Capítulo XVIII

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Corrí hacia el hueco donde se había metido Jack. Resultó ser un pequeño túnel que daba al estacionamiento trasero del hospital. Nos metimos dentro de un automóvil y durante el trayecto se creó un silencio incómodo. No soportaba el ambiente cuando se convertía de esa manera.

Apreté la pequeña nota que había recogido y empecé a crear varias incógnitas dentro de mi mente. ¿Qué tenía de especial esa nota? Aún seguía con la intriga del por qué no entraron a mi habitación, ¿sería que ya tenían en la mira a su objetivo? Y lo que más me preocupaba era Finnick. ¿Qué le había pasado? Sin lugar a dudas, no es normal que en medio de una llamada se escuchen voces amenazantes, un golpe seco y se termine ahí. No entendía nada; debía de procesarlo bien.

Estaba tan sumido en mis pensamientos que no noté que cierto conejo me estaba llamando, viéndome desde el retrovisor. Por un momento se me ocurrió la grandiosa idea de ignorarlo, algo que sin dudas me encantaría hacerlo; sin embargo, en cierto modo era un superior mío, así que eso contaría como una falta de respeto hacia él. Cerré los ojos y al abrirlos, le contesté.

—¿Perdón? No lo escuché —vi en su rostro cómo fruncía el ceño. Al parecer no estaba de buen humor. Decidí cambiar mis palabras una vez—. Estaba pensando en unas cosas, lo siento.

Alzó la comisura de sus labios en un intento de sonrisa, pero se detuvo. Él también debía mostrar respeto hacia los demás, incluyéndome.

—Le estaba comentando que mandamos oficiales y agentes a investigar en donde los tenían privados de su libertad. Atrapamos a la mayoría que se encontraba ahí, mas hubo un detalle que me sorprendió, así que decidí hacerle una pregunta.

»La información que revelaré no debe difundirla con nadie, ya que es clasificado y no se sabe si será verídica o falsa. Tenga precauciones con lo que dice.

Tragué seco. Esto ya no eran bromas ni juegos. Tenía que estar serio y concentrarme con lo que debía hacer. Con el tono de voz que lo dijo, sabía por adelantado que era un tema delicado. A lo mejor hubiera sido preferido que no me dijera, pero veía en sus ojos un pequeño destello de esperanza, como si supiera que era soy su arma más confiable en estos momentos.

—Sí; agente Savage. Tendré los mayores cuidados y procuraré no difundir nada de lo que diga.

Sus patas tomaron el volante con más fuerza. Estaba frustrado. Tomó un respiro profundo, tratando vagamente en darle a su cuerpo un tipo de relajación. Al terminar, condujo a una velocidad más lenta, para conseguir más tiempo y que pudiéramos seguir hablando mejor.

—¿Qué es lo que sabe sobre el padre de la oficial Hopps?

Por un momento no comprendí su pregunta. Pasaron los segundos y seguía sin decir nada. Jack ya tenía de antemano que mi reacción iba a ser así; no pronunció ninguna palabra para que pudiera procesar bien la pregunta. Necesitaba formular bien mi respuesta, no podía decir cualquier cosa. La cosa era, ¿qué sabía sobre él? Judy llegaba a comentarme que en ciertos momentos del día, su padre mostraba  una actitud nerviosa; eso no solía pasarle hasta hace unos meses atrás, cuando ya había pasado tiempo del caso sobre la ex-alcaldesa. Nunca llegamos a cruzar palabras, solamente al estar en el hospital fue el momento donde lo conocí.

¿Qué debía decirle a Jack? Él sabía que la mayor parte del tiempo pasaba con ella, pero lo que no sabe es que es la primera vez que conozco a su madre y padre. Creo que ese sería un problema. Decidí que lo mejor era explicarle todas las actitudes que empezó a tomar su padre extrañamente, de un día para otro.

—Bueno, agente Savage —inconscientemente moví mi dedo hacia la puerta del auto en el que estaba encerrado con él, haciendo pequeños toques con mi garra, provocando un sonido que relajaba lo tensas que estaban mis orejas—. He de decir que no sé mucho o lo que usted quisiera que yo supiera. Lo único que tengo son los datos y anécdotas que me contaba la oficial Hopps.

»Empezaré diciendo que no tengo certeza en lo que me dijo; cabe aclarar que, aunque ella no me lo dijera, yo sentía que ella no llevaba una buena relación con él. Su actitud al hablar sobre su padre y lo que hacía parecía no agradarle mucho; sin embargo, ocultaba bien el cómo se sentía. Lo que destacaría entre todas las conversaciones en las que hablamos sobre ello, siempre comentaba que salía en la mañana, antes de que aparecieran los rayos del sol y regresaba a mediodía, como si nada hubiera pasado. Otro punto importante del que me acuerdo es cada día sacaba una fotografía de un herbívoro diferente y al llegar a su casa, la quemaba, tachaba con marcadores o la pisoteaba hasta deformar la imagen. Todo eso lo hacía con odio. 

»Uno de esos días él la descubrió espiándolo, la regañó tan fuerte que hasta logró lastimar uno de sus oídos. Ni yo pensaría que con un regaño podría llegar a causarte eso. Este tema es algo privado, pero creo que le va a servir para lo que sea que esté buscando.

Detuvo el automóvil afuera de la avenida por la que veníamos y lo metió a un callejón. Ya nos encontrábamos en la ciudad y no me había percatado de ello. El tiempo se fue tan rápido que no pude apreciar toda la vegetación que se encontraba a nuestro alrededor hace rato. Claro, estábamos contrarreloj, pero quería tratar de relajar mi cuerpo; me encontraba muy nervioso y no lograba pensar bien.

—Sí; todo concuerda... —murmuró mientras apagaba el automóvil, aunque no hizo el mínimo intento de salir de aquí—. Hubo un mamífero que respondió todas nuestras preguntas y la información que me diste tiene cierta veracidad con lo que me respondió. Solo que hay un pequeño detalle. Deja te explico cómo están los sucesos de la manera más brevemente que pueda.

»Bien, él me comentó que habían dos mamíferos que iban y venían justamente a esas horas. Uno traía un traje completo en color gris con una máscara en sus ojos, cubriendo su piel de tal manera que no sabían qué especie era. El otro no tenía la mínima intención de ocultar su identidad. Solo recordaban que tenía una cola anaranjada y vestía un traje extravagante. Sus aires se respiraban de porte y elegancia; sin embargo, nunca se dejaba mirar al rostro. Ellos dos solían trabajar juntos en el tráfico de carne para venderla cual droga prohibida hacia los depredadores, pero eso no es todo. Dice que hay un animal que los gobierna, quien tiene poder absoluto sobre todos ellos, mas nadie lo conoce. Es un misterio.

Era mucha información; empezaba a palpitarme la cabeza, pero se me ocurrió que decirle sobre lo de Finnick, la nota y los recuerdos ayudaría a progresar en este lío que se ha formado y en el que, lamentablemente, me encontraba involucrado.

—Agente Savage —dije y giró su cabeza para observarme—, debo confesarle que aún no le he dicho toda la información que sé.

Él pareció comprender que lo que debía decirle era importante, así que hizo una llamada rápida por su celular. Intercambió unas cuantas palabras con una voz que parecía de hembra y después colgó. Encendió nuevamente el automóvil y condujo hacia un lugar al que no había conocido nunca. Se encontraba sumido entre los árboles, cosa que era difícil encontrarlo. Al llegar, me di cuenta que era una tipo base, pero en pequeño. Pasamos por una puerta metálica y adentro se encontraban muchos mamíferos trabajando mientras veían sus computadoras y tecleaban hasta no parar. Subimos unas cuantas escaleras y llegamos a una oficina que se sentía agradable. Él se sentó del otro lado del escritorio e invitó a que también tomara asiento.

—Perdón por traerlo hasta aquí, pero necesitábamos privacidad —cerró la puerta con llave por medio de un botón y bajó las cortinas con otra especie de botón. Lo único que iluminaba la habitación era el foco que estaba suspendido en el aire con una cadena—. Ahora sí, oficial Wilde. Dígame toda la información que tiene.

Zanahorias, me encantasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora