Capítulo XXVIII

99 7 2
                                    

Nadie hacía movimiento alguno. En cierto modo, todos los de la mesa tuvimos un mismo pensamiento: cualquier movimiento en falso y hasta aquí llegarían nuestras vidas. Los animales con los que Jack había intercambiado palabras seguían mirándole, esta vez de manera diferente. No sabía si el agente Savage podía percibirlo, pero el pequeño brillo en los ojos de aquellos mamíferos era distinto a sus acciones. Parecía que gritaban por... ¿Ayuda?

Tragué lento. Este tipo de situaciones me ponían muy ansioso. Esto era una base de agentes especiales y el hecho de que haya sucedido un evento de esta índole no hablaba muy bien de la seguridad del establecimiento. Los sonidos de animales moviéndose se escuchaban cada vez más cerca, parecía como si no tuvieran inconvenientes de pasar libremente por el lugar. Hasta podía asegurar que iban cantando como si fuera un día de lo más feliz; claro, hablando para ellos.

Judy, que yacía sentada a un lado mío, no estaba del todo asustada. Su pata apretaba la mía con mucha fuerza y entendí lo que estaba haciendo, quería sentirse segura. Si me sostenía de esa manera, ella sabía que no me iría de su lado y los dos nos protegeríamos mutuamente. Realmente no era necesario que hiciera esto; si ella se llegara a tirar de un barranco, iría tras de ella sin dudarlo, solo porque era ella, mi Zanahorias.

Por el otro lado, el agente Savage nos observaba a cada uno de manera detenida hasta, de nuevo, volver a mirar a aquellos mamíferos que le seguían apuntando con un arma. Quería tratar de descifrar lo que estaba pensando en ese momento, pero no sabía exactamente qué plan era el que tenía en su mente. Skye seguía dándole apoyo a como podía porque seguíamos sin poder movernos del todo.

-Ya es hora -dijo un mamífero en la esquina del lugar mientras verificaba el tiempo con su reloj de mano. Al decir esto, el mamífero que le apuntaba a Jack bajó su arma y subió a la mesa, arrojando los platos y la comida por los lados para poder caminar bien. Cuando estuvo en el centro de este, abrió su camisa y una gran impresión nos llevamos al verlo. Largas estructuras rojas con luces parpadeantes rodeaban su torso y éstas estaban fijas con cinta en color gris. Su pecho subía y bajaba, parecía que estaba hiperventilando con cada acción que realizaba.

-Bombas... -dijo Jack casi en un susurro mientras tragaba lento. Sus ojos estaban muy abiertos, no se esperaba esto por nada.

-Perdónenos, jefe -aquel mamífero susurró en dirección a él y seguido a ello apretó un botón que se encontraba justo en medio de las bombas. Cerramos los ojos por puro instinto y esperamos el momento de que éstas se activaran, los demás animales salieron corriendo acorde a su plan y nos dejaron a solas con él.

1...

2...

3...

4 minutos pasaron y no se sintió ninguna explosión.

-¡Ahora! -Jack gritó y muchos mamíferos salieron de sus escondites, afuera del lugar se podía escuchar gritos y disparos de animales siendo atacados. La emboscada se invirtió y ahora el agente Savage tenía todo bajo su mando. Bajaron al mamífero que seguía parado, él protestaba entre las patas de ellos.

-¡Aléjense, necesito estar muerto! -demandó, las lágrimas caían por sus mejillas y observó a todo el mundo con odio-. ¡No necesito de su ayuda!

-Quítenle las bombas, llévenlo a la enfermería para que lo examinen y el artefacto llévenlo al laboratorio de explosivos. Analicen su composición y mándenme un reporte de los resultados -ordenó. Los animales asintieron y realizaron exactamente lo que Jack les dijo.

Conforme se alejaban, pude ver más claro el panorama. No por nada Jack era un agente especial, creo que era más que obvio que esto lo tenía anticipado, ¿no? Lo rescatable aquí es que seguía vivo y que mi Zanahorias seguía a mi lado. Los dos realmente seguíamos vivos.

-¿Qué fue todo eso? -la primera en preguntar fue Judy, claramente-. ¿Por qué no se accionaron las bombas?

