Capítulo XX

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Había perdido la noción del tiempo. ¿Habrán pasado minutos?, ¿horas? No tengo la menor idea. Hasta este punto, daba por hecho que Finnick no resistiría. Tenía ya la idea de que no volvería a hablar con él, aunque fueran unas cuántas palabras y cada cierto tiempo. Su compañía me había agradado mucho y me lastimaba saber que ya no tendríamos aquellas pláticas que solíamos tener.

Ante todo esto, tenía el presentimiento de que algo no cuadraba. En el momento que miré los ojos de Jack, se notaban dilatados, ¿por qué? Sé que hay alguien detrás de todo esto, pero sigue pareciéndome absurdo que él se esté preocupando por Judy. Si estaba en el bando enemigo, ¿no era lógico tener a Judy o a su familia como rehenes? Mi mente no paraba de crear cuestionamientos, pero algo que tenía muy claro era que yo seguía consciente. Aquella bala que me había dado justo en la herida, no se sentía como una.

Para poner en claro cómo se siente, daré una pequeña explicación. El primer disparo que me habían dado se sentía horrible; era como si aquella bala tuviera algún tipo de envenenamiento, ya que había recibido muchos disparos y ninguno se sentía como ese. A consecuencia de ello, empecé a desangrarme mucho y me desmayé en la camioneta de Gideon junto con Zanahorias. Ahora, el disparo que me dio Jack lo sentía totalmente diferente. Era como si estuviera refrescándome por dentro, algo completamente extraño.

La herida que tenía se cicatrizó muy rápido. Mi cuerpo se llenó con energía, pero no podía moverme. Al igual que mis otros cuestionamientos con respuestas indefinidas, tenía el presentimiento de que la bala que había disparado Jack, logró dormir mi cuerpo. ¿Por qué quería protegernos?, ¿acaso realmente no era un enemigo?, ¿en quién tenía que confiar?

El estar pensando mucho simplemente me provocaba mareos, así que decidí dejarlo por un momento. Sentía el toque de unas patas tomarme como si fuera una damisela y me llevó hasta otro lugar. Alcanzaba a escuchar sonidos, pero muy levemente. Mis oídos no se encontraban de todo bien gracias al efecto que producía esa bala. Mi espalda chocó contra un respaldo de tela. El lugar donde me encontraba era en una especie de auto nuevo, ya que los asientos se sentían duros. Hubo un pequeño movimiento en el automóvil y percibí que un animal estaba a un lado mío. Por alguna extraña razón, supe que no era de confiar aquel mamífero, aunque no lo estuviera viendo.

Aquel automóvil empezó a moverse. Durante todo el camino, nadie pronunció palabra alguna. Me sentía muy inquieto, necesitaba que alguien hablara para saber cómo estaba mi entorno. El traqueteo del vehículo me daba a entender que no íbamos por un lugar con pavimento. ¿Estábamos alejándonos más de la ciudad? Como si fuera obra del destino, un mamífero por fin se dignó a hablar, pero lo que dijo me dejó plasmado.

—¿Es buena idea que usted esté en este lugar? —el tono de voz con el que habló se escuchaba nervioso, eso me confundió un poco al principio—. Recuerde que está en constante peligro y más con el zorro que está a su lado.

—¿Crees que me importa lo que dices? —mi cuerpo se tensó. Su voz me daba miedo, pero se me hacía vagamente conocida—. Teniéndolo conmigo, él saldrá a la luz. No creo que vaya a dejar morir a su hijo, como lo hizo con su esposa —se quedó callado un momento y eso me molestó—. Aún recuerdo cómo agonizaba entre mis brazos; su linda expresión pidiendo piedad me encantó, pero ¿sabes qué me gustó más de aquella vez? —dio una carcajada—, la expresión que hizo él. Esos ojos color jade llenos de furia me hicieron sentir de lo mejor. 

Espera, ¿hijo?, ¿esposa?, ¿estaban hablando de mi padre? Finnick me había contado que unos lobos los atacaron, ¿ellos realmente no eran los culpables? Eso significa que mi madre...

