Nueva Jersey para terminar dejando atrás todo aquello. Un cambio enorme, ¿Cómo podía ella estar tan tranquila?— ¿Te pido un whisky?

— Ni se te ocurra, estamos en pleno vuelo — suelta un bufido y murmura un casi inaudible "aburrida". Le suelto un puñetazo relativamente suave en el hombro, de no ser por una de las azafatas que se acercó para ofrecerme un vaso de agua ante mis evidentes nervios, habríamos terminado golpeándonos ahí mismo. En cuanto se aleja, vuelvo a pensar en lo que me había dicho mi amiga —. No es lo mismo, lo sabes. De lugar vacacional a hogar es un cambio a tener en cuenta.

— Será para mejor. Ya lo verás — cerró los ojos tras abrochar su cinturón y se recostó en su asiento —. Ahora cállate y déjame dormir, nos queda un rato largo hasta llegar. Intenta no parecer una desquiciada, no quiero que me despierte una agradable azafata con una sonrisa falsa preguntándonos si todo va bien — hizo énfasis en aquel adjetivo, como si le molestara enormemente aquello.

Ruedo los ojos evitando pegarle otro golpe, no tentaría a la suerte con eso. La azafata ya me había salvado de una pelea, la segunda sería inevitable. Imito a mi amiga y me pongo el cinturón en cuanto la luz de las turbulencias se enciende y son claramente notables. Bajo la cortina de la ventanilla para mantener mi atención en cualquier otra cosa y cierro los ojos imaginando cómo serán nuestras vidas a partir de ahora en la gran ciudad. Mi cabeza no me ayuda con eso, pues todo lo que imagino termina en desastre. En algún momento que no logro recordar, conseguí quedarme dormida.




Estiré mis brazos hacia arriba y los lados haciendo sonar mi columna. Suelto un suspiro de satisfacción cuando nos acercamos por fin a la terminar para recoger nuestras maletas de la cinta. Por suerte no tuvimos ningún altercado con ellas. Con el peculiar carácter de Ada y el mal humor que le generan los viajes largos, la suerte ha sido en realidad para el aeropuerto entero. Nos habrían devuelto las maletas con más cosas de las que hemos traído. Ada Prior es mi mejor amiga desde hace años, la hermana que nunca tuve. Una hermosa chica de veintiún años, ojos marrones con los que puede insultarte perfectamente sin abrir siquiera la boca, pelo negro azabache a la altura del pecho, esbelta y alta por toda la actividad física que ha hecho desde niña, un cuerpo envidiable por la misma razón y una expresión constante en el rostro para nada amigable ni mucho menos simpática.

Ramé (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora