Capítulo XXIII

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Probablemente estarán pensando "hey, ¿por qué no? Es tu oportunidad de saber quién rayos está detrás de todo esto. No seas imbécil", y la verdad es que eso no se los puedo negar; un suceso como este no suele pasar comúnmente, pero también tienen que ver mi punto vista, ¿sí? Él prácticamente me había traicionado una vez con lo de Finnick; de él todavía no sé nada y sigo preguntándome sobre su paradero y cómo está su salud. No podía dejar que Jack se interpusiera en el problema que él mismo provocó y que ahora nos tenía en esta situación tan compleja. 

Cuando su plan esté en ejecución, evaluaré la forma en la que ésta me convenga más; en cualquier momento me separaré de él e improvisaré para lograr mi objetivo primordial en estos momentos. Aún tenía esperanzas de poder adquirir información valiosa acerca de mis padres; si todo salía bien de acuerdo a lo que estoy ideando, Jack me podría ser demasiado útil. No le iba a contar mis prioridades, claro que no. Simplemente lo usaría para mi propio beneficio sin causarle daño alguno.

Sumergido entre mis pensamientos, no distinguí la peculiar dulce voz que siempre me gustaba cada día más. Por un momento mi semblante cambió a estar feliz, pero al escuchar verdaderamente lo que esa voz decía, volvió a estar seria. Un sentimiento de enojo emergió de mi interior. Quería salir de esta maldita celda e ir a golpear a los mamíferos que la acompañaban.

—¡¿Por qué lo hiciste?! —aquella voz que producía las más hermosas palabras, se escuchaba de lo peor. En cada oración que decía, la tristeza, negación y enojo estaban presentes. Sus llantos y gritos eran desgarradores. Por más que escuchaba, no había rastro de que le estuvieran haciendo algo, así que el problema venía desde momentos antes de que entraran a este lugar.

Nadie le dio una respuesta ante sus reclamos. Ella seguía exclamando oraciones llenas de odio, pero pasaban de ser percibidas por ellos. Se escuchó una puerta abrirse y, después de unos segundos, se volvió a cerrar. Aquello que había escuchado me dejó pensando en las posibles causas para que Judy se hubiera comportado de esa manera.

•••

Una voz gruesa llamó mi nombre, pero se escuchaba lejano, hice caso omiso y miré hacía enfrente; Zanahorias se encontraba de lo más alegre posible. Reía, corría de un lado hacia el otro y todo en ella expresaba felicidad pura. Pareciera que con su alegría, conseguía brillar más de lo que ya lo hacía. Me sentía feliz. Ella tomó mi pata y empezamos a andar por entre las nubes. Era muy surreal lo que pasaba en esos instantes.

Claramente, era muy bueno para ser real.

Sentí un golpe en mi cabeza y me hizo regresar a mi lamentable realidad. No lograba distinguir el mamífero que tenía enfrente, pero el aura que emitía se sentía temible. Dijo unas cuántas palabras en el aire y salió de la habitación, no sin antes dejar un cambio de ropa.

¿Para qué querría eso en estos momentos?

Entendí su indirecta y cambié mi vestimenta. Podría explicarles qué era lo que llevaba puesto si tan solo hubiera un maldito foco en este espacio cerrado. Esperé hasta que volviera el mamífero y cuando abrió la puerta, otra vez me cubrió los ojos.

Así que el enemigo por ninguna manera quiere que sepa cuál es su verdadero rostro, ¿eh? Muy interesante de su parte, señor misterio.

Caminamos y caminamos. El ambiente se sintió radical. Tuve un presentimiento de que habían cambiado a todos los mamíferos por otros, hasta podría apostar a qué también habían cambiado la temática del establecimiento por uno más colorido.

Me sentaron en una silla. La presencia del mamífero no se había ido; estaba viligando mis movimientos. Si hacia algo sospechoso, podría irme mal. Lo que por ahora tenía a mi favor era la ayuda de Jack. No sabía cuándo iría a ejecutar su plan, pero tenía que estar listo ante todo. A su vez, necesitaba buscar información sobre mis padres. Sí, ya sé que actuó de diferente manera al hablar sobre ese tema y para serles sincero, no sé ni cómo realmente me siento yo.

En un principio, me daba igual el tema. Después de que Finnick me contó una parte de la historia, sentí curiosidad de saber cómo son física y psicológicamente. Con el paso de estos días, me percaté de que fue la mejor opción escapar de ellos, aunque técnicamente ellos fueron los que me alentaron a hacerlo. Ya en este punto, gracias a todo lo que he recabado sobre los crímenes de mi padre, no tengo palabras para expresarme. ¿Desagrado? Sí. ¿Lástima? También. ¿Odio? No sabría contestar. Es una mezcla de sentimientos, pero aún y teniendo una respuesta, no sé cómo me comportaría si lo tuvieta frente a mí. Le diría: "¡Hola, soy tu hijo!" o "Estás bajo arresto por tráfico ilegal de carne de animal".

El sonido de alguien quejándose me alertó por un segundo. Escuché una silla ponerse a mi lado y a alguien sentándose ahí. Esperé a que dijera algo, pero no mencionó nada. Tuve una sensación de que alguien estaba mirándome fijamente; logró tensarme más de lo que ya estaba.

—¡Qué románticos! Quién diría que un zorro y una coneja pueden hacer una linda pareja.

Era la misma voz que había hablado. Tragué grueso y apreté mi hocico para no contradecirle. Mi cerebro razonó un poco mis palabras y simplemente solté: —¿Judy?

—¿Nick? —su voz tembló, se escuchaba lo seco que estaba su garganta. Me dieron ganas de abrazarla en ese momento, pero mi vigilante no lo permitirá.

—Dos de los mejores policías sumidos en un amor prohibido. ¡Mejor aún! Estando en mi territorio —sus carcajadas retumbaron por el lugar—. ¿Cómo podríamos usar esta situación? ¡Ah, ya sé! Haciendo que la policía deje de estar detrás de nosotros. ¡Qué inteligente soy!

No sé si soy yo o él realmente tiene un problema serio de bipolaridad. Trataba de hacerme la idea de que él realmente no es el enemigo y solo es una trampa. Nunca desconfiaba de mi presentimiento.

—Míralos, Stu. ¿No crees que un zorro quedaría perfecto en tu familia? El depredador biológico de ustedes con una de tus pseudohijas, ¡qué emocionante!

—Me irritas —fue lo único que comentó. Se sentía que repudiaba completamente a su familia, en especial a Judy.

—¡Posición A y G! —un mamífero exclamó de la nada y se escucharon pasos de un lado hacia el otro. La gran puerta se abrió y nuevamente el ambiente cambió por completo.

—¿Y esto? —su voz hizo que me diera un escalofrío. Sin duda alguna, tenía que ser él. El verdadero enemigo.

—Solo estábamos pasando el rato, como me lo pedis... —no terminó de completar la oración, ya que el sonido de un palo impactandosé en él sonó demasiado fuerte. Juraba que le había roto unos cuantos huesos donde sea que le hubiera pegado.

—Idiota.

Zanahorias, me encantasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora