PROLOGO 1/2

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1 de Septiembre de 2011

Ese pedazo de concreto lo protegería un poco de todo el desastre de bombas y detonaciones que se escuchaban muy cerca suyo, lo cierto es que hacia tanto tiempo que no tenia tanto miedo, si cerraba los ojos volvía a sentirse como un niño pequeño queriendo correr a los brazos de su madre, tan patético y débil como siempre le habían llamado, como siempre se había llamado.

No era capaz de escuchar nada mas que gritos y granadas explotando a sus espaldas, detrás de ese muro de cemento mal trecho y casi en ruinas, estaba un hombre realmente aterrado y que no sabía como salir de ese lugar sin verse como un completo cobarde que huía del peligro dejando atrás a todo su escuadrón.

-Sargento, estamos a punto de perder a mas de la mitad de nuestro escuadrón, por favor de una orden, diga algo

A lo lejos, lo que parecían kilómetros, podía escuchar a su segundo al mando tratando de devolverlo a la realidad, pero era imposible, no podía abrir los ojos y enfrentarse a la realidad, no podía regresar a un lugar repleto de sangre y muerte que lo aturdían casi tanto como las granadas explotando en sus oídos.

Y entonces lo vio entre sus pensamientos, tan tenue y casi invisible, casi imperceptible a sus memorias, la sonrisa que había estado añorando desde que se había ido a la guerra en Irak, desde que se había unido a las filas del ejército estadounidense y había decidido dejar todo atrás para buscar su lugar en el mundo.

Podía ver esos ojos desbordando brillo y felicidad, podía ver esa sonrisa cálida y amorosa que siempre le dirían que todo estaría bien, podía incluso inclinarse y jurar que sus manos se tocaban, sentía su suave piel rozando las palmas de sus manos, tocándose por primera vez desde que se había ido, desde que le había dejado atrás.

Escuchaba su voz llamándole y pidiéndole que regresara, que se quedara a su lado y no le abandonara, que no le dejara atrás nuevamente y con un dolor punzante en su pecho, que no lo hiciera llorar y prometiera que esta vez se quedaría, lo escuchaba, pero

-Taehyung! ¿Sargento, puede escucharme? Por favor vuelva, necesito que me de una orden o todos moriremos aquí

Fue sacudido abruptamente por el cabo a su lado, de vuelta a la realidad que quería olvidar, la realidad de la que quería escapar y dejar atrás, no quería sentirse aterrorizado por una decisión que había tomado en un ataque de rebeldía adolescente, no quería ver como sus compañeros de guerra eran asesinados en medio de un campo de batalla que solo dejaba ver sangre por todas partes.

-¡Avise que nos manden la artillería pesada Cabo, ahora!

La quijada del cabo se desencajo por un momento, pero no podía desobedecer a su sargento, mucho menos cuando había estado llamándolo y pidiendo por una respuesta, bien, ahí la tenia y aunque no fuera de su agrado, debía seguir la orden al pie de la letra.

-¿Estás seguro de lo que harás? El sargento Kim no parece él mismo, no confiaría tanto en sus decisiones

-Es nuestro sargento, soldado, yo cuidaría mucho mi boca antes de decir algo así

-Pero lo ha visto usted mismo, le dio un ataque de pánico en medio tiroteo, no podemos confiar en lo que

-Tu no sabes nada de él, no sabes todo lo que ha hecho por este pelotón, no sabes lo que ha hecho por todos nosotros y como nos ha mantenido vivos, sacrificando incluso su propio bienestar, no dejare que hables mal de Taehyung, llevas en este escuadrón menos de tres meses, yo he combatido con él durante tres años, ¡Cuida tu boca, soldado!

Una vez dicho aquello se dio por terminada la conversación, era cierto, aquel soldado no tenia ni tres meses en aquella guerra, no conocía lo suficiente a su sargento como para decir que no estaba en sus cabales, después de todo, aquello era una guerra y estar cuerdo en medio de una, seria una locura, nadie se salvaba de lo que la guerra le hacia a tu mente, nadie olvidaba del todo lo que se vive en una guerra.

Fue cuando la artillería llego, que lo entendió completamente, entendió a que se refería su cabo cuando dijo que Taehyung sacrificaría su propia integridad por mantenerlos a salvo, por mantener a cada uno de sus hombres con vida y si era posible, sin un rasguño.

Fue como ver a un superhéroe en acción, el sargento Kim tomaba su arma y la apuntaba a cada enemigo que se cruzaba en su camino, con el estruendo de los cañones sonando a sus espaldas, pasaba en cámara lenta y temió por su sargento cuando un de los enemigos trato de atacarlo por la espalda, pero Kim giro su arma y le dio entre ambas cejas.

Ese era Kim Taehyung, un hombre comprometido con su deber y con quienes lo necesitan, un hombre dispuesto a librar una guerra él solo si se trata de salvar a sus compañeros, un hombre entregado a su labor como sargento y combatiente pero un hombre solo, al final de cuentas, un hombre que deja atrás a quien ama, un hombre que trata de olvidar a quienes lo aman, un hombre que entierra sus sentimientos porque no quiere distracciones, porque una guerra no se gana con amor.

Y mientras el sargento combatía codo a codo con el cabo Park, los soldados se limitaron a ver como el enemigo caía poco a poco, ellos ganarían la guerra, eso era seguro, pero ¿A que costo? ¿Qué se debía sacrificar para librar una batalla como aquella?

Fue cuando el sargento Kim cayo al suelo que pudo reaccionar y comprender, las batallas se ganan cuando se trabaja en equipo, cuando tienes a gente que te respalda y se juega por ti, el héroe de todos necesitaba ser salvado, esta vez no se hablaría del hombre que murió en cumplimiento de su deber, se hablaría del hombre que inspiro a otros a ser héroes, se hablaría de Kim Taehyung, el hombre que sacrifico su propio corazón con tal de salvar el de otros.

El cabo Park hablaba por su radio para que atendieran la emergencia en cuanto llegaran al campamento, la guerra había cesado, ellos habían ganado y la foto que Taehyung tanto había cuidado durante esos años, se llenaba de sangre y polvo en medio de aquel campo de batalla.

"Por favor no me olvides, porque yo no te olvidare. Con amor, Jeon Jungkook"

The fall of the Swan // Taekook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora