Capítulo 7

377 53 5
                                    



—¿Me estás diciendo que hay días en los que los lobos sólo piensan en... sexo?— preguntó con las mejillas ardiendo.

Me muerdo el labio inferior para que no se me escape la risa, seguía sin entender porque para los humanos resultaba raro... Es decir, ellos también tenían relaciones sexuales, tal vez no de una forma tan animal como nosotros, pero si lo hacían.

—¿Y que pasa si yo no quiero?

—Nena, no voy a obligarte a hacer algo que no quieres, simplemente deberías de estar lo más alejada posible de mi esos días.

—¿No confías lo suficiente en ti como para controlarte?— alza sus cejas mirándome desafiante.

—Confío en mi, en quien no confío es en mi instinto animal.— le hice saber—. Y más cuando mis sentidos están alterados y tu aroma me enloquece todavía más... ¿Comprendes?

Asiente con la cabeza mientras que sus dedos juegan con una pulsera que tenía en su muñeca, si ella no se alejaba de mí esos días sería yo quien me alejara de ella, si no quería calmar mi celo no iba a obligarla a hacerlo. Literalmente, ni ganas de dormir se tenían, era un 24/7 con el cuerpo ardiendo.

—¿Y cuando sea al revés?— preguntó con timidez.

—Esos días no te recomiendo salir de casa, todos los lobos podrán oler tu celo y con gusto te ayudarán a calmarlo y dejar una marca en tu cuello para reclamarte como suya...

—No me refería a eso, decía que si tú me ayudarás a calmarlo.

Mi corazón da un vuelco dentro de mi pecho al oírla pronunciar esas palabras, acababa de pasar de decirme que no quería encargarse de mi celo a preguntarme si yo le ayudaría en el suyo.

—¿Acaso lo dudas?— pregunté sonriendo.

Una risa nerviosa se escapa de sus labios mientras yo la miro con curiosidad.

—Bien, tengo que confesarte algo.— murmuró.

Tomé sus manos con las mías y me dediqué a dejar pequeños besos en estas mientras esperaba a que hablara.

—Yo no... Bueno... Es decir, que yo...— empezó diciendo trabándose y cambiando de expresiones—. Soy virgen.

Su confesión me toma por sorpresa, era mayor de edad y además estaba preciosa, ¿cómo carajos no había tenido relaciones sexuales nunca antes?

—¿Qué?— cuestioné sin creerme sus palabras.

—Nunca he tenido sexo con nadie.— dijo en apenas un susurro—. Estuve muy centrada en los estudios, no me interesaban los chicos... No solía ir a fiestas como la mayoría, me pasaba el tiempo en casa leyendo.

Mis manos toman su rostro para acunarlo, la miro como si estuviera mirando la cosa más preciada del mundo, que en cierto modo era así, y dejo un pequeño beso en sus labios.

—¿Quieres que sea el primero?

—Y el último.— soltó con una sonrisa dibujándose en sus labios.

Lleno su rostro de besos al oírla, ella ríe gracias a que mis labios en su piel le hacen cosquillas, su risa es contagiosa y yo también termino riendo.

Sonaba tan bien el hecho de ser el único en su vida... Me llenaba de orgullo, mi lobo interior estaría aullando de la felicidad.

Mis dedos se enredan en su cabello para juguetear con el, ella me deja hacerlo porque no pone ninguna reclamación. Por mi mente no dejan de pasarse ciertos sucesos que tarde o temprano tendrían que ocurrir y no sabía cómo reaccionaría ella.

¿Debería de presentarle a Mariano? Ella merecía saber la verdad... Debería de saber a lo que se enfrentaba, como por ejemplo su familia... ¿cómo diablos le diría que su familia la mataría si se enteran que es una loba?

—Te has quedado muy callado.— dijo mientras ponía una de sus manos en mi pecho.

—Pensaba.— me limité a responder, pero parecía que mi respuesta no la convencía del todo porque alzó una ceja en busca de una respuesta más elaborada—. En ti.

—¿Por qué presiento que no quiero saberlo?— preguntó divertida.

—Tal vez porque es cierto que no quieres saberlo—. respondí en el mismo tono de voz.

—Me arriesgo, ¿en que pensabas?

Chasqueé mi lengua al tiempo que tocaba la punta de su nariz con mi dedo índice.

Momento de mentir a medias.

—En lo condenadamente bien que se sentirá ser el primer y también el último hombre de tu vida.— susurré bajando mis manos hasta su cintura, parecían encajar a la perfección en la curva de estas.

—Eso suena un tanto posesivo, ¿no crees?

—Nena, soy un lobo... Tengo que ser posesivo, tóxico, celoso y todas esas mierdas.— respondí con simpleza—. Viene en el manual del lobo.

Una carcajada se escapa de mis labios ante la ultima frase que decidí agregar, era más que obvio que no había un manual y que todo era por costumbre; naturaleza.

—No quiero estar con alguien posesivo...

—Eso suena ridículo... Y lo sonará todavía más cuando te reclame como mía.

—Tú no harás eso...

—¿Ah no?— cuestioné juguetón.

—No... Yo no quiero una marca horrible en mi cuello.

—Esa marca creará un vínculo más fuerte entre nosotros.— comenté—. Además, tú también querrás morderme y dejar tu marca en mi piel.

Se relame los labios al tiempo que alza las cejas, por mucho que lo negara sentía que todo esto le atraía y solo buscaba saber más.

White Wolf Donde viven las historias. Descúbrelo ahora