𝟑𝟐. 𝐌𝐔𝐒𝐓𝐈𝐎

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Capítulo 32

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Capítulo 32




 — No sabes lo que te he extrañado.

Se acerca tomando mi rostro entre sus manos y me besa.

Su contacto de labios es brusco y me deja completamente en blanco, sin saber cómo reaccionar. Me toma del rostro clavándome los dedos en las mejillas y eso es lo que es lo que me hace volver a mí. Apoyo mis manos en su pecho y le doy un fuerte empujón logrando que se aparte y de unos cuantos pasos hacia atrás. Ni siquiera me di cuenta de que me había hecho moverme y lograr que ambos entráramos al apartamento.

Me limpio los labios con un asco evidente y lo observo con completa repulsión, no puedo creer que haya hecho eso. Hace el intento de acercarse y no huyo, sino que lo a punto de forma amenazante, conteniendo las ganas de asesinarlo.

— Pero ¿quién mierda te crees que eres para hacer eso? ¿Y cómo carajos conseguiste la dirección de mi casa?

— No me hables así...

Abro la boca para soltarle una tanda de insultos a toda velocidad y a un alto volumen, pero me callo cuando recuerdo que Alastor se encuentra en mi habitación durmiendo. Entonces caigo en cuenta del porqué este hijo de perra está aquí.

Christian, mi ex.

Se queda justo en el mismo lugar esperando que yo hable. Se relame los labios, lo que hace que me ponga más furiosa y con ganas de romperle los dientes.

— ¿Qué mierda haces aquí?

— He venido a buscarte.

— Pero ¿es que tú estás mal de la cabeza o qué? ¿Qué diablos te pasa, Christian? ¡Nadie te pidió que vengas!

La furia cada vez se va incrementando y entierro mis uñas en las palmas de mi mano intentando tranquilizarme, sin embargo, se me hace imposible ¡No lo quiero aquí! No quiero ver su estúpido rostro, ni escuchar su maldita voz ni saber de su presencia. Lo odio, lo odio tanto. Mi cuerpo tiembla de la impotencia y él parece notarlo, pone una estúpida mueca de preocupación en el rostro. Se intenta acercar, pero supongo que mi cara se va volviendo la de una desquiciada porque detiene el avance.

— Mira como estas... Tiemblas. Necesitas de mí, yo sé que sí. Lo he sentido, nuestra conexión especial nunca desapareció.

¿Qué clases de ridiculeces dice este tarado? Respiro por la boca y dejo ir un profundo suspiro.

— Vete... Vete antes de que haga algo de lo que te arrepientas.

— ¿Qué me arrepienta? ¿De qué?

— De pisar Nueva York, este apartamento. Fuera.

— Pero he venido por ti, a llevarte a casa.

Ramé (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora