Capítulo 13

367 44 12
                                        


Finalmente logramos dormir los dos juntos, yo por mi parte me deshago de mi ropa y quedó únicamente en bóxer, Leyre se toma la molestia de ponerse un pijama de color azul clarito.

Ella es la primera en quedarse dormida y poco después yo imito su acción, con su cuerpo pegado al mío y mis brazos rodeándola.

Sin embargo, horas más tarde, cuando ya es de madrugada siento que se remueve incómoda a mi lado. Antes de abrir los ojos percibo su olor.

Y jodida mierda, ese olor.

El intenso olor de su celo.

—Richard...— gimoteó frustrada mientras sacudía brevemente mi cuerpo—. Por favor, despierta.

Abro los ojos al escucharla y me fijo en sus ojitos llorosos y en su labio inferior temblando. Su cuerpo ya no tenía un pijama, ahora estaba únicamente en ropa interior.

—Tengo calor... Juro que me estoy muriendo de calor.— confiesa abanicándose el rostro con las manos.

—Lo sé, lobita... El celo te hace arder el cuerpo, cada poro de tu piel suda y estás deseosa... Es normal.— susurré acariciando su cabello con mis dedos—. Pero estoy aquí para calmarlo.

—¿Para calmar mi celo?— preguntó en voz baja.

—Exactamente, en estos momentos no me agrada que estemos en casa de tus padres.— susurré con una sonrisa maliciosa en los labios—. No sé qué explicación le daremos cuando rompamos la cama.

Sus mejillas se sonrojan, no necesito que la luz esté encendida para darme cuenta. Dejo un corto beso en sus labios antes de levantarme para abrir la ventana, para que entrara el aire y también para que la luz de la luna iluminara lo suficiente.

—No vamos a romper la cama, ¿verdad?— cuestionó con timidez.

—No lo sé, Leyre, el olor del celo enloquece a los lobos y más si se trata de tu mate.— confesé acercándome a ella—. Además, los lobos no somos suaves a la hora del sexo.

—Jódeme.— dejó escapar en un suspiro.

—Eso es justamente lo que planeaba.— dije divertido, pero la diversión me abandonó cuando una oleada de placer atravesó el cuerpo de Leyre y su celo volvió con más intensidad que antes.

Por pura inercia bajé la mirada, tenían la particularidad de mojarse en exceso en estos días, confirmé mis sospechas al ver que la cara interna de sus muslos ya estaba húmeda y era gracias a la humedad que se deslizaba por ellos.

—Por favor, por favor...— lloriqueó dejándose caer en la cama y echando su cabeza hacia atrás—. Haz que pare.

—Sentirse excitado no tendría que sentirse como algo malo.— murmuré posicionándome sobre su cuerpo, sus ojos me miraron suplicantes.

Las palabras sobraban en tal punto.

Uní mi boca con la suya casi con violencia, sabía que debía de ir lento pero no podía, no cuando su olor invadía mis fosas nasales de tal manera haciéndome enloquecer por completo. Llevé una de mis manos a su espalda para desabrochar su sostén y deshacerme de él cuanto antes.

—Por favor, sin preliminares.— dijo contra mi boca, ¿y quien era yo para negárselo?

Ella ya estaba lubricada y yo ya estaba erecto.

Mis dedos rompieron la tela de sus bragas, no tuve tiempo de arrepentirme porque sus manos se deshicieron de mi bóxer y tomaron mi polla, gruñí cuando ella misma la guió hasta su entrada.

Esa es mi loba.

—Hazlo.— exigió mirándome a los ojos.

Empujé con fuerza dentro de ella, hundiéndome por completo en su interior y haciéndonos gemir a ambos. Rápidamente llevé una de mis manos a su boca, lo que menos quería era que alguien más en la casa nos escuchase.

—Recuerda que no queremos que se enteren tus padres.— dije, ella asintió ligeramente y mordisqueó suavemente mi mano.

Volví a embestir en ella una y otra vez, no podía negar que la fricción de nuestros cuerpos se sentía deliciosa pero aún así quería más y probablemente ella también.

Giré su cuerpo haciéndola jadear de forma sorprendida y alcé sus caderas hasta que su trasero chocó con mi pelvis. Embestí con fuerza al tiempo que mi mano derecha apretaba una de sus nalgas y la izquierda se deslizaba para agarrar su cabello.

—Jodida mierda...— gimió apretando las sábanas en sus puños, acto seguido tomó una almohada y si mi intuición no falla la llevó a su boca.

Golpeé su punto dulce repetidas veces, el sonido de nuestros cuerpos al chocar se hacía intenso al igual que nuestras respiraciones agitadas.

Sus piernas temblaron ligeramente, estaba a punto de correrse, así que colé mi mano entre sus piernas para presionar su clítoris y hacer movimientos circulares en él. De este modo su orgasmo fue más intenso de lo que podría haber sido, satisfacerla estaba dentro de mis prioridades.

Embestí tan solo un par de veces más para correrme yo también, lo que tenía muy claro era que estos tres días serían una fantasía con ella.

White Wolf Donde viven las historias. Descúbrelo ahora