-Sentido común, oficial Hopps. Estando dentro de una base de misiones especiales, ¿cree que no tenemos detectores de bombas? Cuando detectan una, desactivan su mecanismo para que no se pueda accionar. El equipo no está actualizado, pero es muy útil tenerlo en toda la base, ¿no cree?

Judy no pudo evitar avergonzarse de la pena. Para ser sincero, también me sentiría así si le preguntara algo así a un agente de este rango. Le di unas palmadas en el hombro para reconfortarla y no se sintiera peor de lo que ya estaba. Ella me miró y me sonrió, colocó su pata contra la mía y volvió a apretarla fuertemente. Sonreí de vuelta y cuando levanté mi pata para limpiarle una mancha de comida de su uniforme, alguien nos interrumpió.

-Por favor, no muestras de cariño en este lugar. Absténganse de volverlo a hacer -Skye nos miró en un intento de ser seria, pero se le podía notar que quería sonreírnos por lo que estábamos realizando.

Judy y yo nos miramos, asentimos a lo que nos había dicho Skye y, cuando vimos que se dio la vuelta, reímos en un tono bajo para no ser escuchados. Estos pequeños momentos que tenía con ella son los que siempre atesoraría en vida, mente y alma.

[...]

Tuvimos una junta después de los acontecimientos pasados. El agente Savage comentó que, desde que entró a trabajar como un agente especial, siempre se tenía que tener un as bajo la manga; ver todas las probabilidades a futuro y tener varios planes, no solo el "A" y el "B". Por esto mismo, al ver todo muy tranquilo, tenía anticipado una emboscada y por eso nos dirigió hasta ese lugar de la base. En caso de que pasara algo de mayor grado, era de las zonas más alejadas de otras que eran de suma importancia, como los laboratorios o las salas de archivos. También, prefería tenernos a todos en una misma zona para no correr peligro de que alguien fuera a ser golpeado, secuestrado o, en el peor de los casos, matado.

Seguido a esta reunión, fuimos a la habitación donde estaba hospedado por tiempo indefinido el mamífero que era un ex-agente de la base. Jack le seguía mirando con un brillo donde claramente se leía decepción. Tomó asiento en una silla y esperó a que el encargado médico terminara de checar sus signos vitales para empezar su interrogatorio. Me senté a un lado de él, ¿qué hacía aquí? Bueno, según él tal vez podía decir información clave que se relacionara con mi pasado y descubrir más secretos del misterioso enemigo que nos quería ver sufrir a todos.

-Sus signos vitales están dentro de lo normal, a excepción de la presión que está un poco elevada, pero no es para preocuparse. Mi recomendación es que no lo presione mucho al momento de cuestionarle, dele un poco de respiro entre cada pregunta.

Jack asintió y éste salió de la habitación cerrando la puerta, dejándonos a los dos con el que se encontraba acostado. Se sentó y le dio un trago a su vaso de agua antes de observar al agente Savage todavía con sus ojos hinchados por tanto llorar. Había escuchado que tuvieron que proporcionarle una dosis de calmantes para que estuviera tranquilo porque no se controlaba y esto provocó que durmiera por un largo periodo de tiempo.

-¿Qué fue lo que te hicieron, Leo? -Jack habló informalmente, lo que daba entender que no estaba aquí como su superior, sino que estaba como uno de sus amigos. Leo no lo controló y giró su cabeza. A juzgar por sus espasmos, podía jurar que estaba sollozando.

-Nos tienen amenazados, a todos. En cualquier momento... -se le fue la voz. Aclaró un poco su garganta y limpió su nariz con un trozo de papel que estaba a un lado de él-. En cualquier momento pueden matar a mi familia.

-¿De quién son las órdenes? -demandó Jack secamente. Estaba controlando el enojo que ebullía de él.

-De un animal que ni siquiera usted conoce, lo tengo por seguro.

-Solo dime el maldito nombre, Leo.

Se quedó callado por unos segundos, dudando entre si decir el nombre o no. Se armó de valor y lo dijo.

-El señor McPorcin.

Zanahorias, me encantasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora