Capítulo 5

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El resto del día me lo había pasado encargándome de temas importantes en la manada, como lo eran los jóvenes lobos en sus primeras transformaciones.

—Deberías de traer a tu chica a los próximos entrenos.— dijo Yashua pasando su brazo por mis hombros—. A no ser que prefieras ayudarla en entrenos privados.

—Lo prefiero, no quiero que se sienta presionada por hacerlo bien, esto puede conllevar un tiempo.

Lo escucho suspirar a mi lado e inevitablemente lo miro, él niega con la cabeza ante mi mirada llena de curiosidad.

—Hermano, creo que debemos de investigar sobre ella.— dijo desviando su mirada de la mía.

—¿Por qué?

—Entiendo que estés sacando tu lado protector por eso de que es tu mate... Pero tú también tienes que entender que su situación es un tanto extraña.

—¿Extraña?— fruncí mi ceño—. Supongo que lo dices por lo de su familia...

—¡Exacto!— exclamó mirándome—.  Aquí hay perro encerrado.

Ruedo los ojos, estaba casi seguro de que el refrán no era así pero decido no decir nada al respecto. Entendía a la perfección que él desconfiara, yo no podría hacerlo aunque quisiera.

—Puede ser una loba convertida.— apliqué la lógica—. Aunque lo dudo, porque los únicos lobos que hay en la zona son los de nuestra manada y eso implicaría que uno de ellos ha mordido a una humana...

—No es algo imposible, de hecho tiene mucho sentido... Creo que se me ocurren un par de candidatos pero eso habría que verlo con Leyre delante, así sería mucho más fácil saber quien miente.

—¿De quien desconfías?— me crucé de brazos mira tras fijaba mi vista en sus ojos, Yashua no era el típico hombre que mentía.

—Del italiano.— dijo encogiéndose de hombros—. Es el que menos tiempo lleva en la manada, ¿quien te dice a ti que no anda por ahí mordiendo a otros para crearse su propia manada?

Mariano Di Vaio se había unido a la manada hacía tan solo seis meses, aparentemente era un buen hombre, vestía siempre con ropa de marca para lucir elegante, nunca lo verías despeinado pues para él era muy importante el físico bien cuidado.

No solía hablar demasiado, era un hombre reservado que solo decía las cosas cuando las tenía que decir.

—No voy a acusar a nadie por el momento.— dije con seguridad—. Mañana llevaremos a Leyre con él y le preguntaremos.

—No puedes esperar a mañana... Imagínate que esta noche vaya a morder a más personas.

—Yashua...

—Eres el alfa de la manada, compórtate como tal.— espetó antes de caminar en dirección opuesta a donde íbamos.

Me jode admitir que tiene razón, pero no tenemos pruebas para acusarlo y no quiero hacer el ridiculizado frente a todos los miembros de la manada.

Me deshago de la camiseta que llevaba puesta antes de ponerme a correr en dirección a la casa de Mariano, una simple plática no le haría daño a nadie.

Al abrirme la puerta me lo encuentro con unos pantalones de vestir, camiseta simple y chaqueta de cuero de color blanco por encima.

—Alfa, un gusto tenerte por aquí.— sonríe de lado mientras me deja entrar en su casa.

—Lamento llegar de esta forma pero...

—Ya te has enterado de lo sucedido.

¿De lo sucedido?

No me jodas que Yashua tenía razón...

—Quiero que me expliques lo que ha pasado.— digo con seriedad, como si acaso tuviera idea de lo que había sucedido.

—Cuando mordí a la chica no pensaba en lo que hacía, fue por despecho más que por nada.— dijo mientras se sacaba uno de los anillos de sus dedos y se ponía a jugar con él—. Su familia es toda de cazadores y mataron a dos de los nuestros, la mordí por venganza...

La información que me acababa de soltar me dejó anonadado por al menos minutos, era como si mi mente no quisiera procesarlo.

En su familia eran cazadores.

Ella era una loba convertida.

—Lo que has hecho estuvo muy mal... Has condenado a una chica de por vida, es como si desearas su muerte.— murmuré sacudiendo mi cabeza—. La van a matar, hay que alejarla de ellos.

—¿Por qué te preocupa tanto?— cuestionó alzando una ceja—. No será porque...

—No.— dije rápidamente.

—Oh, entonces puedo decir libremente que adoro como huele, es como mi Italia.— soltó un suspiro demasiado exagerado para mi gusto

Gruñí de solo escucharlo, a nadie le gustaba que hablaran así de su mate, y menos si era otro lobo el que lo decía.

—Debería de marcarla la próxima vez que la vea.— siguió diciendo.

A la mierda el control.

Mis puños agarraron con fuerza de su camiseta, con fuerza lo empujé hasta la pared más cercana y dejé mi rostro a milímetros del suyo.

Sus ojos brillaron con burla, estaba casi seguro de que los míos ya estaban en su aspecto lobuno.

—¿Qué pasó, Camacho?— preguntó sonriendo.

—No vuelvas a hablar de esa forma de mi mate, ella es la Luna de tu manada así que respétala.— espeté soltándolo con rabia.

Lo escuché reír al tiempo que se alisaba la camiseta para que no quedara arrugada, había hecho esto a propósito... Genial.

—No tienes que preocuparte por mi,  fratello.

—Eso pensaba... Hasta que mordiste a una humana para condenarla a una vida lobuna.

—Deberías de agradecérmelo, gracias a eso encontraste a tu alma gemela.

Asiento ligeramente, por esa parte se lo agradezco un mundo... Pero ahora faltaba todo lo demás, ¿como la adaptaría a la vida que nosotros llevábamos?

Esto sería un dolor de cabeza...

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