No puede ser.

Debía controlarme. Mantener la calma me era difícil, pero era necesario. No debía de saber que estaba consciente. Sentí una pezuña en mi cabeza acariciarme con suma delicadeza. Tenía ganas de vomitar. 

—Lo sé, pero comprenda mi punto —aclaró su voz y prosiguió—. Si su plan realmente no funciona, ese zorro nos puede delatar y —la voz que estaba acariciándome habló, interrumpiéndolo en el acto.

—Jack está de nuestro lado.

Mi mente dejó de funcionar por varios segundos. Tenía ganas de reírme y golpearle la cara. Todo lo que había pensado sobre que él realmente nos estaba ayudando, se fue al caño. ¿Por qué lo hacía? Entendía que no debía que juzgarle todavía. Sabía que existía una razón muy fuerte para que hiciera eso y, en cierto modo, siento que debía decirme aunque fuera clasificado, ¿no?

Ahora que lo pienso, eso suena muy estúpido. ¡Claro que no me va a decir! Es más que obvio que no va a revelar sus objetivos a alguien que, en una instancia, sintió celos al ver a su compañera de trabajo hablando con él. Muy ilógico.

El auto se detuvo. Al abrir la puerta del lado en el que me encontraba, pude percibir una brisa helada. Estaba muy frío y eso me daba a entender una cosa. Nos encontrábamos en Tundratown. El efecto del disparo iba desapareciendo y con ello, la sensación de mi cuerpo dormido. Tenía más alertas mis cinco sentidos, mas no quería abrir los ojos. Hacerles pensar que aún estaba inconsciente era lo mejor que podía hacer mientras evaluaba los alrededores.

Volvieron a tomar mi cuerpo, pero esta vez me llevaron como si fuera un saco. Escuchaba crujir ramas en el suelo. Las hojas de los árboles cubiertos de nieve chocaban contra mi pelaje, dejando fría esa zona por unos segundos. Detuvieron sus pasos y empezaron a murmurar. No entendía nada.

—¿Qué no debíamos llegar al Sahara Square?

—Esto no era parte del plan.

—Necesito una explicación.

«Están trabajando con criminales, narcos, secuestradores, o yo que sé, ¿y les están exigiendo una explicación a ellos? Qué idiotas» pensé.

Quise reírme al pensar eso, pero me contuve. Tenía que seguir el pequeño plan que estaba siendo ejecutado justo ahora. En un determinado tiempo, nadie hizo ningún movimiento, solo se escucharon tres disparos y, por consiguiente, tres cuerpos cayeron al suelo. El ambiente se sintió tenso.

—No lidiaré con ellos.

Mi primer presentimiento era que, ese mamífero que había hablado, era el mismo que mencionó aquello de mi madre y padre, a su vez que también había estado tocando mucho mi cabeza durante el trayecto. Deseaba con todo mi ser que fuera otro animal y no él.

Si en algún punto llegara a confrontarlo, sabía que iba a atacarme con ese tema que me hacía ser vulnerable por completo. Ocupaba que alguien estuviera a un lado mío en ese momento. Necesitaba apoyo para no darme por vencido y controlar bien mis emociones. Me era difícil y más por todo lo que acababan de mencionar en el automóvil.

Se escuchó el sonido de una puerta abrirse con dificultad. No sería tan complicado salir del lugar, así que me sentía un poco más tranquilo de lo que ya estaba, pero toda mi tranquilidad se fue al caño, como siempre.

—Un gusto volverte a ver —una nueva voz habló mientras ingresaban al lugar. Resonó por las paredes, lo que me hizo pensar que era un lugar sin muchas cosas.

Antes de seguir ideando cómo era el lugar, le di enfoque a la voz que había hablado. Muy familiar. Extraño. No podía ser él, ¿o sí? Mis pensamientos no me dejaban en paz, pero cuando escuché a la voz del auto mencionar su nombre, mis sospechas se hicieron ciertas. Sentí que mi corazón había parado por un momento.

—Igualmente, Stu.

Zanahorias, me encantasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora