Zanahorias, me encantas

Capítulo XXII

Judy

Corríamos tan rápido que hasta sentía mis patas arder. La hierba alta que chocaba contra nosotras era un indicio de que habían descuidado los sembradíos; a la lejanía se lograba distinguir todos los vegetales, los cuales estaban listos para ser desechados a la basura. Se les veía de otro color, al igual que estaban secos. Aquella situación no fue provocada por la temporada en la que estábamos, sino por otros problemas.

Sostenía fuertemente a mi madre con la pata derecha, tratando de que siguiera mi paso. Entre más rápido nos alejáramos de ese lugar, sería mejor para nosotras. Me daría tiempo para poder llamar a refuerzos o contarle todo al jefe Bogo, ya que ahora me encontraba en la situación de testigo. Y vaya que tenía muchas evidencias de ello, incluyendo a mi madre.

Si tan solo hubiera detectado las señales desde antes, desde aquel incidente, todo hubiera sido diferente, ¿no?

«No. EL hubiera no existe, recuérdalo. Enfócate en el presente».

Cierto, mis pensamientos y acciones debían estar enfocadas en el presente. Todo lo que pasó fue por algo. De seguro se estarán preguntando, ¿qué pasó para que estuviéramos en esta situación? Bueno, se los contaré, pero para eso debemos retroceder el tiempo, antes de que se detonara el problema.

Hace dos horas — Bunnyborrows

—Cariño, la comida ya está lista.

Bonnie, mi madre, se encontraba en la cocina preparando la comida para este día. La situación que pasó en el hospital había provocado que me trasladaran hacia mi casa por cuestión extraordinaria. A lo largo de estos días, he podido caminar sin sentir mucho dolor. Procuraba mantenerme en movimiento para ayudar a mi cuerpo a recuperarse. La herida que estaba en mi pierna la tenía sólo con un ligero vendaje; ya no sangraba y por ello ya no lo vendaba por completo.

Estaba en mi habitación pensando en un atuendo para usarlo en este día. Me sentía descansada y con ganas de volver a la comisaría, pero por el momento no podía. He estado pensando mucho en cómo estará Nick, ya que no he sabido nada de él. Lo único que me comentaron mis padres fue que él visitó mi habitación cuando aún me encontraba inconsciente. De solo pensar que ellos lo conocieron, me hacía sentir feliz. Un ligero sonrojo inundó mis mejillas, estaba pensando mucho en él, pero me era inevitable no hacerlo.

En la radio que tenía sobre un escritorio empezó a sonar una música instrumental. El ambiente se adueñó del sonido que emitía, creando un espacio sumamente hermoso. Cerré mis ojos e imaginé a Nick vestido formalmente mientras me tendía su pata para que la sostuviera. Tomé su pata y me jaló hacia él delicadamente, como si tuviera miedo de usar mucha fuerza conmigo. Estábamos los dos solos en un salón de baile. Los grandes ventanales que yacían en el lugar demostraban que ya era de noche. La luna se asomaba levemente por entre las cortinas, dejando pequeños rayos de aquel brillo falso que poseía.

Las luces se apagaron, ocasionando que la única fuente de luz que teníamos en ese momento era la noche estrellada. Miré por un momento el cómo estaba vestida; tenía un largo y ancho vestido que se ceñía a mi cintura y bajaba en capas. Era en un tono naranja claro, eso me hizo reír un poco. Nick me miró algo extrañado, pero dejó sus emociones de lado para empezar a bailar al son de la música. Posó una pata por detrás de mi cuerpo, dejándola en la espalda baja. Extendió un poco su pata con la que sostenía la mía y tuve que sostenerlo con la pata que me quedaba libre para no perder el equilibrio.

Dimos vueltas por todo el salón. Nick sabía muy bien qué pasos dar en el momento preciso. Por mi parte, me era un poco difícil seguirle el ritmo, pero hacía mi intento. Bailamos y bailamos hasta que aquella música se terminó. Nos detuvimos mientras encontrábamos la forma de calmar nuestras respiraciones. Cerré los ojos por un momento, colocando mi pata sobre mi pecho, pero al momento de abrirlos de nuevo, estaba otra vez en mi habitación.