Zanahorias, me encantas

Capítulo X

Sus ojos grandes color violeta estaban hinchados y rojos por tanto llorar. Su cara decía mil cosas pero no las podía expresar. Estaba en un completo shock.

Fuí hacia la puerta y la aseguré con una llave que se encontraba colgada en la pared. Ahora tendríamos un poco de privacidad para que me dijera todo lo que le hicieron esos animales.

-Bien, Judy -la miré y ella me miró de vuelta-. Solo cuéntame qué pasó ahora que no estaba junto a tí. ¿Está bien? -ella asintió y empezó a explicarme.

-Cuando me dejaron sola en la camioneta y los habían dejado tirados en el bosque, comentaron sobre muchas cosas extrañas; mi familia, sobre Jack y tú. Era algo incómodo, ya que no sabían a que se referían. No dejaron que caminara, me cargaron como si fuera un saco de papas y ellos caminaron hasta esta habitación. Aquí me sentaron y sujetaron mis muñecas y tobillos a la silla -trató inútilmente de sacar sus patas de ahí, pero no pudo-. Sacaron muchas preguntas al aire y... -un suspiro salió de sus labios- preguntaron por mi padre. Dicen que le debe muchas cosas. Yo les pregunté cuáles cosas, pero no respondieron -sus patas formaron un puño; estaba enojada- Nick... Tienes que ayudarme. Tengo varias sospechas, pero ninguna la quiero confirmar. ¿Podrías...? -no terminó de completar la pregunta, ya que salieron lágrimas que paseaban por sus mejillas.

La abracé fuertemente. Esto era algo duro para ella. Saber que su padre posiblemente esté relacionado con este tipo de gente; simplemente no lo soportaría tan fácilmente. Sentí como hundió su cabeza en mi cuello, haciendo que mi camisa se mojara en esa parte. Cuando sentí que se calmó, caminé hacia atrás y busqué alguna cosa para quitarle las esposas que tenía en cada muñeca y tobillo.

-Nick, ¿Puedo preguntarte algo?

-Claro, zanahorias. Pregunta lo que quieras, menos que color de ropa interior uso -escuché una pequeña risa y seguí con mi búsqueda.

-Pues... -lo pensó por un momento y después prosiguió-, dime, por favor, que no conoces a nadie de los que están aquí.

Me detuve en seco. Es cierto que mi yo pasado estuvo involucrado en muchas cosas como estafar, robar o hasta secuestrar a alguien solo por la recompensa. Pero, ¿Estar con ellos? No se me hace conocido nada de lo que está aquí. Lo último que recuerdo fue que estaba en un cuarto y una luz blanca estaba frente a mis ojos. «Desde ahora serás Nicholas Wilde, hijo. Nada de Jade Wilde. Nick Wilde. No lo olvides.»

Tomé mi cabeza entre mis manos y di un grito no tan fuerte, pero hizo que Judy se alterara. ¿Qué había sido eso? ¿Por qué recordé eso?

-¡Nick! ¿Estás bien? -preguntó algo nerviosa-. No tuve que hacerte esa pregunta, lo siento tanto -se empezó a lamentar y automáticamente fui hacia ella.

-No, zanahorias. Solo me llegó un vago recuerdo -dije tratando de tranquilizarla con mi voz. Ella me rodeó con sus brazos, dándome un abrazo reconfortante.

-¿Seguro? -tomó mi rostro entre sus patas y un tenue sonrojo salió a la luz en sus mejillas-. No quiero que te pase nada malo. Me sentiría mal si sales lastimado de aquí.

-Judy, recuerda que tengo algo de experiencia en este mundo; aunque casi no recuerde nada, puedo poner en práctica muchas cosas que aprendí cuando trabajaba con mi padre en los bajos mundos...

-Espera -me interrumpió-, ¿bajos mundos?, ¿a qué te refieres con eso?

Muchos recuerdos empezaron a surgir en mi mente. Camionetas blindadas, un zorro vestido elegantemente junto con una vulpina muy bonita a su lado y un zorro más pequeño con una sonrisa plasmada en su cara, como si nada le pudiera pasar.

Recuerdo haber hecho muchos trabajos para mi padre. No eran del otro mundo, regar el jardín pequeño que teníamos en la parte trasera de la casa en la que vivíamos, ordenar las cosas de mi habitación y ayudar a mi mamá a caminar hasta una esquina todos los jueves afuera de la casa. Nunca supe por qué ella se quedaba sola en la noche, pero a la mañana siguiente se la pasaba llorando y se encerraba en su habitación. Qué extraño.