Capítulo 18 || Final

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Han pasado meses, pero para mi ha sido una eternidad.

Su recuerdo me sigue quitando el aire. Luego toca seguir respirando, aunque es distinto. Siempre me decía que "la vida sigue igual" como ese tema de Julio Iglesias que tanto escuchamos juntos, y es cierto, pero sigue más triste desde que no la tengo en mis brazos.

Quiero contradecirme, porque cuando alguien que amas fallece, te derrumbas, te sientes vacío, en soledad... Llega un momento en donde te toca llorar a escondidas para no molestar ni incomodar a nadie, en mi caso a mi hermano y a los demás miembros de mi manada. Simplemente, nada vuelve a ser igual.

Es siempre lo mismo. Te dicen que no estás solo, que están ahí para ayudarte y apoyarte, pero ¿quién diablos está conmigo a las tantas de la madrugada, cuando me siento en el borde de mi cama y lo único que hago es llorar desconsoladamente porque desearía ser yo el que estuviera muerto?

Exacto, nadie.

Camino bajo la lluvia, sin miedo a mojarme el cabello y la ropa. La humedad no me molestaba en lo más mínimo, hace meses podría estarme quejando del invierno, de los momentos en los que la lluvia penetraba la ropa y mojaba tu piel. Era incómodo y lo detestaba. Ahora me daba bastante igual, con lluvia o sin ella, el clima era lo que menos me importaba.

Podría jurar que nunca antes había pisado un cementerio y, sin embargo, desde ese día no había dejado de ir. Como si se hubiera vuelto mi lugar favorito desde entonces.

De alguna manera me sentía más cerca de ella cuando ponía mis manos en su lápida, lloraba y le hablaba, como si acaso pudiera escucharme.

—Si estuvieras aquí me dirías que todo esto es un infierno... Y yo te respondería que prefiero pasar un infierno contigo que sin ti.— susurré mientras mi dedo índice repasaba su nombre, una débil sonrisa surcó en mis labios—. Ya lo tengo claro, tú no vas a volver... ¿Es momento de que me vaya yo?

Dejo escapar un sonoro suspiro mientras alzo la mirada, justo encima estaba enterrado su padre, que había muerto el mismo día y yo fui el único causante de su muerte. ¿Me arrepentía? Para nada, era algo que debía de tener hecho antes.

Contengo las ganas de escupir en su tumba y sigo levantando la mirada, hasta que mis ojos dan con la hermosa luna que brillaba en el cielo. Normalmente, los días de lluvia se encontraba tapada por la oscuridad, pero esa noche era la excepción.

—Desde que no estás creo que aullar a la luna ya no tiene sentido.— confesé—. Te burlarías de mi, diciéndome que estoy fracasando en la vida... Y creo que esta vez me tocaría darte la razón, pero en mi defensa, la vida dejó de ser vida cuando te marchaste... Cuando te arrebataron de mis brazos.

Sé que estoy llorando porque mis ojos pican y el sabor salado de mis lágrimas se siente en mis labios, aunque bien podrían ser las gotas de agua que caen del cielo en ese fenómeno meteorológico llamado lluvia.

Me levanto del suelo, ya que me encontraba allí de rodillas, y camino despreocupado por el lugar. La tumba de Cyara no estaba demasiado lejos, ella al igual que Leyre se fue del mundo de una forma muy injusta, por estas razones debemos de mantener a los humanos lejos de nosotros.

Mis ojos van directos a mi brazo en donde están grabadas con tinta en mi piel las dichosas cadenas con las que empezaba a tener pesadillas.

Si tan solo ella se hubiese quedado quieta, si Joel le impidiese acompañarlo... Habría sido yo y no ella.

Ese día es mi ultimo día, algunos me dirán dramático o cualquier mierda de ese estilo... Pero no, nadie se imagina lo que es perder al amor de tu vida en esas condiciones.

—Yashua, mátame.— demandé a mi hermano en cuanto llegué a casa, sus ojos me miraron con tristeza y yo estaba harto de que la gente me mirase de esa forma.

—No quiero hacerlo, Richard.

—¿Te pregunté si querías?— espeté—. No, te dije que lo hiciera. Soy el maldito alfa de la manada así que sigue mis putas órdenes...

—Eres mi hermano...

—¡Y ella era mi alma gemela!— grité entre lágrimas.

Mi pecho ardía, y esta vez no era producto de una transformación sino de puro dolor.

—Que sea rápido, por favor...— susurré—. La manada no necesita un líder débil, yo jamás volveré a ser el mismo...

Él también se encontraba llorando, puso una de sus manos en mi cuello y de inmediato sentí sus garras en mi piel, más no haciéndome daño.

—Que no quede como algo malo en tu consciencia, has hecho esto para ayudarme... Yo no puedo seguir sufriendo, Yashua.

—Lo sé, lo sé... Sabía que terminaría así y aún así no puedo parar de llorar.— admitió.

Cerré los ojos con fuerza para evitar mirar a mi hermano, sus garras se arrastraron con fuerza alrededor de mi cuello y acto seguido golpeó con fuerza el punto necesario para desnucarme y matarme en el acto.

Tanto me daba el cielo como el infierno, solo pedía que fuera a su lado.

|| F I N A L ||

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