White Wolf

Capítulo 11

Mi lengua se pasa una y otra vez por su piel, preparando la zona para lo que vendría a continuación. No detuve mis embestidas en ningún momento, percibía que nuestros orgasmos estallarían pronto.

—Quiero darte mi nudo...— gruñí contra la piel de su cuello cuando este empezó a crecer en su interior, entraba y salí de ella con facilidad y la fricción de nuestros cuerpos se sentía deliciosa.

Ella gimoteó cerrando sus ojos con fuerza al tiempo que se corría, mi nudo siguió creciendo más y más haciendo los movimientos empezaran a ser dificultosos.

—Hazlo, Richard...

—Si creamos un lazo será imposible romperlo después, ¿estás segura?— pregunté cuando mis dientes rozaron su piel.

—Nunca he estado tan segura de algo en mi vida.

Mis labios succionan su piel cuando mi nudo explota dentro de ella, clavo mis dientes en la zona que tanto anhelaba mientras la escucho gemir bajo mi cuerpo. Sus piernas se envuelven con fuerza en mi cintura haciendo que yo entierre mis dientes más profundo en su cuello.

No me muevo por al menos un par de minutos, todavía estaba en el éxtasis cuando saqué mis dientes de su piel y admiré la marca que había dejado, pasé mi lengua por esta antes de depositar un pequeño beso en ella.

—Ha quedado jodidamente perfecta.— declaré con orgullo.

—Ni siquiera la he visto pero ya te puedo confirmar que si.— dice sonriente.

Me dejo caer en el suelo y la acomodo encima de mi cuerpo, mis manos acarician su espalda con lentitud. Su cabeza está recostada en mi pecho pero aún así sé que sus ojos están puestos en mi.

—Muérdeme.— susurro—. Sé que lo estás deseando.

—¿Y si no lo hago bien?— cuestiona haciendo un puchero, demasiado adorable para mi.

—Nena, solo tienes que enterrar tus dientes en mi cuello, no hay nada de difícil en eso.— ladeo mi cabeza para dejarle un mejor acceso a mi piel—. Adelante.

Se relame los labios antes de empezar a repartir besos por la zona, preparando a la piel para cuando sus dientes se enterraran en ella.

Siento como sus manos toman mi cuello en el momento que me muerde, cierro los ojos al tiempo que suelto un placentero suspiro, no me imaginaba que una mordedura pudiera sentirse tan deliciosa.

—Te amo.— susurra sobre mi piel, siento su lengua pasarse por la sensible zona.

—Te amo más, lobita.— le hago saber envolviendo mis brazos en su cuerpo.

—¿Podemos quedarnos así?— pregunta en voz baja—. Desnudos, abrazados, bajo la luz de la luna y en plena noche...

—No soy quien para negarte algo que deseas.

Ella sonríe mientras se acomoda encima de mi cuerpo, sus párpados se van relajando con el paso de los minutos y es cuestión de tiempo que cierre los ojos y se quede dormida en mis brazos. Me dedico a acariciar su cuerpo y a proporcionarle calor con el mío para que no pase frío hasta que yo también me quedo dormido.

Al despertar no sienta a nadie en mis brazos ni tampoco a mis lados, me levanto alarmado pero cuando a Leyre nadando en el lago se esfuma la preocupación.

Estaba amaneciendo y nosotros todavía seguíamos aquí, era cuestión de tiempo para que la manada saliera... Sabía que el lago era el lugar favorito de muchas personas así que no iba a permitir que tuvieran el lujo de ver a mi mujer desnuda en el.

Me visto sin quitarte la vista de encima y al terminar camino hasta ella, quien al verme sonríe ampliamente y comienza a nadar hasta la orilla.

—Buenos días.— dice acercándose a mi.

No me molesto ni siquiera un poco cuando su cuerpo mojado me abraza, sus labios buscan los míos y no tardan en encontrarlos para fundirse en un deseado beso.

—Pues si que son buenos días.— respondo contra su boca, mis manos se deslizan hasta sus nalgas y sin poder evitarlo estrujo estas con mis dedos, ganándome un gemido de su parte.

—Debería de vestirme para que podamos irnos.— dice dándome un último beso en los labios y separándose de mi.

La veo tomar su ropa del día anterior y ponérsela en el cuerpo a excepción de los tacones, que prefiere llevarlos en las manos y caminar totalmente descalza.

—¿Puedo llevarte en brazos?— pregunto para que así no se lastime los pies al caminar.

—Puedo caminar sin ningún problema, no te preocupes.— respondió con una sonrisa burlona en los labios.

Me aguanto las ganas de rodear los ojos ante sus palabras, paso uno de mis brazos por sus hombros y echamos a caminar en dirección a casa. La veo sacar su teléfono móvil del bolsillo para revisar los mensajes, una sonrisa se dibuja en sus labios al leer uno en especial y mi lado celoso salga de inmediato.

Ella también lo nota, la mordida nos había unido de una forma literal y ahora ambos podíamos sentir las emociones del otro.

—Es mi padre.— aclara alzando sus cejas—. Me ha dicho que esta noche te invite a cenar para que así te puedan conocer.